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‐｀💫 ´‐ ´ ｀ –no, pero me he dado cuenta de que eres especial para mí.
fue un momento, pero yena lo vio: la desolación y el terror mezclados que cruzaron la cara de yuri en un segundo. la única emoción que ella le ha visto mostrarse en su cara a parte de ira. pero su rostro volvió a su típico estado molesto en segundos.
–¿cómo voy a ser especial para ti cuando no me conoces? no seas ridícula. no voy a ir al baile contigo. y por última vez, déjame en paz –dijo de corrida mientras se soltaba de las manos de yena.
salió corriendo del baño y siguió corriendo hasta que estuvo completamente sola. entonces dejó que las lágrimas recorrieran sus mejillas. lloró por lo tonta que había sido todo este tiempo, poniendo esa fachada de chica mala cuando en realidad ella sólo quería un abrazo de alguien que le quisiese. sin embargo, de quien yuri quería ese abrazo nunca iba a quererla de la misma forma en la que la quería ella y ahora estaba aún más segura de ello.
‐｀💫 ´‐ ´ ｀
quedaba menos de un mes para el baile. yena y yuri no volvieron hablar en todo este tiempo pero yuri no podía parar de sentir la mirada de yena posada sobre ella en clase. sin embargo, no le dio importancia. ella le había puesto un punto y final a su relación y no pretendía borrarlo.
por otra parte, yena estaba muy ocupada intentando volver a hablar con yuri.
–entonces nos vemos en una hora aquí mismo –le dijo en voz baja a una chica alta. ella asintió y se marchó.
yena volvió a clase. al entrar, su mirada se dirigió hacia la chica castaña del fondo, yuri. la apartó casi al momento, pero había tenido la suerte de que yuri estaba enfrascada en su móvil en ese momento. por supuesto, yena sabía que yuri no quería hablar con ella. no la miraba y parecía no darse cuenta de su existencia.
se quitó esos pensamientos de la cabeza y se dispuso a coger su usual asiento en la primera fila, pero una voz la interrumpió.
–hey, no he traído mis gafas hoy, yena... ¿podemos intercambiarnos los sitios? por favor –preguntó la persona, un poco tímida.
yena le dedicó una sonrisa gigantesca y asintió.
–claro, susana. y si lo quieres, quédatelo. me gusta la segunda fila.
–¡gracias!
yena se sentó en su nuevo sitio y esperó, impaciente, a que la clase acabara. una eternidad más tarde, la campana del recreo resonaba por los pasillos y yujin entraba por la puerta del aula al mismo tiempo que la profesora se marchaba. yena miraba disimuladamente la escena que transcurría delante de sus ojos; yujin le dijo algo a yuri y ella asintió.
