Líneas del tiempo

Sueños

???-¿Qué haces aquí?
???-He venido a pedir tu perdón y me dejes volver
???-¿Quién eres?
???-No te entiendo, tú me conoces, yo soy tu...
???-No me has entendido, quién eres?, ¿A qué lugar perteneces en realidad?
???-Yo...yo...yo no lo sé, creí que viniendo contigo podría saberlo
???-¡VETE DE AQUÍ!, aún no eres digno de este lugar
???-¡Espera! Por favor, no me dejes...

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¡Bip!¡bip!¡bip!¡bip!¡bip!¡bip!
-Cinco minutos más...sólo cinco
¡Bip!¡bip!¡bip!¡bip!¡bip!¡bi...
-¡QUIERES...apagar esa maldita cosa!
-*ronquidos*
-...
¡Bip!¡bip!¡bip!¡bip!
-Dios, dame paciencia y perdona lo que voy a hacer
Si bien, era sabido que Akko tiene el sueño pesado...pero no lo suficiente como para aguantar un golpe a causa de un despertador.
-¡AHHHH! Pero qué...¿qué demonios te pasa?
-Para haber ido en una escuela de damas...tu comportamiento deja mucho que desear
-¡De magia, de magia!
-Con más razón, sería un milagro si alguna escuela de modales te aceptara y mira que sus anuncios van dirigidos a personas que no se saben comportar
-Ay, ya cállate Jiro, eres un...- decía Akko mientras le daba pequeños golpes en el pecho.
-Auch, eso duele- entre risas se quejaba.
-Y bien, qué haremos aquí?- mientras se estiraba y bostezaba- Me sorprende que me hayan dado permiso de venir
-A mi también, conociéndote, no me sorprendería que estuvieras castigada este fin de semana por robar algo de comida, jajaja

El comentario provocó que la castaña inflara los cachetes.

-Eso...no es del todo cierto
Jiro la miró con una cara de duda.
-Bueno, tal vez, sólo en algunas ocasiones, puede que tengas razón, jajaja

El día comenzaba con un sol resplandeciente, el calor que emanaba era tan cómodo que ponía automáticamente de buen humor a nuestros personajes. Un hermoso sábado les daba la bienvenida, el reloj marcaba las 9:45, buen tiempo para poder tomar un desayuno y buscar un conjunto de ropa adecuado para una ocasión especial.

-Y miehn, wue haremosh- decía Akko con la boca llena.
-Primero buscarte un buen conjunto de ropa y enseñarte algo de modales para la cita de hoy- comentaba Jiro mientras leía un mensaje en su celular.
-Hesh, sho shi tengou modalesh- enseguida tragó la comida- que no los demuestre, no quiere decir que no los tenga
-Jaja, si, claro
-¿Es tu padre?
-Sí y me dice que quiere vernos a las 10:30, así que...- se paró y le quitó el plato a Akko.
-¡Eso es mío!- dijo inflando los cachetes.
-Pues no más, si no te pones la ropa no llegaremos a tiempo...a menos de que quieras que te ayude a desvestirte- decía con una sonrisa pícara.
-En tus sueños, pervertido
-No vería mucho, digo, sería como ver la mesa de mi casa
-¡Eres un...!
Pero era muy tarde, Jiro había corrido a toda velocidad al hacer este comentario y Akko sabía que no había tiempo para jugar ya que sí aquella persona que la apoyó a entrar en Luna Nova la estaba esperando, eso quería decir que el asunto podía tener mucha importancia.

🎠🎠🎠
La limusina no era muy grande, ni ostentosa pero ella prefería no hacer gastos innecesarios porque tenía en mente que la situación económica no estaba a su favor, le molestaba admitir que su tía tenía razón. No se podía saber qué la familia Cavendish tenía más problemas de lo que se hablaban en los círculos sociales, el estatus no podía bajar, menos ahora que la magia se había restaurado y que era la oportunidad perfecta para que volviera a resurgir el apellido Cavendish; se necesitaban inversionistas que creyeran en ellas y para eso Diana sabía que debía demostrarse una estabilidad y confianza suficiente, para hacer que las personas creyeran en ella.

-Por aquí Miss Cavendish, adelante
-Muchas gracias- dijo con un tono educado.
A lo lejos una mujer distinguió a la persona que acababa de entrar al salón.
-¡Diana! Pero qué sorpresa verte- la mujer camino con los brazos extendidos para después saludarla con la mano.
-Buen día Señora McKenzie, el gusto es mío de volver a verla
-Tan educada como siempre, es lo menos que se podía esperar de un Cavendish, tu madre te supo inculcar buenos modales
-Gracias por el cumplido, señora McKenzie
-Vamos Diana, nuestras familias se conocen de años, no hay necesidad de ser tan formales en el trato además de qué hay ciertas personas que están ansiosas de verte, es un milagro que te vuelvas a dejar ver en las reuniones sociales
-Lamento no haber podido asistir a las reuniones semanales, pero mis estudios no me permitían tener distracciones- Diana sabía perfectamente que las intenciones de ese grupo no eran buenas, si bien, se dedicaban a hablar de distintos nobles o políticos y los escándalos no estaban de más en esas reuniones, era una pérdida de tiempo el estar ahí.

Las familias pertenecientes al club de la Rosa Tudor eran familias de antaño, muchas habían sido las pioneras en instaurarse en algunas partes de Inglaterra y entre ellas estaba la familia Cavendish, su gran trayectoria era merecedora de pertenecer a un grupo de elite aunque a veces eso costara sangre. Diana sabía que la hija menor de la familia McKenzie se encargó de difundir la situación económica de los Cavendish; un error que le costó muy caro a Merrill y que después de ello, todos en el club empezaron a hablar mal de ellas.

-Me disculpo el no poder hablar con ustedes, pero he venido por un asunto de mayor importancia- Diana vio a lo lejos al grupo de mujeres que dirigían su mirada hacia ella.
-¡Oh, querida! Es una pena que no puedas acompañarnos- con cierto sarcasmo dijo esto último, el cual para Diana no fue pasado por alto- supongo que será en otra ocasión, cuando quieras ven a visitarme, mis hijas estarán encantadas de verte
-Muchas gracias, que tenga buen día- sin más Diana vio retirarse a la desagradable mujer y pudo ver a otros invitados que estaban en contra de las actividades que hacían los Cavendish para sobrellevar los gastos.
Parece que será un día largo y agotador, pero no puedo perder mi oportunidad por cuestiones irrelevantes, tengo que hacer ver que la magia aún tiene fuerza y puede ser útil.

Sin más que pensar, Diana siguió al vestíbulo que daba paso al despacho en dónde tendría su reunión .