Capítulo dos.
Mi mirada quedo sobre la de Julie. Ella me miraba fijamente y una sonrisa se curvó en sus labios.
Reconocía al chico que estaba justo al lado de Kian. El chico del piso nueve.
- Yo atenderé la mesa. - Dije mirando a Julie, quien tenía la mirada fija en ellos.
No quería cagarla..., y menos delante del chico más testarudo que había conocido.
Me acerque con un pequeño papel, dónde anotaba los pedidos, y quede frente a ellos.
Kian levantó su mirada y me miro fijamente. No falto nada para ponerme totalmente nerviosa.
El chico del piso nueve habló.
- Creo... Yo pediré vodka. ¿tú, Kian? - Él levanto la mirada y me sonrió. -
Kian no dejaba de mirarme, sentía su mirada que ponía mis pelos de punta.
Comencé a mirar el suelo, fue la única reacción que pude hacer en aquel momento.
- Sam.. - Dijo viendo el menú. - pediré lo mismo.
'Sam' también me miraba al igual que Kian, los dos chicos no me quitaban la mirada de encima. Era lo más incómodo que me había pasado en unos años.
- Vives en nuestro edificio, ¿cierto? - Sam me sonrió de lado, y yo sólo acomode mi cabello.
Intentaba sonar un poco más suelta, pero mi timidez me domaba de muchas formas.
- Sí, soy ______ - Extendí mi mano y Sam la estrechó.
Kian estaba mirándonos a los dos y mi mirada se colocó sobre él.
- Bien, ______. Mi nombre es Sam, y este imbécil es Kian - Comenzó a despeinar un poco el cabello de su amigo riendo y me relamí un poco los labios.
- ¿Imbécil? - Dije sin entender.
- Es por cariño.. - Kian me miro a los ojos.
En ese momento me sentí igual que la palabra. Una niña de doce años en un grupo de chicos adolescentes.
Anoté con dedos temblorosos en la libreta lo que habían ordenado, y me di media vuelta hasta la cocina.
Julie se acercó a mi, mirándome extrañada y sé encogió de hombros.
- ¿Cómo fue? - Dijo colocando un brazo en mi hombro. - Se veían amigables, además..
- Su nombre es Sam - Dije refiriéndome al chico del piso nueve - es un tipo bastante simpático. Podrías conocerlo ya mismo.
Julie me sonrió apenada. Sabía que desde que lo vio y cruzo solo dos palabras con él le había encantado.
Comencé a caminar hasta otra mesa para anotar cualquier pedido que tuvieran en mente. Cuando siento como me tropiezo con alguien haciéndome caer por completo.
Kian.
- Joder, ¿estás bien? - Extendió su mano y la tomé con firmeza, levantándome.
- Perfectamente.
...
Tenía exactamente una semana trabajando día y noche en el restaurante más solicitado en Nueva York, el Palace. Y la verdad..., era el trabajo más duradero que había tenido. En mucho tiempo.
Kian iba de vez en cuando, y siempre, en todos nuestros encuentros nos mirábamos fijamente sin articular ninguna palabra. Y todo el jodido tiempo que me miraba era en vano, no servía de nada, no hacía absolutamente nada para hablarme.
Así qué llegue a la conclusión.
Me detesta.
Y sólo quiere hacerme la vida un poco más complicada de lo que ya está.
Vivir sola, mantenerme sola, era una tarea la cual estaba aplazando muy rápido. Y mierda, cuanto quería salir de Texas y conocer una ciudad real.
Eran aproximadamente las once de la noche. Por fin viernes, el único día de la semana en que mi turno no pasaba de las doce, el único día en que finalmente podía descansar.
Una música que provenía de arriba - y no dejaba de sonar, habiendo esperado treinta minutos para que se callara - me ponía los pelos de punta. ¿Quien mierda era tan escandaloso a estas horas?
Decidí caminar hacia la puerta del de arriba, o mejor dicho, de Kian Lawley.
Suspire varias veces indecisa por tocar el timbre, que, humanamente no sabría como lo escucharía de tan fuerte que estaba la música. Pero aún así lo hice.
Pasó exactamente un minuto, tal vez de los más largos, hasta que por fin, mi vecino de cabellos claros estaba frente mío.
-
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el de arriba | kianlawley y tú/ pausada
Storie d'amore_______ Ricci no poseía ese problema de detestar tener un vecino. Hasta qué conoció al de arriba. Kian Lawley tenía aquel incomprensible adjetivo para enamorar a una chica. Y la de abajo no podría ser la excepción...