Cada día, a la misma hora el ramo de flores enviado por Héctor llega puntual a casa, no comprendo a qué juega, ¿que más quiere de mi? El muchacho repartidor parado frente a mí me ve nervioso, ha venido cada vez por casi catorce días y como cada vez le digo lo mismo:
—Dígale al señor Betancourt que no envié más, esto es acoso.Él muchacho se sonroja apenado. —lo siento, señorita, se lo he dicho pero…
Suspiro — no entiende ¿Ah?
Él sonríe apenado. No puedo ser grosera con él ya que solo hace su trabajo, suspiró pesarosa. —me haria el favor de decirle lo de siempre.Él ríe y asiente—que se vaya al diablo—murmura.
Yo asiento— y que deje de mutilar plantas, odio que me envíe flores—añado.
Ahogando la risa el repartidor se retira de mi puerta y yo puedo cerrarla al fin. Me alegra muchísimo que papá regresará a trabajar hoy y atienda su negocio, así se evita el mal rato. Lo envidio, no solo me tocó la diaria visita del repartidor, si no que debo ir a trabajar, lo que significa que deberé ver la cara de mis clientes, quienes el día de hoy están citados a clase de baile lo que hará imprescindible que estén ambos. Solo la idea me revuelve el estómago.
—cinco semanas más, Odeth Maria, cinco semanas mas— me aliento. Cinco semanas, 35 días, 840 horas y podré deshacerme de ese par. Seré libre y socia de Rubí. He perdido la cuenta de cuántas veces me he dicho esto para soportar.
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Una de las cosas que más amo de mi trabajo, es precisamente el primer baile, la presentación oficial de los ahora esposos. No hay nada más romántico que ver a dos recién casados verse a los ojos, sonreírse con ternura mientras se desplazan dulcemente por la pista de baile envueltos en la melodía perfecta, la que será su canción a lo largo de toda la vida.
Al entrar al estudio de baile, me doy cuenta que soy la última en llegar, mis clientes esperan ya, al lado de Sarah que parece nerviosa mientras Julián el profesor de baile que siempre instruye a mis novios, parece discutir con Camila quien maldita sea luce divina en unos leggins deportivos y una polera lila que se ajusta a su cintura. ¿Quién demonios puede lucir hermosa con ropa deportiva? ¿Quién? Solo ella. Agradezco al cielo solo venir de observadora y no tener que participar, así como venir vestida está vez con uno de mis cómodos trajes sastres lo suficientemente discretos como para no mostrar que soy una tabla al lado de ella.—Buenos dias— me obligó a saludar al llegar a ellos. De inmediato las miradas se centran en mi.
—Buen día, Odeth— es Héctor el primero en saludarme. Trato de no verlo, de no observar lo ridículamente apuesto que luce en deportivos. Duele admitir que Ambos son hermosos, perfectos el uno al lado del otro.
—¡Odeth!— el quejido de Julián, me saca de mis absurdas ideas.
Parpadeó y le sonrió—¿Si?
Sarah se acerca a mí a prisa—hay un problema, jefa…
—¿Que problema?— la interrumpo. ¡Ahora que!
—Ni siquiera tienen una canción— chilla Julián.— son los novios más antipáticos y menos participativos que he tenido— suelta directo.
Escuchó resoplar a Héctor, pero es Camila quien responde—¿Que canción es la más popular? Solo eligan una y nos muestran como vernos bien al bailarla y estará listo— sugiere, lleva una mano al hombro, para juguetear con su melena miel que lleva trenzada.
-—¿Ves?— señala Julián, un tanto molesto—¿Como puedo trabajar así?— tuerce los labios, lleva una mano a la cintura, y señala a los dos novios—arregla esto, Odeth— pide. Dejándome ahí parada en medio de aquellos dos, lo veo alejarse al centro del estudio hacía las paredes tapizadas con espejos, ahí donde puede ver su reflejo al comenzar a estirar, calentando para la clase.
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The Wedding Planner
RomanceA Odeth le encantan las bodas, por desgracia en la suya le destrozaron el corazón así que ahora se dedica a asegurarse que todas las novias tengan su día feliz sin percances. Todo parece irle bien hasta que, una boda especial cae en sus manos. ¿Podr...