PROLOGUE

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𝖐𝖎𝖓𝖌'𝖘 𝖑𝖆𝖓𝖉𝖎𝖓𝖌283 d

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𝖐𝖎𝖓𝖌'𝖘 𝖑𝖆𝖓𝖉𝖎𝖓𝖌
283 d.C






       
LOS GRITOS DE LA PRINCESA DORNIENSE hacían eco en los pasillos vacíos de la Fortaleza Roja, mientras que al mismo tiempo, las parteras hacían su labor, estas entraban y salían del cuarto en repetidas veces. Al pie de la cama se encontraba el Rey Aerys II observando cada detalle, la Princesa estaba envuelta con sábanas manchadas de sangre a consecuencia del parto. Los gritos comenzaron a cesar, y en su lugar sobresalieron unos agudos llantos del recién nacido.

—Es una niña —anuncia la partera sosteniendo a la bebé. El Rey Aerys se acercó a la recién nacida observándola a detalle. Las mejillas de la pequeña estaban sonrojadas, y con la poca luz de las velas, eran iluminados unos pequeños cabellos plateados que sobresalían, que ni la misma oscuridad de la noche tenía el privilegio de ocultar.

—Quiero ver... a mi bebé —susurra la Princesa con dificultad. La doncella asiente ante el pedido de la Princesa de Dorne y se dispone a cumplir lo ordenado mientras Elia esperaba con ansias ver a su bebé. Momentos antes de que llegara, esta se detiene; el Rey Aerys, quien con un pequeño gesto lánguido con la mano, da la orden de que regresara. Sin oportunidad de negarse, la doncella camina hacia el Rey—. Mi bebé —murmura con una voz apenas audible, Elia.

—Dame a la niña —ordena el Rey con un tono autoritario, sobresaliendo de los pedidos de la Princesa Elia.

—Aún no esta limpia, su Alteza —deja saber una de las doncellas, la cual inmediatamente baja la mirada al notar los fríos ojos del Rey sobre ella—. Lamento mi impertinencia, su Alteza —habla nuevamente haciendo una reverencia.

Sin decir algo más, la pequeña Princesa es entregada a los brazos de Aerys II, el cual no se inmuta al sentir el líquido rojo que aún vestía la recién nacida. Al tacto de él, su llanto cesó al instante. Él se toma la molestia para tomar el trapo húmedo que se le fue ofrecido, y con sus propias manos va limpiando el cuerpo de la niña con suma delicadeza, dejando al margen unos rasgos finos dignos de la procedencia Valyria. Aerys le envuelve en un manto de seda rojo haciendo honor a los colores representativos de su ahora casa. Su mano recorrió el pequeño rostro de esta y en un momento, la recién nacida abrió los ojos, al mismo tiempo en que aquel suceso era presenciado por el mismísimo Consejero de los Rumores, Varys, quien desde lo lejos observaba a Aerys II, el cual parecía encantado al ver el retrato de su primogénito recién fallecido sobre su nieta.

Un destello violáceo se reflejó sobre los ojos de la nueva Princesa, y logró ver una maniaca sonrisa en el rostro de su Rey. El Rey Aerys II dejó a la recién nacida en los brazos de Varys al notar su presencia, y salió de la alcoba entre susurros. El Consejero caminó hacia la cama y estiró ambos brazos para dejar a la pequeña descansar en el regazo de su madre.

𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃  ━ got Donde viven las historias. Descúbrelo ahora