Colmillos

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Su vista estaba clavada en el océano mientras sobrevolaban la isla Nublar; un hermoso paraíso para turistas ingenuos que gustaban de bebidas a diez dólares. El famoso paleontólogo Viktor Nikiforov se sentía ansioso por su primera visita al famoso parque familiar Jurassic World, un lugar que te transporta al pasado para recordarte lo importante que es no olvidarse de los orígenes... O eso dice el eslogan de la franquicia.

Él más bien diría que es un lugar en el cual se juega con el ciclo natural de la vida, pero eso a nadie le importaba, solo querían leer sus informes científicos sobre la calidad de las bestias o si están de acuerdo con lo que solían ser años atrás o son una versión mejorada.

Viktor soltó un suspiro lastimero que empañó el vidrio del helicóptero.

— ¡Quita esa cara larga! — exclamó su mejor amigo, Chris. Viktor levantó su vista hacia él — ¡Vas a ver un maldito dinosaurio! ¡¿Cómo puedes estar tan desanimado?! — Viktor evitó contestar y solo volteó su rostro.

Habían sido meses difíciles. Terminó con su novio, le encontró un tumor a su viejo perro y poco a poco perdía la inspiración para hacer cosas. Nada era lo mismo. Estaba fuertemente deprimido.

— Viktor, si esto es por Aleck... — el ruso apretó los dientes. Chris apretó los labios y suspiró.

La nave comenzó a aterrizar y el movimiento de lado a lado cosquilleó el estómago de Viktor, dándole náuseas. Cuando pisaron tierra, llevó una de sus manos a la boca, para luego desabrochar su cinturón de forma presurosa y torpe.

Chris despegó la mirada de su amigo dos segundos y cuando se dio cuenta de que ya no estaba en su asiento miró hacia afuera. El pobre estaba vomitando a un costado del helipuerto.

Miró hacia los lados nervioso, como si esa persona fuera una desconocida, pero cuando vio a la doctora Minako estirar su mano hacia él, comprendió que no tenía escapatoria.

— ¡Señorita Minako Okukawa! — saludó el suizo amablemente mientras bajaba del helicóptero.

— Señor Giacometti, que bueno es verlo — la señorita de largo cabello miró hacia atrás, observando a Viktor— ¿Ese es el investigador del que todos hablan?

Chris se encogió de hombros.

— Han sido tiempos difíciles, déle una oportunidad.

La mujer asintió y pidió asistencia para el cientifico. Los tres bajaron del techo por un hermoso y cristalino ascensor que estaba envuelto en verdes árboles, muy bonito para Chris, muy predecible según Viktor.

Cuando llegaron al último piso un Jeep los esperaba para llevarlos al resort que estaba dentro de la misma isla. Ese viaje mareó más a Viktor, quien pensaba que ese no parecía ser su día.

— Tengan estos —dijo Minako entregándoles un auricular a cada uno. Viktor y Chris los agarraron curiosos—. Así podremos comunicarnos desde cualquier zona del parque, después de un descanso. Señor Nikiforov, ¿qué le parece si vamos a ver los ejemplares?

Viktor rodó el aparato sobre su palma y luego observó a la mujer.

— Escuché, doctora Okukawa, que han planeado hacer un espectáculo con dos atracciones nuevas, ¿Estoy en lo correcto? —Minako sonrió—. ¿Con raptores y un nuevo dinosaurio? —la chica asintió y el automóvil se detuvo.

— Hablaremos de eso después —concretó mientras la puerta se abría—. Ahora descansen, los llamaré cuando estime conveniente.

Y sin más, ambos hombres se bajaron y fueron llevados a sus habitaciones.

Fangs to the HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora