Capítulo 7

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La luz de la luna entraba por la ventana de la cocina. Le ofrecí ir para el salón y así estar más cómodos. El silencio inundó la habitación por varios minutos.

- ¿Sabes qué? Siento que aunque hemos hablado todo sobre nuestra situación pasada, creo que de todo no está cerrada... No sé -. Me dijo para interrumpir aquel silencio.

- ¿Y por que crees eso? ¿Qué más necesitamos hablar? -. Le pregunté extrañada ante aquellas palabras.

- No lo sé... Es que por otra parte siento miedo, tengo mucho miedo -. Añadió.

- ¿Miedo a qué? -. Insistí intrigada.

- Pues a que estemos intentando volver a ser amigos y que algo la cague... Siento que no estoy conforme cien por cien -. Comentó para desahogarse.

- ¿Y quién iba a cagar esto ahora? No lo entiendo Luís, se supone que estamos poniendo los dos de nuestra parte para poder recuperar esa amistad que tanto nos enriqueció -. Le respondí.

- Pues cualquier cosa Aitana, yo siempre sentí que nuestra relación estuvo gafada y no quiero que ahora pase lo mismo, aunque sea de amistad... -. Añadió.

- Luís, nuestra relación nunca estuvo gafada, nuestra relación se fue al garete por lo que se ha ido, seamos realistas... No podemos culpar a nadie de ello, ahora estamos intentando ponerle freno por lo que no entiendo darle vueltas a eso... -. Dije desconcertada.

- Lo sé Aitana, lo sé... y sabes que soy el primero que quiero ponerle freno a ello, pero estoy desconfiado -. Continuó.

- ¿Y desconfiado de qué? ¿De mí? -. Insistí algo agobiada al ver que la situación se tensaba.

Era lo malo de la relación de Luís y mía. Siempre que habíamos intentado arreglar las cosas entre nosotros, algo nuestro lo acababa estropeando. ¿A qué venía ahora esa desconfianza por parte de Luís?.

- No, Aitana, a tí no te he culpabilizado de nada, igual hasta puede que sea yo, que no me aclaro ni conmigo mismo... -. Dijo mientras cerraba los ojos, apretaba el puño fuertemente y miraba fijamente al suelo.

- No digas eso... -. Dije mirando fijamente para él, al ver algo de dolor en sus ojos.

Él volvió a mirar hacia mí y pudimos miramos fijamente, sin que la miraba cambiara de sitio. Acarició mi cara al ver la expresión de preocupación por haberme dicho aquellas palabras y besó mi mejilla con sentimiento. Al sentir su nariz rozando mi cara, cuando nos dimos cuenta, estabamos unidos por nuestros labios. Esta vez sí que los habíamos juntado.

No me importó. Seguí el ritmo y me dejé llevar. ¿Porqué desaprovechar aquella situación? Empecé a sentir sus dedos por mi espalda, que se enredaban con algunos trozos de pelo de mi melena ya bastante larga.

Me senté encima de Luís en el sofá. Coloqué mis manos sobre sus hombros para acomodarme y las fuí bajando hasta su cintura. La temperatura estaba subiendo demasiado. No quise pararla.

En el momento, se me vinieron a la cabeza todas las veces que había hecho eso con Luís. Que no fueran pocas. Era como que si me volviera a sentir en la casa a la que siempre pertenecí.

Continuabamos unidos por ese beso que parecía que no tenía fin e iba cada vez a más.

Yo seguía sentada encima de él, enganchada a sus hombros y luego a sus brazos. Él seguía acariciando mi espalda y comenzando a agarrar mis nalgas. Me dejé llevar. Dejé que él tomara el control de la situación.

En el momento no era consciente de lo que estaba sucediendo, parecía un sueño del que iba a despertar al sonar el despertador como cada mañana pero me pellizqué y me di cuenta de que aquello era real.

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