Cap 8 - La Canción de las Sirenas

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TORI

Desperté a las 3:27 de la madrugada con un terrible ardor en el pecho, para encontrarme con una luz que salía de mi collar.

Algo sucede. 

Algo malo estaba pasando... Y no era a mí, ni a Ari, era a Kat.

¿Qué le pasaba? No sé. ¿Cómo lo sabía? Simplemente lo sabía, como si el collar me lo estuviera diciendo.

Inmediatamente tomé mi celular para escribirle a Ari, cuando me dí cuenta que ella me estaba escribiendo también; había sentido lo mismo que yo.

Salimos de nuestras casas, con mucho cuidado para que nuestros familiares no se enteraran, pero una vez estábamos fuera, corrimos como si nos persiguiera un monstruo.

Por alguna razón, sabíamos a donde ir: al muelle.

Ari y yo corrimos y corrimos hasta toparnos con la imagen de Kat amarrada con una soga hecha de algas pero se veía más resistente que el metal.

—¡Vinieron!

—¿Sabías que vendríamos?—murmuró Ari sorprendida.

—Era sólo una teoría, la cual acabo de confirmar.

—No me importa tu teoría del carajo, suelta a mi amiga en este instante—le reclamé.

—No lo creo—sacó otra soga de algas con la cual me haló hasta el agua. Ahora entendía por qué Kat estaba tan tranquila; la soga tenía el efecto de un sedante, no podía moverme ni hablar mientras la tenía cubriendo mi cuerpo.

Luego estaba en el agua, aún bajo el efecto de la soga.

ARI

Mi amiga Kat estaba bajo algún tipo de trance y Tori estaba ahora mismo en el agua, tal vez hundiéndose.

Ver a mis amigas en ese estado sacó lo mejor de mí. Quemé la soga con la que intentó halarme a mí también y la que tenía cubriendo a Kat, cuando de repente ví a Kat en el suelo, ardiendo en llamas.

Comencé a llorar del pánico y me arrojé al suelo como una niña.

—¿Ves lo que causaste?

—¡Esto es tu culpa!—mis brazos desprendieron llamas de fuego las cuales fueron a parar sobre Sarah, luego de ello, Kat estaba de vuelta en el suelo, intacta, sin ningún tipo de quemadura.

Era una ilusión.

—Parece que no me equivoqué con ustedes...

—¿De qué hablas?—grité furiosa.

—Sarah...—escuché a Kat suspirar buscando aire—déjanos en paz.

—No me parece.

—¿Qué es lo que quieres de nosotras?

—Ésto—dijo Sarah amarrando mi cuello con una de sus sogas.

¿De dónde saca tantas sogas?

—¡No la toques!—la debilidad en la voz de Kat me llenaba el corazón de tristeza, pero a pesar de su débil estado, ésta, le arrojó una bola de hielo en la cabeza.

—Me sorprende el poder que tienen... Nunca pensé que fuera real la leyenda...

—¿Qué leyenda?

—No preguntes tanto, Ariana—me comenzó a ahorcar con la cuerda.

—¡Suéltala!

—Podría soltarla, si estuvieses de mi lado.

Con El CollarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora