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La mentira más dulce de nuestro amor,

La escribiste en sangre y como promesa quedo.

No me pidas que me vaya, porque no sé qué camino tomar.



Louis había salido durante dos horas, había salido después de desayunar, había escuchado el ligero latido del corazón del omega, había escuchado las gotas de la lluvia artificial caer contra su cuerpo. Y aun pasada esas dos horas, el omega seguía en la ducha. Le fascinaba ver a su omega tan suelto y confiada, pero temía por su salud, tanto tiempo bajo el frió del agua podría enfermarlo, era viernes, si enfermaba hoy mañana no estaría para poder cuidarle.

Con pasos lentos subió las escaleras hasta la recamara del dulce omega, el olor era fuerte, se mantenía ahí como un abismo, era un olor a café y fresas, delicioso y refrescante.

Dio tres golpes a la madera para hacer notar su presencia, abrió y vio todo el mundo del omega, sus ropas estaban regadas y el computador que le había obsequiado estaba en el suelo, reproduciendo aluna canción de algún grupo conocido. Las puertas de madera del armario estaban abiertas, había ropa y peluches que el omega se había traído con él.

Aunque Harry no sonreía y su rostro era una sola cara de seriedad, Louis podía notar sus ojos tristes y sus ojos felices y ellos hablaban más que el mismo omega.

Louis camino al pequeño cuarto de baño, temía romper la confianza de su omega interrumpiendo en su privacidad, pero realmente era hora de que Harry terminara su ducha, la puerta no tenía pasador por lo que pudo entrar sin problemas.

Harry había subido a bañarse, apenas el alfa salió. Quería bañarse y arreglarse, para él; oler a rico y estar bonito. Las omegas eran vanidosas y se jactaban de sus suaves curvas, Harry nunca había podido hacer algo como eso, ya que para sus antiguos amos el solo había sido un juguete, los juguetes no piensan y no hablan. Los juguetes estaban muertos; así que se había aplicado una gran cantidad de champú de coco en el cabello y en la piel, lo que Harry no sabía era que ese champú hacia demasiada espuma, por lo que sacárselo del cuerpo era demasiado difícil. Llevaba un buen tiempo bajo el agua, tratando en un vano intento de sacarse todo el jabón, su cuerpo ya estaba helado y sentía sus manos quebrarse con cada jalón que aplicaba a su cabello. Sus risos se encontraban aplastados contra su cabecita y a su frente, Harry chillo cuando una pequeña burbuja de jabón cayó en su ojo. Sollozo por el dolor y por la vergüenza, era demasiado bruto y torpe.

Sentía sus mejillas arder, porque había sentido la presencia del alfa desde que golpeo a la puerta de su habitación. Ahí estaba el alfa, siendo testigo de su humillación.

-Oh dulce omega. – Arrullo Louis, arremangándose las mangas de su camisa, peino los cabellos de Harry hacia atrás, hasta dejar desnuda su frente y sus ojos, Harry mantenía su ojo izquierdo cerrado por el ardor del jabón y por el derecho miraba al frente, hacia su alfa. – Mira el desastre que has provocado, - rio dulcemente. Observando la pálida piel enchinada. Paso sus cálidas manos por los brazos del omega notando lo frio que se encontraba.

-F-frio. – Murmuro Harry, metiendo su cabeza en el pecho del alfa. Louis tomo el cuerpo pequeño entre sus brazos y lo llevo hacia su recamara, allí lo dejo en la cama y fue por un secador, Louis duro por lo menos cuarenta a cuarenta y cinco minutos lavando el cabello del omega, para sacar el jabón y las burbujas. Todo lo hizo mientras mantenía el cuerpo pequeño cubierto por una bata entre sus piernas, proporcionándole calor, seco y desenredo los rizos chocolate con dulzura y paciencia. Cuando termino, el pequeño omega estaba arrullado contra su cuerpo gimoteando.

Omega. [Homoerotico/ Larry Stylison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora