PRÓLOGO

317 19 7
                                    

🌟 Historia con experiencia musical

Era fuego, era el abrasador ambiente, el estupendo aroma del cerdo cajún, el sudor en su piel que escurría por sus rubios cabellos y las percusiones de la banda; todo a su alrededor despertaba sus sentidos, como los de un depredador enmedio de una cacería.

Sus ojos, azules como el cielo despejado que vislumbraba desde su hotel por las mañanas, se hallaban inmersos en la escena que se desplegaba justo frente a él, desde la comodidad de una silla de fibra.

Las antorchas, las flores, aromáticas y llenas de color, alegrando la atmósfera tropical.

Con la aurora color escarlata bañando el cielo con la puesta del sol, que por cierto, ya le había bronceado bastante la antes blanquecina piel, anunciando el fin del día, se sintió con deseos de abandonar el sitio y volver a su suite en el Inn. Estaba agotado, había pasado el día entero explorando la zona, conociendo la isla, llenándose de la hermosa cultura que ofrecía el lugar.

Había recorrido desde el pico más alto de Tahití, el monte Orohena, en el centro de la misma, en una escalinata guiada, hasta las tres majestuosas cascadas de Faarumai, de las cuales se relataban las más maravillosas leyendas, que lo habían dejado totalmente fascinado.

Todo ese verdor, el aroma de esa abundante vegetación, del agua, así como el susurro que esta misma emitía al caer a chorros, como si la tierra llorara, relatando la historia de una princesa y su dolorosa tragedia...

Soltó un suspiro, cansado, y dando por terminadas sus aventuras por ese día, se levantó de la mesa, con su vaso de limonada fresca a medio terminar y se dió la vuelta para marcharse.

Cuando, de pronto, el ritmo en la música que efectuaban los músicos nativos, como el latir de un corazón acelerado por la pasión, cambió drásticamente.

Hallándose demasiado cansado para percatarse, en un principio, Tom hizo caso omiso de la animación violenta del ambiente y avanzó sin mirar atrás.

Pero la diosa del amor, esa noche tenía deseos de jugar con él…

Algo pareció llamar de pronto su atención, así pues, se giró, con una ceja arqueada, hasta la tarima donde la banda de músicos desarrollaba su energía y hacía retumbar el aire.

Cómo una cubetada de agua que caía sobre él, se sintió electrificado y, sin conseguir evitarlo, atrapado en los movimientos hipnóticos de sus caderas, frenó su caminar para contemplarlas mejor.

Era un grupo de hermosas mujeres, que danzaban semidesnudas frente a los percusionistas, con largas y oscuras cabelleras encrespadas por la humedad; enfundadas en no más que unas largas faldas de fibra de palma natural, sacudidas con gran fuerza, una impresionante fuerza ¡una excitante fuerza!;pretínas que les rodeaba las poderosas caderas, sin nada más allá de una pechera hecha de helechos cubriendoles los senos, así como una corona vegetal adornando sus cabezas.

El vaivén de sus cuerpos lo hizo sucumbir en un éxtasis nunca antes experimentado, lo sentía en su interior, con su pecho retumbando al ritmo de esos golpes, admirando esos sacudones que daban ¡Pero que estimulante!

Más, como si no hubiese resultado suficiente el observar ese espectáculo que si bien era algo tradicional del lugar, resultaba un tanto erótico, sobretodo bajo las miradas de los muchos hombres que, al igual que él, habían permanecido en el lugar hasta altas horas de la noche; hubo algo que capturó su atención.

En el momento en que se topó con esa magnífica silueta en movimiento, cuyas caderas se deslizaban con suavidad, sensualmente arriba y abajo, como si de magia se tratase resonó, en un solo casi espiritual el “vivo” (flauta tahitiana) acompañado con ligeros toques del “pahu tupai”, retumbantes como un eco que se perdía en la noche.

Fueron unas piernas, grandes y torneadas, lo primero que pudo ver, fascinantes. De pronto, el primer pensamiento que cruzó su mente, fue la imagen de ese hermoso par de pilares color canela rodeandolo por las caderas. Sintió su vientre pulsar.

Luego, un tatuaje, desde lo más bajo de su espalda, surcando esa morena piel, hasta llegar poco menos que debajo de los hombros, suculentos y mórbidos, destellantes y jugosos.

Y finalmente, la hermosa cara bronceada, natural y alegre como ninguna otra; con esos carnosos labios brillando por las chispas del fuego y esos ojos color chocolate, alegres y vivos, que, cuando menos lo esperó, se hallaron posados en él...

La energía que desprendían era intensa, alegre, acompañada por las palmas del público y los gritos agudos de esas ardientes féminas. Era todo un carnaval de olores, sonidos, espectáculo ¡un paraíso en tierra digno de admirar!

Pero él no podía verlo ya, ni las flores, ni el fuego, ni a los turistas enardecidos por la exhibición, no podía ver  nada más allá… de ella.

Pero él no podía verlo ya, ni las flores, ni el fuego, ni a los turistas enardecidos por la exhibición, no podía ver  nada más allá… de ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hoooolaaaa 🌺

Vengo con un pequeño fic improvisado que terminé recién.

Publicaré diariamente (excepto los días que actualice S I R E N A)

Será muy corto y en verdad espero que les guste ❤️

Besitos

Tahiata 🌥️

Sunnygirl © [Tom Hiddleston MiniFic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora