Capitulo 4.

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—Ya has vuelto a meter la pata.

No fue una pregunta si no una afirmación. Chanyeol apartó la vista de la ventana desde su pupitre y observó como su mejor amigo se sentaba donde siempre, en la silla del pupitre de en frente. Pero a diferencia de otras veces Tao no parecía estar enfadado, si no más bien exhausto. Suspiró y apoyó un codo en la mesa, sujetándose la barbilla con una mano. El alto se dio cuenta de que a Tao no le había dado tiempo a ser extravagante esa mañana, llevaba el uniforme normal, sin ningún toque personal y su bonita melena color fuego estaba despeinada, el rey del glamour se había quedado dormido esa mañana.

—Más o menos — Contestó Chanyeol mientras que trataba de poner bien uno de sus mechones despeinados y rebeldes. —¿Estás bien Tao?

—Si, solo cansado, mucho…

Y cerró sus párpados un momento, manteniendo la posición. A Chanyeol le extrañó muchísimo que no se hubiese puesto a avasallarlo a preguntas o a regañarle directamente.

—Ayer, con Kai… —Murmuró, contándoselo directamente él. Tao abrió los ojos y enfocó hacia él su mirada entreabierta. —Volví a ir a su casa y pasaron cosas…

—Kai te gusta, ¿verdad? —Le cortó.

Chanyeol bajó un poco los párpados hacia la madera del pupitre, después asintió con la cabeza.  Tao se echó hacia atrás un poco y se sobó la nuca mientras miraba a su amigo.

—Lo siento quizá yo también he tenido la culpa — El moreno lo miró interrogante — Te insté a volver con Baekhyun deliberadamente y no deberías haber vuelto con él si estabas confuso por culpa de Kai.

Chanyeol se esperaba de todo menos eso. Su mejor amigo parecía otra persona esa mañana.

—¿Qué hago ahora? — Le preguntó el más alto, Tao se encogió de hombros un poco.

—No lo sé, creo que al fin y al cabo no soy la persona adecuada para darte consejos. Haz caso a tus sentimientos Chanyeol, haz eso.

Entonces sonó la campana y el pelirrojo se levantó, yéndose a su pupitre al otro lado de la clase.

* * *

Kai abrió los ojos lentamente ¿Cuánto tiempo había pasado?

Al enfocar la vista se dio cuenta de que estaba en su apartamento, más concretamente en su habitación. Trató de moverse pero una punzada de dolor se lo impidió. Hizo una mueca y volvió a recostarse.

—Tómatelo con calma. —Kris, su representante, entró en la habitación con una bandeja de comida. El hombre vestía una camisa azul clara, sin corbata, y unos pantalones de pinza negros. —¿Tienes hambre? —Y depositó la bandeja en la mesita de noche a la vez que se sentaba en el borde de la cama.

—La cabeza me da vueltas ¿qué diablos pasó? —Kai se frotó la cara con las manos, confuso.

—Desfalleciste en mitad de la grabación y tuvimos que parar. Te traje a casa para que descansaras ¿no estás comiendo bien?

Kai suspiró y dejó las manos cruzadas por encima de su cabeza, sobre su coronilla. Miró al techo, pensativo.

—Sí… será eso.

—Hmm, pues te voy a echar la bronca por eso, vives de tu cuerpo y tienes que cuidarlo.

—No finjas que te preocupas por mí, para ti solo soy una máquina de hacer dinero fácil.

—Tienes razón, y que yo sepa nunca he dicho lo contrario. —Kai soltó una pequeña risa despectiva ladeando la mirada.

—Eres un cabrón despiadado.

Enséñame más | Kaiyeol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora