Capitulo 3

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A la mañana siguiente Natasha me levanta para que la acompañe a hacer las compras en el super mercado, en el camino me cuenta su historia. Natasha tiene veinticuatro años, los padres de ella y Yago murieron ya que su padre trabajaba con gente mafiosa. Una tarde estaban en la finca de su padre montando a caballo los cuatro juntos, uno de los peones les avisó que todos los trabajadores estaban muertos, sus padres ya los habían preparado para un momento como ese, sabían dónde viajarían, dónde tenían que llegar y con quién. Natasha me relató que vio morir a sus padres al entrar a la finca, ella escondió a Yago detrás de ella para que no viera una escena como esa, desde ese entonces Natasha se ha hecho cargo de cuidar a su hermano y a sí misma.

—Yago es un chico maduro a su edad. —Me cuenta Natasha al llegar al super mercado, toma un carrito y vamos hacia el pasillo de las hortalizas—, nos cuidamos el uno al otro, fue difícil en un principio porque yo era una adolescente y también fue duro cuando Yago quemaba esa etapa, pero lo supo controlar y lo admiro por eso ya que yo no fui como él. —Examinó un tomate y luego lo volvió a dejar en su lugar.

—Creo que ambos fueron bastante maduros, —Admití—, si me hubiese pasado a mí por ejemplo, no sabría qué hacer. —Y esa era la verdad, no pienso en mí como alguien que afronte desafíos de la vida, hablemos con honestidad, yo me quejo de mi vida porque es mala, pero ¿Natasha y Yago?

—Mi mamá siempre me decía: “Natasha, todos somos especiales, Dios no comete errores”. —Expresó ella recordando a su madre, esboza una sonrisa—, yo solía ser, cuando mis padres estaban vivos, una chica acomplejada, tenía una mejor amiga que me traicionó y era inocente en mis relaciones, para ser específica, salía con el corazón hecho pedazos. —No me había dado cuenta que estábamos en otro pasillo, los cereales, galletas llamaron mi atención.

—Te entiendo cuando hablas de salir con el corazón hecho pedazos, ahora me siento peor. —Dije riendo, Nat se unió a mi risa.

—Creo que la idea no es que te sientas peor, sino que reflexiones. ¿No vas a elegir nada? —Preguntó señalando con la cabeza a los cereales.

—Sí. —Tomé mi caja de cereales de frutas favoritas.

Al seguir hablando y haciendo compras, hice una amistad muy linda con Natasha, es como la hermana que siempre quise tener, sus consejos, su forma de expresarse, ¡Es encantadora! 

Al salir con las bolsas en las manos mi corazón cae a los pies, con sus mismos jeans desgastados dejando ver el bóxer y su franela un poco demasiado grande, Jack cruza la calle, pero hay algo nuevo en él, en el inicio de su frente —justo donde le había pegado— tiene varias curitas, Natasha trata de llamar mi atención pero es inevitable no mirarlo, como si supiera que lo miran gira su cabeza hacia atrás y siento como si me echasen un barde de agua helada.

—Vámonos de aquí. —Ordené con voz firme, mis pies cobraron vida propia y en un abrir y cerrar de ojos estaba fuera del super mercado con Nat corriendo tras de mí.

— ¡Hey! ¡Paulina! —Jadeó al llegar a mí—, parece como si hubieras visto a un fantasma. ¿Qué ocurre?

—Me duele la cabeza Nat. —Si de algo soy buena, es para mentir. Nat asiente y juntos emprendemos camino hacia su casa. 

***

En la casa de Natasha la ayudé a acomodar todos los víveres que compramos, tenía que hablar con alguien y ese alguien era Yago, él sabía la verdad sobre mí y tengo que hablar con él.

— ¿Te sientes bien Pau? —Preguntó Natasha, asentí con la cabeza—, ¿Segura? Hace un momento estabas mal. 

—No Nat, yo… —Acomodé mi cabello—, estoy bien, no tienes de qué preocuparte. ¿Sabes dónde está Yago? —Pregunté mirando a todos los lados en busca de él.

—Él está en su habitación. ¿Quieres que lo llame? —Preguntó señalando el pasillo con su dedo pulgar.

— ¡No! —Ella abrió los ojos como platos—, tengo que hablar con él, así que iré yo.

Natasha se le asoma una sonrisita traviesa:

—De acuerdooo. —Dice alargando las palabras—, ve tú.

Camino lentamente y al salir de su radar corro directamente hacia la habitación de Yago abriendo la puerta y sobresaltándolo al punto que se cae de la cama, si no estuviera tan exasperada hubiese soltado una carcajada. 

— ¡No vuelvas a entrar así, casi me da un infarto niña! —Dice totalmente serio y con las manos en el corazón, su rostro yace pálido.

—Lo siento pero es urgente Yago. —Digo y cambia su expresión, asiente con la cabeza y con su mano señala su cama.

— ¿Qué es tan urgente Paulina? —Pregunta una vez sentados en su cama.

—Al terminar de hacer las compras con Natasha, vi a Jack, ¡lo vi Yago! Y él me vio. —Mi corazón se acelera y en mi mente se reproduce aquella imagen, Yago me toma de la mano obligándome automáticamente a mirarlo.

—Tranquila, estas en casa ahora. —La forma en que me miraba, su voz suave y su agarre hicieron que me calmara—, ¿crees que las haya seguido? 

—No, nos vinimos inmediatamente y estuve atenta por todo el camino. —Respondí segura.

Yago asintió e hizo lo que menos se me pudo ocurrir. Me abrazó, tomé varios segundos en salir del shock y me di cuenta de que estaba sin camisa por lo que tuve el placer de sentir su piel cálida. Su mano posó en mi cabello acariciándolo, cerré mis ojos ante el tacto. Fue apartándose de mí, subí mi rostro para verlo al tiempo en que su mano emprendía camino hacia mi mejilla en un tacto tan… íntimo.

— ¡Pau! ¡Paulina, hay dos chicos que te están buscan…! —Yago y yo fijamos nuestra atención en Natasha —la intrusa— podía jurar oír a Yago maldecir por lo bajo—, ¡ups! ¿No me digan qué…?

— ¡No te vamos a decir nada Natasha! ¿Qué quieres? —Preguntó Yago, visiblemente enojado.

"El chico de la capucha negra" (MINI - NOVELA) ~TERMINADA~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora