Capítulo 8: Castigo innecesario

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   Los héroes profesionales y los profesores llegaron rápidamente junto los alumnos, algunos con miradas abochornadas y otros frustrados. La clase de 2°A eran conocidos por no estar quietos cuando la ocasión lo requería y Aizawa estaba harto de que no hiciesen caso. Aunque, por dentro, admitía que le gustaba que los alumnos demostrasen los valores que se buscan en los héroes a pesar de el riesgo.
   Aizawa tuvo un breve momento para dirigir la mirada a todos; sus estudiantes no sabían donde esconderse. Habían vuelto a desobedecer, pero no se arrepentían.
   Midoriya retrocedió cuando pasó el padre de Todoroki delante suya para defenderle de Toga, ambos se dedicaron unas miradas de aprecio pero ignoraron aquello.
   Toga sonrió con malicia, aprovechando para dar un pequeño vistazo a Bakugo y a Uraraka
     —Tenía tantas ganas de luchar contra ti —dijo Toga a Midoriya, con un tono melancólico. Anhelaba, o más bien, ansiaba poder demostrar sus técnicas al chico de pelo verde, le llamaba la atención; tanto su forma de pensar como su manera de actuar hacia los demás.
   Midoriya no sabía si sonreír incómodamente o irse y dejarla con sus locuras. 
   Endeavor no se movió ni un solo milímetro, esperando pacientemente a que la chica se marchase para luego capturarla. 

   Por el otro lado, algunas compañeras de Uraraka la ayudaron a levantarse, sus heridas se habían abierto a causa del esfuerzo que mantuvo en su cuerpo. Bakugo miraba a la chica de reojo; en sus ojos se veía que estaban llenos de consternación pero el chico no se atrevía a acercarse a ella.
   De repente, sintió un leve empujón en su hombro. Se volteó lo justo para ver que se trataba de Kirishima, éste sonreía con tranquilidad.
     —Tengo entendido que ella quiere hablar contigo —susurró Kirishima, mirando a Bakugo con los ojos entrecerrados—, pero me temo que no te atreves a hablar con ella, ¿verdad? —Bakugo se limitó a no responderlo, chasqueando la lengua en el acto. Kirishima se rió entre dientes—. Bakugo, cualquiera diría que tienes miedo ahora.
   El otro chico crujió sus manos y empezó a echar pequeñas explosiones, causando más carcajadas para su amigo. Ambos se tranquilizaron cuando sonaron las sirenas de la policía; sin embargo, Uraraka parecía tener muy mala cara.
  
   La policía llegó más tarde, teniendo como tarea alejarlos del lugar e inspeccionaron lo sucedido. Unos pocos cogieron a Uraraka con cuidado para subirla a un coche, en el se montaron Yaoyorozu y Todoroki. Sin pasar unos minutos, el coche arrancó y se dirigió al hospital, ya que parecía que Uraraka necesitaba una operación para parar de sangrar.
  
   Shigaraki chasqueó la lengua molesto mientras se rascaba el cuello con sus uñas sucias, no le gustaba como salía todo y pensaba como solucionarlo, pero era imposible. Tuvo que forzar una huida con la ayuda del portal de su compañero; sin embargo, Toga y Hikiishi no fueron veloces para llegar. Ambos quedaron abandonados, rodeados de policías y de héroes. Sabían que no podían escapar, fue cuando se dejaron capturar.

     Bakugo se sentó en otro coche, lamentando no haber acompañado a Uraraka al hospital, pero tuvo que aguantar estando al lado de Midoriya y Kirishima. El chico explosivo no paraba de mover las piernas nerviosamente y mordiendo su labio inferior para no gritar a los dos y comportarse.
   Se removía incómodo, imaginando que Uraraka estaría demasiado cansada y la ingresarían en el hospital. Luego, pensó en la reprimenda que les caería a todos por lo sucedido. Le dio un escalofrío en su espalda, pero mantuvo la compostura.
   Todos los chicos que estuvieron en el plan para salvar a Uraraka estaban dando sus testimonios sin estar acompañados de ella. Después de dar los testimonios, fueron acompañados fuera donde pensaron que sería buena idea visitar a Uraraka.
   Sin atreverse a entrar solo, Kirishima tuvo que entrar con su amigo y Mina, los amigos de Bakugo sonrieron nada más ver a su compañera pero Bakugo puso sus manos en formas de puños.
   Uraraka estaba demacrada, tenía agujas en sus brazos y gasas por las piernas, brazos y abdomen. La chica sonrió débilmente y sus ojos se agrandaron cuando se posaron, brevemente, en Bakugo.
     —Hey. —Saludó Mina, sentándose en la camilla de la chica y con una dulce sonrisa—. ¿Cómo estás? Veo que algo desastrosa.
     —La verdad es que no he estado peor en mi vida -susurró Uraraka, conteniendo su voz quebrada. Bakugo vio que ella estaba sonriendo falsamente, como si quisiese demostrar que aún se mantenía fuerte—. Hicisteis una locura —dijo Uraraka, su tono era más severo que antes y su mirada más dura—, no deberíais haber venido a rescatarme.
     —Ridiculeces —musitó Bakugo, chasqueando con la lengua y evitando la mirada fija de Uraraka—. No te quejes, nos pusimos en riesgo nuestro pellejo por ti.
     —Y yo nunca lo pedí —protestó Uraraka, con frialdad contenida—. Os lo agradezco pero no quiero que no lo hagáis más, ¿de acuerdo?
     —Uraraka... —Kirishima iba a rechistar pero fue callado por Mina, que le agarró del brazo y empezó a caminar hacia la salida.
    —Os dejo solos, tenéis cosas de que hablar —susurró Mina, mirando a los dos, temerosa.
   Salió de la sala con Kirishima y cerró la puerta con suavidad, para no hacer ruido en el pasillo.
   Bakugo se dejó caer en la silla con mala gana, cruzando sus brazos sobre su pecho y expectante sobre lo que iba a decir la chica.
   Él se impacientó al ver que ella buscaba las palabras concretas para empezar, poniéndose nerviosa y intentando calmarse; sin embargo, esto empeoró la situación para el chico.
     —Mira, ve al grano, Uraraka —Bakugo chasqueó la lengua, contemplando el rostro de la chica detenidamente. Sintió que los colores se le subían en las orejas y en las mejillas, pero no apartó su rostro en todo momento.
     Uraraka echó un suspiro con los ojos cerrados, soltando el aire lentamente y volviendo a inspirar.
     —Gracias por haberme salvado —dijo ella, atropellando las palabras y seguía manteniendo los ojos cerrados.
     —¿Eso es todo? —inquirió él, algo sorprendido porque se esperaba más de ella. No una confesión, ni nada de eso. Sino un agradecimiento más elaborado.
     —Fue tu idea, ¿verdad? —inquirió ella, con las cejas arqueadas y contemplando fijamente a Bakugo; éste se dio cuenta del cambio de humor de Uraraka.
    —Fue idea de Yaoyorozu —respondió Bakugo, en un murmullo apenas audible. Se removió en la silla para acomodarse y añadió—, agradece a ella porque se le ocurriese y nosotros le ayudásemos.
     —Bueno, me dijeron que fuiste el más pasional —hizo un gesto con sus manos, imitando unas comillas y sonriendo dulcemente— en el plan. Como que quisiste ayudar...
     —¿Quién te dijo eso? —preguntó él, sonrojándose. No sabía donde esconder su cabeza, así que se limitó a levantarse del sillón, dio unas zancadas hasta un ventanal y apoyó sus manos en el marco, mientras miraba a la calle dando de espalda a Uraraka.
     —Deku —respondió ella, viendo en el reflejo del ventanal como el rostro de Bakugo se contraía, formando una mueca de desagrado mientras rechinaba sus dientes. 
     —Lo mato. —Aseguró él, cerrando sus manos en forma de puños y conteniéndose para no echar la puerta abajo.
   Uraraka no pudo contener su risa, sacando carcajadas a alta voz. Sus lágrimas, producidas por el ataque de risa, no paraban de salir; haciendo que se las secase con la manga de la ropa del hospital.
   Bakugo iba a protestar, cuando tocaron a la puerta, él volvió a sentarse rápidamente en el sillón.
     —Lo siento —se disculpó una mujer mayor, con los ojos puestos en su paciente—, pero la hora de las visitas se está terminando. Disponéis de tres minutos —dicho esto, cerró su puerta con cuidado y lentamente para no hacer ruido en el pasillo.
   Bakugo aprovechó esto para inventar una excusa y marcharse cuanto antes a la academia; sin embargo, fue parado cuando Uraraka le cogió de la manga de su sudadera y lo atrajo hacia ella. Sin pensárselo, ella le abrazó con fuerza y sin querer soltó un quejido de dolor; Bakugo se apartó y se preocupó.
     —¿Estás bien? —inquirió él, con la vista fija en los ojos llorosos de la chica. Fue cuando se percató de que ella lo debió de pasar horriblemente mal. Por acto instintivo, la abrazó con suavidad  y pasó una mano por los cabellos de la chica, lentamente, acariciando la cabeza con sus manos—. Ya pasó, Uraraka... Puedes llorar, si te hace sentir mejor.
     —Bakugo —masculló Uraraka, con sus ojos llorosos y subió la mirada levemente para ver los ojos rojos de Bakugo—. ¿Por qué ahora me estás tratando bien? El otro día, cuando...
   Bakugo cerró los ojos con fuerza, lamentando lo sucedido. Él sabía que era su culpa, aunque sus amigos intentaran convencerle de lo contrario. No sabía como responder a la pregunta, por más que trataba buscar una respuesta fiable, menos la encontraba. No quería decirle "porque quería olvidarme de ti", ni nada similar; sino inventarse una excusa, algo que fuese creíble tanto para ella como para él mismo. 
     —Ya sabes como soy cuando estoy malhumorado, no era mi intención contestarte así —respondió, al cabo de unos segundos. Se apartó del agarre de ella y se encaminó a la salida de la sala, girando el pomo con su mano derecha.
     —¿Podemos seguir siendo amigos? —preguntó Uraraka, con la voz entrecortada y temiendo la reacción de él.
     —Compañeros —rectificó Bakugo, con un deje de diversión en su tono de voz. 
     —Es algo al menos —Uraraka sonrió mientras cerraba sus ojos, sus mejillas algo más rosadas que de costumbre; Bakugo intentó no sonrojarse en el proceso cuando la miró.
     —Hasta mañana, cara redonda —Bakugo abrió la puerta y la cerró cuando escuchó un susurro de despedida por parte de Uraraka.
   Apoyó su espalda en la puerta, respirando varias veces y sabiendo que la había vuelto a cagar. No debería de haber contestado así, dando a entender de que Uraraka podría avanzar la relación de amistad entre los dos, algo que Bakugo no sabía si estaba dispuesto.
   Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio a Kirishima y Mina acercarse a él.
     —Nos tenemos que ir ya, Bakugo. —Dijo Kirishima, mirando fijamente a la puerta y arqueando las cejas cuando su vista se posó en su amigo, sabía que algo le pasaba y decidió preguntárselo más tarde.
   De lo que tenían que preocuparse era de su futuro en la academia, tanto Aizawa como el resto de los profesores estaban cabreados por el comportamiento temerario de la clase 2ºA.

[Kacchako] Die for YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora