3. Fiesta

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Adam aparco frente a lo que se supone que es mi casa, deje salir un suspiro, Adam me miro extrañado.

―No quieres entrar a tu casa, sabes que podemos ir con los chicos si no quieres estar aquí. –dijo con sorna.

―Bah, no quiero entrar y lo sabes pero ¿Qué más me queda? No me la voy a pasar día y noche con ustedes. –al instante de decir eso Adam hizo una mueca de sentirse dolido por lo que acababa de decir ―Sabes a lo que me refiero idiota, necesito tiempo para mí y algo de espacio ¿no crees? Yo tengo amigas con las cuales puedo hacer fiestas de pijamas, hablar de chicos, pintarme las uñas y llorar viendo una película romántica –Adam soltó una carcajada y yo lo golpee en el brazo riendo con él.

―Ya Jane, para, todos sabemos que tus únicos amigos somos nosotros, además creo que primero salgo con un chico antes de que tu hagas eso. –tome mi bolso y fingí dolor por lo que acababa de decir, salí del auto y el rió. ― Sabes que me dolió, ¿verdad? Yo puedo ser muy femenina ¿no crees? –sonreí ―Nos vemos más tarde Adam.

―Adiós Jane. –encendió el motor y al instante el auto ya no estaba.

Entre a casa y disfrute de la paz que me rodeaba, se sentía bien estar sola en casa, subí a mi habitación con una sonrisa en el rostro, tire mis cosas en la cama y encendí el radio a todo volumen con una de mis canciones preferidas de Arctic Monkeys - Why'd You Only Call Me When You're High?

Estaba tan relajada cantando a todo volumen esa canción, hasta que tocaron desesperadamente mi puerta.

Llegaron las moscas, un repelente por favor. –gruñí mientras me acercaba a la puerta a ver a quien tengo que espantar.

― ¿qué quieres? –dije de mala gana al ver a Robert con una postura seria en el marco de la puerta con el ceño fruncido ― ¿tengo que sacarte las palabras con cucharitas o qué Robert?

 ―No me hables de esa manera Jane yo soy tu –lo corte ―Eres mi padre, si Robert, te recuerdo que un padre no es el que te da un apellido y te aleja de tu madre. –le grite enfadada ¿Cuántas veces iba a tener esta misma discusión con él?

― ¡Que no me hables así, maldita sea! –respiró con frustración. ―Solo necesito que apagues esa música, ya sabes que no se permite ese tipo de música en esta casa, además las niña tienen una reunión con sus amigas y... -le cerré la puerta en la cara,  Robert me tenía demasiado aburrida con su drama, apague la música y me puse a hacer mis deberes escolares y cuando termine me cambie para irme a la fiesta donde tocarían los chicos.

Baje las escaleras y sin dar explicaciones salí de ese lugar, fuera de mi casa estaba Ry esperándome, le sonreí y me devolvió la sonrisa.

―Acaso tienen turnos ustedes, ni siquiera me avisan cuando vienen por mí.

―Hola Ry, espero que estés bien, gracias por pasar por mí. –me dijo, elevando una ceja a la vez con una sonrisa divertida en los labios.

 ―No debías haber pasado por tu chica hace media hora. –le dije con una sonrisa burlona enfatizando la palabra ''tu'' e ignorando su ironía con respecto a mi descortesía.

― Esta en el auto. –dijo fastidiado, pero la que estaba más fastidiada era yo. ―En serio Ry.... Solo vamos, ya quiero llegar y despejar mi mente. –le dije y me subí en el asiento trasero del auto de Ry.

― ¿Qué es lo que apesta aquí, Ry?

―No seas retardada, no notas que huele delicioso, es un aroma de fresas complementado con mi perfume. –rodé los ojos ―Con razón apesta tanto. –murmure.

Si me preguntan a quien prefiero de a esa chica o a las gemelas, pues diré que a las tres las arrojaría al vacío en algún lugar que todos desconozcan. Sonreí ante esa idea; El camino fue algo espantoso, ¿Cómo puede haber tanta estupidez en una sola persona?

Llegamos y yo estaba asqueada, esa chica no había despegado los labios de la piel de Ryan ni un segundo, era como si ignorara el hecho de que yo estaba en el asiento de atrás y de que Ryan estaba conduciendo, me sorprendí de que hayamos llegado vivos.

―La próxima vez que estés con tus muñequitas sin cerebro, te ahorras el viaje de pasar por mí, estoy sumamente asqueada, Ryan. –se limitó a sonreír y luego ella salió y lo tomó del brazo para que entrar al club.


Yo les seguí el paso y me dirigí a donde estaban mis amigos, ya casi era su momento de cantar y yo estaba preparada para sacar toda la furia y la adrenalina que llevaba dentro de mi esa semana con música antes de que golpeara a alguien.

No quiero vivir con ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora