Querido James:
Tú me estás convirtiendo en una maniática,
no puedes hacerme salir de mis hábitos.
Nunca seré tú,
a veces odio que respires
así que déjame en paz,
soy una maldita adicta y estoy bien con ello,
si tú no lo estás, métete toda esa compasión donde te quepa.
Tú nunca lo verás a mí manera,
estoy agotando la felicidad de tu día,
y me da igual.
Ya no me importas como antes.
Tú solo me empujas y como defensa te estoy derribando.
Cariño, ahorráte aquellas palabras,
(aunque me encanta que me aconsejes).
No, no voy a aceptar tu ayuda,
(pero la consideraré).
Estoy demasiado lejos de ti como para que me traigas de vuelta.
Con todo esto tú me estás dando pánico,
sé que no puedes entenderlo,
ya que solo estoy constantemente hundiéndome,
ya no estoy pensando.
Así que déjame sola cuando esté desesperada.
Cariño, mantente fuera de mis problemas porque
no aceptaré tu ayuda,
no soy la chica que solía ser.
Cariño, acéptalo.
Ya nada es lo que solía ser,
ni para ti,
ni para mí.
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Palabras mudas.
PoesíaY es verdad, muchas veces tenemos un nudo en la garganta, y el silencio se hace dueño de las palabras mudas, especialmente cuando deseas escuchar al menos una palabra que duela y solo obtienes el silencio y la despedida. El mejor silencio es aquel...