Querido James:
Sigues siendo querido para mí, aunque en muchas de mis cartas quise titularte como detestable.
Supongo que lo siento por eso, no eres detestable en absoluto.
Pero sí eres irritante, misterioso e indecifrable.
Irritante porque lograbas desesperarme en un segundo. Y hablo en pasado porque ahora ya no lo haces. No sé si eso es bueno o malo, pero viéndolo desde mi punto de vista es excelente.
Tú tocabas las partes más profundas de mí persona, incluso los lugares que ni yo misma pude alcanzar. Y eso me hacía preguntar el nível de oscuridad que habitaba en mí interior.
Tenía una oscuridad muy densa, ¿verdad?
Por eso en ocaciones te alejabas de mí, ¿estoy en lo cierto?
A veces sentía que me despreciabas, otras...que me ignorabas porque no te importaba en lo más mínimo. E incluso me hacia una lista de todas las cosas por la cual tú no te fijarías en mí, las tengo anotadas en un cuaderno por si no me crees, creo que llevo más de mil apuntes. Vaya, me sorprende mi propia estupidez.
Las cosas que tú ocasionabas en mí me irritaban, era una especie de amor odio. Y era, porque es pasado. Me gusta repetírtelo, es como si estuviera concentrándome en tú crueldad para no ver la mía, mejor dicho, es así. Pero tú eras bastante cruel, había días donde me decías cosas que según tú no expresabas a nadie, que solo en mí podías confiar, que yo era la única en éste planeta que te entendía. Ahora que lo pienso, eras bastante exagerado, y yo era demasiado ingenua.
Me ilusionaba con facilidad, era una torpe, y para qué digo era si lo sigo siendo. La única diferencia es que mi nível de torpeza cambió, pero ése es otro asunto.
También recuerdo cuando quería unir todos los pedazos que habitaban en ti, y eso hacia que fueras un misterio para mí ya que yo quería saber qué hicieron que aquellas heridas se formaran, y así conocí tú vida. Y sí, me terminé cortando con varios pedazos rotos tratando de ser tu pegamento. A veces siento aquellos pedazos que se incrustraron dentro de mí y temo que algún día acaben por sangrar. Es un miedo muy grande, temo recaer en ti. Aunque dudo mucho de que eso pase.
A veces te necesitaba, no sé si te quería físicamente conmigo o si solo quería charlar. No es como si yo me entendiera completamente, antes lo hacía, pero ahora todo es muy confuso. Varias veces quise correr hacia ti y abrazarte porque te veía como a un niño indefenso, y sabes cuánto amo a los niños. No sé si recuerdas aquellas tardes donde te mencionaba que te parecías a mí gato, tampoco sé si escuchaste cuando decía que me encantabas los felinos. Todo se trataba de indirectas.
Indirectas que quizá captabas, o que tal vez yo tenía la esperanza de que lo hicieras. Nunca supe si de verdad lo hiciste. Supongo que no. Y es una pena. Pudimos haber sido felices juntos. Tú necesitabas un pegamento, y yo necesitaba a alguien para no sentirme tan vacía. Era la verdad, no había otra razón oculta. Pero no te quería por eso, no era porque te parecieras a mí gato o porque me recordabas a un niño indefenso, esas no eran las razones de mí amor. Sinceramente no sé cuáles eran, nunca lo supe. Solo te quería, así, sin más. Y no sé qué tipo de amor sea ése, pero supongo que era lo que te merecías.
Y ahora mi corazón está latiendo cada vez más lento, y estoy sintiendo en mis adentros como el fuego no se apagó. Y no importa lo mucho que yo me esmere en decirte que no te quiero, que lo mío con él funcionó, seguiré volviendo a ti. Y eso es una putada.
¿Cómo calmar está profunda obsesión?
¿Cómo le explico a mí alma que se terminó?
Me encantaría estar a destiempo, así continuaríamos con nuestras vidas tranquilamente. Me da tanta rabia tener la capacidad de decir tan fácilmente adiós a quién sea pero que contigo sea diferente. Y no he dejado de fumar, y no puedo dormir, en medio de la soledad, sigo pensando en ti. Y no me atrevo a comenzar por olvidarte al fin, porque me asusta descifrar que habrá después de ti.
¿Qué hay después del último adiós?
¿Qué hay después cuando acaba el amor?
No lo sabré hasta que lo intente, supongo. Y sinceramente, estoy hasta los cojones de ti. Sé muy bien que lo que estás haciendo es porque me quieres ver llorar, si supieras como estoy sonriendo te frustrarías. Ambos somos orgullosos, te lo he dicho antes. Si tú dices que quieres a otra, yo lo haré también. Y eso es precisamente lo que estoy haciendo.
Nunca acabaremos con éste juego, ¿verdad?
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Palabras mudas.
ŞiirY es verdad, muchas veces tenemos un nudo en la garganta, y el silencio se hace dueño de las palabras mudas, especialmente cuando deseas escuchar al menos una palabra que duela y solo obtienes el silencio y la despedida. El mejor silencio es aquel...