Capítulo 3: el corredor

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Hyukjae era amigo de Kyuhyun, su amistad comenzó en una comisaría. Habían sido detenidos infraganti: Hyukjae estaba pintando una barda y Kyuhyun vomitando su cena muy cerca de allí, al parecer estaba demasiado ebrio para recordar. Dado que era fin de semana no les permitieron salir, pues el encargado de los papeleos regresaba hasta el lunes, haber pasado 48 horas en una celda los había vuelto cercanos, sin duda. Después de aquel encuentro peculiar, pero fortuito, Hyukjae decidió mantenerlo a su lado y a partir de ese día se volvieron amigos cercanos. Solían reunirse por las tardes en casa de alguno, en una vieja covacha que sus amigos usaban para ensayar, en las fiestas o huyendo...

No de la policía, sino de la vida.

La primera vez que Hyukjae vió a Donghae fue, justamente, en una fiesta y no parecía estarla pasando muy bien. Estaba sentado junto a Kyuhyun, el único vínculo que alguna vez podrían compartir, pues no parecía que el castaño estuviese interesado en nada más que su vaso; a partir de ese día como si de un hábito se tratara, Hyuk buscaba la melena castaña en todas las fiestas a las que asistía, no siempre había suerte, pero cuando se lo encontraba se sentía bien. Incluso logró notar que Donghae sólo iba con sus amigos, reían un rato y bebían, pero después de un par de horas se apagaba, como si la fiesta chupara todas sus energías y sus amigos hubieran agotado sus sonrisas, de un momento a otro desaparecía, por lo que Hyukjae dedujo que se había marchado.

Él, por otro lado, encajaba bien en esos ambientes, era amante del alcohol y del tabaco, se la pasaba de maravilla en las fiestas a lado de sus amigos, allí había encontrado un refugio donde no hacía falta pensar ni sentir, sólo divertirse. Era un especie de suspensión de su vida diaria y eso le sentaba muy bien.

Varias ocasiones pensó en pedirle a Kyuhyun que le presentara a su amigo, pero jamás se sintió completamente a gusto con ese deseo y decidió callarlo, a veces intentaba escuchar conversaciones y recopilar datos que pudieran ser arrojados en esas pláticas triviales, pero nunca lo logró. Donghae parecía una especie de fantasma, que encandilaba a todos aquellos que se atrevían a mirarlo y luego desaparecía. Así de irreal e inalcanzable lo sentía, era tan fantástico que, cuando se dió cuenta, Hyukjae ya había caído, era como un mosquito dirigiéndose a la luz.

El primer encuentro fue de verdad una grata coincidencia. Hyukjae regresaba de una fiesta demasiado alocada incluso para sus gustos. Cuando llamaron a la policía a causa del alboroto, él decidió huir de allí, tenía una larga lista de detenciones en la comisaria, todas eran faltas menores, como no saber qué pintar paredes requería permisos oficiales, o aún cuando los tenía, olvidarlos en casa, entre otros incidentes demasiado tontos como para ser dignos de una historia. Ser pillado en aquella fiesta superaba, por mucho, sus niveles así que prefirió huir.

Caminó con tranquilidad un par de cuadras, pero luego pensó que andar con esas pintas tan cerca del lugar no era una de las mejores ideas que había tenido, podían confundirlo con un ladrón o con algun vagabundo y ninguna de las dos escenas le causaban entusiasmo, por ello hizo lo que hacía siempre y comenzó a correr en dirección a su casa, fue entonces cuando chocó con él, con Donghae.

Las sirenas de las patrullas sonaban muy cerca y que los dos estuvieran solos en medio de la calle era demasiado sospechoso, sin pensarlo demasiado, tiró del otro sujeto hasta ocultarse, pero no fue sino hasta que la luz alumbró su rostro que se percató de quién era el chico aprisionado. Su corazón habituado a correr comenzó a latir como si acabara de salir de una montaña rusa, su respiración se descontroló y rogó porque aquello no se notara, aunque a decir verdad era imposible, estaban pecho a pecho.Aún así agradeció su suerte, esos minutos habían sido el cierre perfecto de la semana, tener al castaño tan cerca era un pequeño regalo del universo.

Sin embargo, como quien despierta de un sueño, tenía que dejarlo ir, pero en esa ocasión se sentía tan intrépido que tomó una decisión: si volvía a encontrarlo en la calle dejaría acallar su impulso de huir y lo intentaría, hablaría con el castaño de ojos chocolate que lo había encandilado, no había nada que perder, literalmente.

Quizá fue por ello que no tardaron demasiado en volver a encontrarse...

Donghae lo había invitado a subir a su coche, Hyukjae, como el enorme idiota que era, no supo qué decir y posteriormente se dedicó a bromear con el chico; pensó que sus técnicas de chulería funcionarían, pero estaba lejos de allí. El acabose fue cuando le preguntó su nombre y éste, para hacerse el interesarse, le dijo que se llamaba "Spens", ¿no podía haberse inventado un apodo menos ridículo? sus amigos ni siquiera lo llamaban así, a veces sólo le gritaban "idiota", y bueno, eso le quedaba realmente bien.

Ese maldito niño lo sacaba de su zona, lo ponía en juego y eso sólo lo volvía más imbécil, pero para ese punto podía decir que Donghae no sólo le gustaba, es decir, todo empezó así, el castaño se metió por sus pupilas y había que ser realmente ciego para no darse cuenta de que era hermoso, no obstante, poco a poco buscar su presencia en las fiestas y merodear cerca de él tenía otras intenciones. Era cómo conseguir un rayito de felicidad cada que lo veía. Se sentía agradecido de haberlo encontrado y ahora que quizá podían saludarse si se veían en la calle, no pensaba en retroceder.

Se le ocurrió una forma de dar las gracias y de paso instalarse en su memoria, con un poco de suerte, para siempre. A simple vista parecía una locura, una estupidez, pero él era Lee Hyukjae, por eso aquella idea encajaba bien con su personalidad, así que decidió hacer lo único que le salía bien, la única cosa que consideraba valiosa en su desordenada vida... una apuesta por la libertad o cuarenta y ocho horas de cárcel... Con la maleta llena de latas y después de saltar la reja, decidió que era un buen momento para embarcarse hacia una nueva aventura. 

 

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Only x you [EUNHAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora