Capítulo 4

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20 de octubre de 2009

El día que nos encontraron estábamos en un hotel de un pueblo olvidado por Dios. Pensaba que los habíamos perdido, pero no era así.

Angeline estaba en ropa interior en la cocina y yo la miraba con deleite desde la habitación, a través de la puerta semiabierta.

—¿Quieres café? —preguntó desde la cocina.

—Sí —respondí—, a ti también.

Ella rió y se acercó. Colocó el café en la mesita de noche y se sentó a horcajadas sobre mí. Me besó despacio sonriendo sobre mi labio inferior y contuve un suspiro. Ella se enderezó y yo empecé a acariciar su cintura.

Su mirada fue hasta la ventana y palideció.

—Thomas —susurró.

Afuera en la acera, estaba él. De pie, mirándonos fijamente.

Angeline se alejó de inmediato y me llevó a rastras con ella. Nos vestimos en un santiamén y salimos presas del pánico de aquella habitación, pero al abrir la puerta Keira estaba ahí y en un abrir y cerrar de ojos, Angeline caía al suelo con una jeringuilla incrustada en su brazo.

—¡No! —grité y la mujer de inmediato cubrió mi boca con un pañuelo blanco impregnado de, según me dijeron los médicos años después, una droga llamada escopolamina.

Cuando logré despertar estaba en una especie de van en movimiento y empecé a hiperventilar. Intenté controlar mi respiración y observar lo que estaba a mi alrededor. Quizás la droga que me habían hecho aspirar no era tan fuerte, porque los recuerdos empezaron a llegar a mi como punzadas. Angeline estaba desmayada justo al lado y el teléfono en mi bolsillo oprimía mi muslo. Noté que Thomas manejaba y Keira estaba de copiloto, por lo que aproveché de sacar el aparato y escribir tres mensajes en él.

Pasaron quizás cinco o diez minutos cuando el auto se detuvo. Guardé mi teléfono y fingí estar dormida. Primero me sacaron y me llevaron cargada hasta una casa abandonada. El olor a humedad me llenó los pulmones y tuve que aguantar la respiración para evitar toser. Escuché una especie de puerta metálica abrirse y luego sentí el suelo frío. Escuché un manojo de llaves y luego silencio. Abrí los ojos despacio y vi que estaba en una celda. Me quedé inmóvil al escuchar pasos nuevamente, con los ojos entrecerrados noté que Angeline era encerrada en la celda continua.

Thomas y Keira volvieron a salir y con las manos temblorosas saqué mi teléfono, anoté un último mensaje y marqué el número de la policía. El teléfono resbaló de mis manos causando un estruendo en aquel silencioso lugar, escuché que alguien corría y tuve que ocultar el teléfono en un agujero en la pared.

—Sédala rápido —dijo Keira mirándome con asco.

Thomas sacó un pañuelo y se acercó a la celda. Apenas abrió la reja, corrí directamente hacia él y lo golpeé hasta el cansancio, sin embargo, pudo controlarme y hacerme aspirar nuevamente aquella sustancia hasta que perdí el conocimiento.

***

No crean que me olvidé del capítulo, es que no tenía internet, pero ya volvió, ya volví, mañana publico el capítulo 5. 

Recuerden comentar qué les está pareciendo, votar y compartir porque me harían muy feliz! Besos y abrazos.

EXPERIMENTO GEMINI - Proyecto 214Donde viven las historias. Descúbrelo ahora