Black Velvet ➳Capitán Flint

ESCENA VI

Afortunadamente para Isla tras esa noche con Flint no había tenido apenas que esforzarse en evitarle porque él había partido dos días después. Ella, por su parte, recibió una oferta de Edward Teach y no había podido rechazarla. Primero porque habría sido una completa imbécil de perder tal oportunidad, y por otra parte porque el pirata le daba tanto miedo que ni se le pasó por la cabeza.

Habían sido tres semanas de auténtica locura y en las que había aprendido muchísimo. Estar bajo las órdenes de Barbanegra era un lujo al que no todos podían acceder. A ella no le gustaba acatar mandatos pero Teach era tan buen líder y gestionaba a la tripulación de tal manera que todo el mundo le hacía caso sin plantearse llevarle la contraria ni por un instante.

Nada más embarcar el capitán había dado un discurso bastante bueno presentándola a sus hombres, dejando claro que si alguien hacía algún tipo de comentario irrespetuoso o se pasaba lo más mínimo el castigo sería inmediato. Ella lo agradeció, aunque tampoco hacía falta porque se podía defender sola. Pero una amenaza del capitán nunca venía mal.

Afortunadamente no se había sentido sola en ningún momento, muchos de los hombres de Teach habían pasado mucho por la taberna y tenía buena relación con ellos. A pesar de que Isla era una persona bastante reservada y solitaria, debido al estilo de vida que había llevado, tampoco podía estar tanto tiempo en el barco sin socializar nada.

Era uno de los mejores viajes de trabajo que había hecho. El botín a repartir era bastante generoso y la lucha había sido dura pero no demasiado, justo como a ella le gustaba. Volver a saltar de un barco a otro y caer viendo la cara de miedo de sus contrincantes era su momento favorito. Además a parte de la mercancía que esperaban encontrar resultó que era un barco negrero por lo que pudieron liberar a todos los esclavos que llevaban a bordo.

Aun así, en esos momentos se arrepentía bastante de haberle dicho que sí. Estaban llegando a Nassau cuando se habían encontrado con un barco mercante español, probablemente con un gran cargamento de tabaco. Teach había ordenado abordarlo, no deberían haber tenido ningún problema si no hubiera sido porque la mercancía que llevaba eran esclavos y para defender sus cadenas altos cargos del ejército del imperio.

Todo se había complicado en un momento y se encontraba tumbada contra el suelo de madera del barco con un alto mando español encima que de alguna manera había conseguido que perdiera el equilibrio. Tenía la espada del hombre a pocos centímetros de su cuello pero la estaba parando con sus manos. No sabía cuánto iba a poder aguantar en esa posición, no paraba de brotar sangre de sus palmas y el dolor le estaba haciendo ver borroso.

Se preguntó si con una mano podría aguantar el arma mientras cogía el cuchillo que llevaba colgado del cinturón. Si conseguía hacerlo podría zafarse del hombre, pero si la espada alcanzaría su cuello. Decidió intentarlo porque no le quedaba mucho que perder, y porque se negó a morir luchando contra un Imperio occidental.

Retiró su mano derecha del hierro y tras gruñir intentando evitar gritar del dolor tanteó por su cadera, buscando el arma. Cuando tocó la empuñadura lo cogió y sin dudarlo ni medio segundo comenzó a clavárselo al hombre que se encontraba encima de ella. No paró hasta que notó que no había resistencia que empujara la espada hacia ella y como pudo se lo quitó de encima. Controló su respiración y miró a su alrededor, viendo como los piratas iban venciendo a los españoles que quedaban.

Se había olvidado por un momento de los pinchazos de las manos. No quería mirar porque sabía que probablemente fuera algo grave, ella tenía una gran resistencia al dolor y realmente había estado a punto de desmayarse de lo intenso que era. Cuando decidió que tenía que hacerlo por mucho que le costara se encontró con las palmas llenas de sangre y un par de cortes muy profundos en cada una de ellas. También tenía otras heridas más superficiales.