7. Tu piel

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Por naturaleza prometemos cosas y eso está bien.

Pero, ¿cumpliremos esas promesas? ¿qué define que lo hagamos o no?

El Sol nos ilumina, y tu piel brilla. Hay un silencio que se amengua un poco con el río que corre con sus fuertes aguas, llevándose todo a su paso. Sigues sosteniendo esa cajita de madera y la pones entre tus piernas. Sabes que no hay tiempo y que de tardar más las consecuencias podrían ser inevitables.

¿Cuál es tu decisión Hanji?

Toco tu cabello y lo acaricio, tal como aquellos días soleados en los que tratábamos de resolver los problemas del mundo con tus teorías. Tú las proponías mientras que yo jugaba discretamente con tu cabello para calmar la tensión.

—Haces cosquillas, Moblit—me decías con una sonrisa—, yo creo que si lo que dice Armin es verdad, tal vez haya evidencia de que...

Algunas veces, debo confesar, me perdía en tu piel morena. Me gustaba observarla, es linda y brilla mucho con el Sol. Tú no te diste cuenta de eso, pero así estaba bien al final.

En aquellos días, cuando el panorama se veía desolador tomaba una botella de vino y la servía a escondidas. Tú solías decirme que eso consumiría mi albedrío, pero al final de la noche eras tú quién bebías más que yo. Los dos nos reíamos en la noche, cuando el alcohol ya había hecho estragos y platicábamos de lo que sería de nuestras vidas de no estar en un mundo tan torcido y cruel.

—Creo que sería la vecina loca que hace experimentos. ¿Puedes imaginarlo? Tener un vecino que hace explotar todo. Jaja, qué ridículo. Pero dime, ¿tú que serías?

—Tal vez sería ese vecino que te dice que hagas menos ruido y seas más cuidadosa.

—¡Uy! ¿En serio querrías ser mi vecino? Creí que preferirías irte a otro lado, ¡yajoo!

—No, en realidad me gustaría quedarme siempre junto a ti, Hanji—yo estaba demasiado borracho y tú no entendiste mi sutil declaración.

—¿A mi lado cómo? ¿Junto a mi casa? ¡Jaja! ¿Entendiste? ¡Mikasa!

Reí, pero no por tu chiste, sino por la desesperación. ¿No podías entenderme?

—Escucha—me bebí lo último que quedaba. No recuerdo si seguía siendo vino o vodka. Tal vez mezclé las bebidas, pero en ese punto, lo único que quería era quitarme esa amarga sensación—, yo estaré a tu lado, no importa como pero de alguna manera lo haré.

—¿Así como?—te acercaste demasiado, la distancia entre los dos era de apenas unos centímetros. Sentí mi piel ardiendo en cuanto tú respiraste sobre mi cuello—, ¿así de cerca?

—Hanji... no... no está bien, no eres consciente de lo que haces y estamos influenciados por...

—¿Por el alcohol? ¡Ja! Pensé que no te importaba eso Moblit—tus labios estaban tan cerca de los míos, mi corazón iba a explotar—, estás muy rojo... ¿por qué siento una atmosfera tan extraña?

—¿Es por qué estás encima de mí? Creo.

—Oh, sí, es verdad. Tal vez...—pero te alejaste, caíste entre mis brazos y comenzaste a reír—, tienes unos ojos muy bonitos Moblit, ¿siempre han sido de ese color? Uh, son miel, creo. Bonitos, bonitos. Me gustan. ¿Sabes? Quiero que estemos así por siempre. Al carajo los titanes, al demonio las murallas. ¿Sabes? ¡Que me caiga un rayo ahora mismo! Quiero quedarme aquí por un largo rato. ¡A la mierda todo! ¡A la mierda Levi y Petra también!

—¿Le-Levi?

—Petra quiere a Levi, lo escuché por ahí. Me vale mierda. ¿Por qué debería de importarme? Ugh, es un enano malcriado, obseso con la limpieza. Qué horror.

—Creo que tienes sueño Hanji—te acaricié de forma trémula. Sí, supe que no me veías del mismo modo—, hora de dormir.

—¿Puedo quedarme contigo esta noche? Por favor...—pero en tus ojos se leía la súplica, y yo accedí.

Dormimos en el piso, entre las botellas. ¿Sabes? No me importó. No me arrepiento.

—Te quiero, Hanji.

Pero tú no me escuchaste...

ReminiscenciaWhere stories live. Discover now