💍El relleno del pastel💍

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Estar en casa convaleciente no es para mí, que mi padre decidiera permanecer a mi lado para asegurarse que no deje la cama lo vuelve aún peor, no sé estar quieta. Quiero ponerme en pie, cambiarme e ir a donde todas esas novias que depositaron en mí su fe, necesiten. Y quizá lo haría, me pondría en pie y me escaparía de mi carcelero si no fuese porque la única boda que Rubí ha dejado en mi agenda por mi estado delicado, ha sido la maldita boda Betancourt. Es por esto que he dejado mi trasero quieto, respetando la incapacidad que el médico me dio.

El timbre de la casa resuena, al instante escucho a mi padre maldecir y sus pasos fuertes bajando la escalera anuncian que al igual que yo, ya sabe de quién se trata.

Cierro los ojos frustrada, ni siquiera en casa puedo escapar por completo de él.
Alcanzo a distinguir el tono furico de papá, aunque no exactamente qué es lo que dice, lo que sea, sé que no es nada amable.

Tras unos minutos escuchó  a papá subir, así que abro los ojos y los fijó en el techo estrellado de mi habitación. Se que fue él de nuevo, resopló.
—¡Papá!- lo llamó.

No me responde, pero tras un instante escucho su leve toque en mi puerta antes de abrirla, sin embargo no entra, se que lo hace para evadir el tema y poder huir más fácil.
-¿Quieres algo de beber?¿Tienes hambre, bolita?- trata de distraer.

Desvío mi vista a dónde él, que está ahí de pie en el marco de la puerta sin entrar, eso no hará que escapes papá, pienso, y él lo sabe, porque trata de alejarse.- iré a prepararte un té y un sandw...

-no tengo hambre, papá, gracias- corto rollo, él resopla ya sabe que preguntare-¿De nuevo él?-cuestiono.

Papá me ve con preocupación- si...- toma aire fuerte y después se acerca a mi cama-se que no necesito decirlo, que eres una mujer muy inteligente pero, bolita, ese cabrón pretende algo y no es nada bueno, no dejes que se te acerque- pide.

Revoleo los ojos- como si quisiera tenerlo cerca- respondo- la próxima vez dile que llamaremos a la policía- añado.

Él me ve, la preocupación no se va, me acaricia el cabello y sonríe.
-Solo quiero que estés bien. Iré a preparar té- no le digo que no, sé qué es la única forma en que estará en paz, el sentirse útil, el cuidarme lo mantiene ocupado de pensar lo que sea que Hector trame.

Lo cierto es que yo por otro lado no dejo de pensar en ¿que quiere?¿Por qué no me deja en paz? Ya que desde que salí del hospital hace siete días, ha venido diario a la misma hora sin importar lo que mi padre le diga, siempre con un ramo de flores, siempre pidiendo hablar. Está demás decir que papá le ha cerrado cada vez la puerta en las narices.
No quiero verlo, ni hablar, ya no, hace dos años quizá, sí creí que mi furia a él estaba superada me engañe, estoy furiosa, también triste y devastada, solo quiero que esto termine, que mi vida regrese y él y Camila se vayan de nuevo, esta vez para siempre.
Me pregunto qué pensará ella de todo esto, si está enterada que su prometido me acosa supongo que al igual que cuando yo era la novia, ella lo ignora. De otra forma no me explico porque siguen los planes de boda, sé que siguen porque Sarah está vuelta loca tratando de hacer todo lo que pido, para que esa boda se lleve a cabo, aunque que nos den solo dos meses de tiempo hace todo aún más complicado.

Mi celular suena, lo busco entre las sábanas, cuando finalmente lo encuentro veo que es Sarah quien llama, claramente la he invocado, rió.
-Dime, Sarah. - respondo, solo para escuchar los gritos coléricos de un hombre y una mujer.

-Jefa no puedo, tiene que venir a ayudarme- solloza, Sarah.

-¿Qué está pasando?- me siento de golpe en la cama, me sorprende que Sarah, mi mano derecha, dura como roble esté a punto de lágrima, la voz se le quiebra.

The Wedding PlannerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora