• Día 4 •

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Decían que era mejor no revelar algunos secretos

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Decían que era mejor no revelar algunos secretos. Pero los muy malditos se hacían de rogar la mayoría de las veces.

Y es que Midoriya había descubierto una extraña cicatriz en el mentón de Todoroki.

No es que la había notado tras pasarse todo un día besuqueando su cara —para nada—, ni mucho menos mientras apreciaba su hermoso rostro luego de pasar una siesta juntos en su cama.

Y él no era chismoso ni curioso —sí lo era—, así como sabía que no debía darle importancia a una cicatriz tan insignificante —pero lo hacía—, por lo que lo más lógico sería que Midoriya dejase de darle vueltas al asunto.

Ese fue un craso error de su parte.

Cuando Midoriya se obsesionaba con algo, no pasaba nada bueno. Su colección de edición limitada de las tangas de Orumaito's Secret podía hablar por sí mismo.

Pero intentaba justificarse con esto. Todoroki era su novio. ¡Su jodido y sensual novio!

Y él solo quería su bien.

Aunque ese bien era relativo... porque su novio era hijo del mismísimo Endeavor.

Midoriya nunca se había creído esas estupideces que los suegros eran la peor cosa de la historia. Oh, pero lo eran. Al menos el suyo. Que siempre le miraba como si quisiera partirlo a la mitad para comerse sus riñones con un poco de jugo de limón.

Y aunque le diesen ganas de cagarse en sus pantalones cada vez que veía aparecer a la montaña cubierta en llamas que era su suegro, Midoriya hubiese peleado con él por el honor de Shouto.

¡Se hubiese peleado incluso si sus armas letales eran una ramita reseca y una cabra! ¡Él tenía que defender a Todoroki!

Pero antes de seguir desvariando... Midoriya recordó la cicatriz. Esa que no había notado en Todoroki, pero de la cual tampoco nunca le habló.

Y ya, Todoroki no era del tipo conversador. De hecho, era esa odiosa clase de persona que nunca respondía a tus risas o tus emojis en WhatsApp. ¡Pero así y todo le amaba, claro estaba!

El punto era... cuando Todoroki decidía no hablar de algo de una forma tan específica...

Podían ser dos cosas: o no tenía de qué estaba ocurriendo, o era un recuerdo doloroso de su infancia.

Pero como hasta incluso Shouto debía ser consciente de que tenía una cicatriz que le cubría parte de la barbilla —no se podía ser tan tonto—, Midoriya entró en pánico al deducir que se trataba de algún horrible recuerdo junto a Endeavor.

Y su corazón se arrugó más que los exámenes reprobados de Kaminari cuando los usaba para jugar baloncesto con el tacho de la basura.

Imaginó un millón de horribles escenarios, en todos donde un pequeño Shouto era obligado a entrenar sin descanso, desvaneciéndose por el agotamiento, siendo apaleado por su padre...

TodoDeku Week 2019 - [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora