Capitulo 41

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-Ella no esta muerta ¿verdad?- pregunto Damian entre lágrimas, la esperanza luchaba por abrirse paso ante el dolor que le aplastaba el corazón. 

—Dudo que ese demonio nos haya mentido con algo así —respondió Starfire, su voz cargada de incertidumbre y dolor. Su fe en el demonio  parecía vacilar, pero la realidad de la situación seguía siendo desconcertante.

El equipo se lamentaba profundamente por la aparente pérdida de su única hechicera. La atmósfera estaba cargada de desesperación y tristeza mientras cada uno se enfrentaba a la posibilidad de su partida. La pregunta "¿Qué haré ahora sin ella?" resonaba en la mente de todos, su frustración visible en sus gestos y expresiones. A medida que los demás comenzaban a retirarse lentamente del lugar, la figura de Damian permaneció estática en la calle. Las lágrimas caían de sus ojos y se mezclaban con la lluvia que había comenzado a caer de manera torrencial, como si el cielo mismo llorara la pérdida. El pavimento se mojaba con sus lágrimas, y el sonido de la lluvia caía en un ritmo triste y constante. 

La gente corría a refugiarse en sus casas, buscando consuelo en el calor y la compañía de sus seres queridos. En contraste, Damian se encontraba solo, enfrentando una realidad cruel. El futuro que le esperaba estaba marcado por una tristeza profunda: iría con una novia a la que no amaba y un bebé que, según se decía, no era suyo. La ironía de su situación no se le escapaba: mientras él se veía forzado a aceptar un destino tan sombrío, sabía que nunca volvería a ver a Rachel Roth, la persona que había significado tanto para él.

Jonathan, viendo la inmovilidad de su amigo, se acercó y le tocó el hombro con una delicadeza que contrastaba con la intensidad de la situación. Era una señal silenciosa de que era hora de irse, de dejar el lugar donde el dolor se había apoderado de sus corazones. Sin embargo, Damian permanecía inmóvil, su cuerpo como una roca , atrapado en un estado de parálisis emocional. ¿Por qué no la protegí?" se repetía una y otra vez en su mente, un eco doloroso que resonaba con cada latido de su corazón. El sentimiento de impotencia lo envolvía, un peso que parecía hacerle difícil respirar. Su pecho ardía con un dolor agudo, un pinchazo que le resultaba más doloroso que mil espinas perforando su piel. Era como si un agujero negro se hubiera abierto en su corazón, devorando toda esperanza y alegría que alguna vez tuvo.

-¿Por qué no pude protegerla? - susurro el con su cara agachada, dejando caer una infinidad de lágrimas. 

—Damian... ¿cómo ibas a protegerla? Estaba en el infierno, era imposible —dijo Jonathan, tratando de ofrecer una perspectiva racional a la angustia de su amigo. Pero sus palabras parecían tener poco efecto frente al torrente de emociones de Damian.

-¡No! ¡No lo era¡ ¿Qué no te das cuenta?! -gritó Damian con su voz resonado con desesperación y rabia mientras miraba a su amigo - ¡¿Qué no te das cuenta?! Si ella hubiera confiado en mi, no se hubiera ido. Ella estaría viva, luchando a mi lado... pero no confió en mi... - Sus palabras eran un grito desgarrador, cargado de culpa y autocrítica. Se sentía como si el peso de la pérdida y la culpa lo aplastaran. Su mirada se suavizó por un momento mientras tratada de seguir hablando- —Cada vez que intentaba contarme sobre su vida... yo... yo solo la ignoraba e iba por sexo. No estaba allí para ella cuando más me necesitaba. Ahora me doy cuenta de que podría haber hecho algo, cualquier cosa para evitar esto.

-Damian...-comenzó Jonathan, su voz suave pero cargada de preocupación.

—¡Soy un maldito imbécil! —gritó Damian al aire, la rabia y la desesperación estallando en un grito que resonó en la tormenta. Golpeó el suelo con fuerza, sus nudillos rompiéndose y sangrando, y se quebró en llanto, el dolor y la culpa llevándolo al borde de la desesperación.

Solos tú y yo •••Damirae••• [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora