Capítulo 25

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No estás enferma. Estás embarazada.
*___* se quedó helada y miró alarmada a la alegre pelirroja que entraba en el consultorio. Se quedó con la boca abierta mientras negaba con la cabeza:
—¿Cómo es posible?
La doctora Tiffany Hwang se detuvo delante de la camilla en la que *___* estaba sentada y se cruzó de brazos.
—Eres enfermera. ¿De verdad necesitas que te refresque la memoria con una lección de anatomía y fisiología? —Tiffany levantó los brazos y dibujó un círculo con el dedo corazón y el pulgar de la mano izquierda, mientras introducía el índice de la mano derecha en el círculo—. La parte A se inserta en la parte B y el resultado puede ser un embarazo. —Se encogió de hombros, sonrió y dejó caer las manos a los costados—. El resto de los detalles ya los conoces.
—Tomo la píldora, Tiffanny. No es posible.
—Sabes que no es infalible. Además, sospecho que es muy probable que te quedaras poco después de superar el virus estomacal que padeciste entre Nochebuena y Navidad —respondió Tiffany pensativa—. Ya has tenido alguna falta, ¿verdad?
*___* asintió con la cabeza de mala gana.

—Pero cuando estuve enferma tomé la píldora todos los días. No me olvidé. Y tampoco tomé antibióticos que pudieran interferir con la eficacia del anticonceptivo —contestó *___* al borde de un ataque de pánico.
Tiffany la miró con sarcasmo.
—Pero te pasaste una semana vomitando. Sospecho que expulsaste la mayor parte de la pastilla y que por eso jamás llegaste a asimilarla.
—Mierda, mierda, mierda…
Todo apuntaba a que Tiffany tenía razón y a que *___* estaba negando la evidencia. Había notado todos los síntomas, pero no había querido aceptar la verdad. Se quedó mirando al suelo, fustigándose por no haberse dado cuenta hasta entonces de la posibilidad que acababa de mencionar Tiffany y por no haber usado otro método anticonceptivo.
—Estabas enferma. No te culpes porque tu cerebro fuera más lento de lo normal. —Tiffany entregó a *___* un papel—. Aquí tienes el resultado de la prueba de GCH. Es positivo. Ya sabes que es una prueba muy efectiva pero, si quieres, podemos repetirla la semana que viene.

*___* tomó la hoja de la mano de Tiffany y se quedó mirando el resultado conmocionada mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Otra vez.
—No me lo puedo creer. ¡Dios mío! ¿Cómo le voy a decir esto a Jooheon?
Tiffany se sentó en un taburete con ruedas y se colocó entre los pies de *___*, que no le llegaban al suelo. Le quitó los resultados de la prueba de sus dedos temblorosos, tiró la hoja sobre la camilla y, tomándole ambas manos, la miró con preocupación:
—¿Crees que se enfadará? *___*… Yo creo que no. Se van a casar en un mes. Aunque sea un poco prematuro, creo que la noticia le va a encantar. Y sé que tú quieres tener hijos.
*___* miró a Tiffany con seriedad.
—Sí que quiero. Tengo treinta años y me gustaría tener más de uno, pero cada vez que saco el tema Jooheon lo zanja de inmediato. Quiere que esperemos. —En un acto reflejo se acarició el vientre y suspiró al pensar que llevaba en su vientre al hijo de Jooheon. Deseaba tener ese bebé, al que ya amaba—. No creo que le haga gracia. Parece que le molesta cada vez que saco el tema y, encima, esta mañana nos hemos peleado.
—¿Por qué? —preguntó Tiffany con delicadeza.

—Porque me he puesto insoportable. Estas últimas semanas he estado rarísima; por eso quería que me hicieras un análisis de sangre. Creo que en el fondo sabía que podía estar embarazada, pero no quería admitirlo. Me paso el día con la sensibilidad a flor de piel y estoy muerta de miedo. Pedí a un abogado que redactara un acuerdo prenupcial para proteger a Jooheon, pero se niega a firmarlo

Tiffany apretó con suavidad las manos de *___*.
—¿Sabes qué? Ese hombre cada día me cae mejor. ¡Sí, señor! Confía en ti y sabe que jamás se la jugarías ni le harías daño. —Sonrió—. A no ser que le guste el sado, que yo ahí no me meto. Me refiero al dinero, obviamente. Cualquier otro hombre que contara con la cantidad de pasta que tiene él te habría hecho firmar un acuerdo prenupcial nada más colocarte el diamante en el dedo. ¿Por qué discuten por algo así?
—Le insistí para que firmara y él se negó. Me dijo que yo no confiaba en él lo suficiente y entonces le dije que quizá deberíamos pensarnos mejor lo de casarnos porque somos demasiado diferentes.
¡Jesucristo! ¡Ni siquiera entiendo por qué le dije eso! Jooheon es mi media naranja, la pieza que falta en mi rompecabezas. ¿Qué haría yo sin él? Somos perfectos el uno para el otro, excepto en el tema del dinero. Supongo que me entró un ataque de pánico.

la obsesión de un Millonario ✔ TERMINADA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora