Capítulo 12: Entrenamiento

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     —¿Nos estás diciendo que los villanos nos siguieron, ayer? —se extrañó Bakugo. No creía que aquello pudiese ser una mera posibilidad—. No tiene sentido.
   Bakugo se encontraba sentado en un sofá, de la sala común, con la mano derecha de Uraraka entre sus manos; ella, estaba de pie mientras procesaba toda la información.
     —Tan solo es una suposición, Kacchan. —Aseguró Midoriya, con serenidad.
     —Una conjetura que no se ajusta con la realidad —se quejó él, con su mirada fija en la mesa que tenían en frente—. Nos habrían atacado en cualquier momento, no se esperarían a una mejor ocasión, porque no la habría.
     —Aún así, debemos ser cautos. —Opinó Uraraka, entrelazando sus dedos con los de Bakugo, con fuerza para reconfortarse a sí misma.
     —Por lo pronto, el profesor Aizawa supo de nuestra marcha...
     —¡¿Qué lo supo?! —Bakugo soltó la mano de su novia al instante, levantándose con enojo—. ¿Cómo cojones lo supo?
   Midoriya se rascó la parte superior de su cabeza, con nerviosismo y evitando la mirada penetrante de Bakugo. 
     —Bueno... Eso deberías de preguntárselo al delegado —confesó Midoriya, apartándose de el chico explosivo, que parecía que iba a estallar en pedazos.
     —Ese cuatro ojos... Yo lo mato.
   Bakugo empezó a caminar para buscar a Iida, el cuál iba a pagar el enfado de él con creces. Bakugo pensó que sería probable que les subiesen el castigo, tanto a Uraraka como a él. Nada estaba teniendo sentido para él, todo le parecía irracional. Desde la teoría de Midoriya, hasta los profesores sin hacer nada para castigarles.
     —¡Bakugo! ¿Adónde vas? —Uraraka le alcanzó, con el paso aligerado. Al ver que él no la escuchaba, decidió ponerse en medio—. ¿Me vas a escuchar?
   Él chasqueó la lengua, en señal de molestia. Al fijarse en los ojos marrones de ella, se le subió los colores a sus mejillas y orejas, así que apartó la mirada para no volverse loco.
    —¿Qué pasa?
    —¿Que qué pasa? —dijo ella, con tono irónico—. Dímelo, tú. ¿Por qué te vas de esa manera? Iida no ha hecho nada malo...
     —Nos van a castigar más tiempo por su culpa, ¿no te parece justo lo que haría? —él trató de apartarla, pero ella no le dejaba—. No me hagas perder el tiempo...
     —Lo hizo con el fin de que si nos pasase algo, supieran por donde hemos estado. Es mejor eso que nada; y, además, fue nuestra culpa haber ido a eso.
   Bakugo se quedó pensativo, teniendo las palabras de su novia en cuenta. En ese instante, se atrevió a mirarla a los ojos y se quedó embelesado. No pudo evitar esbozar una sonrisa pequeña.
     —Eso no quita mi fastidio.
     —Tu fastidio debe salir por otra cosa —Uraraka le miró con curiosidad, con las cejas arqueadas—. ¿Puede ser que estés molesto, con la idea de que no te pudieses dar cuenta de si estábamos rodeados por villanos? —se percató de que él se tensó, por un momento—. ¿Es por eso?
     —Es posible... —musitó él, avergonzado y volviendo a apartar la mirada de ella.
   Uraraka se acercó a más él, poniendo sus manos cruzadas detrás de su espalda, con gesto divertido. Se entretenía demasiado cada vez que veía sus mejillas rojas, su timidez saliendo a cubierta, sus ojos suavizándose tanto que tenía que disimular...
     —Cualquiera diría que eres adorable, ahora mismo. —Admitió ella, con una sonrisa socarrona mientras se alejaba.
   Bakugo arqueó sus cejas con diversión, y la volvió a acercar, quedando su rostro apenas unos centímetros de ella. Sus respiraciones se agitaron, y golpearon con suavidad el rostro de el otro.
   En ese instante, todo lo demás desaparecía para esos dos; sin embargo, por quinta vez en la semana, fueron interrumpidos.
   Kirishima y Mina llegaron, viendo la situación con un deje de diversión.
     —¿Hemos interrumpido algo? —inquirió Mina, contemplando como Uraraka se alejaba rápidamente con nerviosismo.
   Uraraka se pasó una mano por sus cabellos, intentando reprimir una sonrisa de incomodidad.
     —Los tres, más bien. —Dijo Bakugo, con una sonrisa socarrona pero sin apartar la mirada hacia su chica.
     —Oh, sí. Midoriya nos dijo que ibas a matar a Iida —explicó Kirishima, sin evitar soltar una carcajada—. Tu cara fue demasiado graciosa cuando te enteraste de aquello...
      —Espera un momento... —Bakugo se giró, rápidamente, con el entrecejo fruncido y fulminando con la mirada a los otros dos—. ¿Sabíais eso?
     —Oh, no, no. —Se apresuró a responder Mina, agitando su mano para que no se le diese importancia al tema.
   Las cejas de Bakugo parecían que iban a chocarse, de lo extrañado que estaba con todo eso.
     —Solamente lo sabía el propio Iida, y los profesores, evidentemente —Kirishima volvió a sonreír, ensanchando la sonrisa lo más grande posible.
   —Menos mal que no estuvisteis en la clase... Que mal lo habíamos pasado —Mina suspiró, como si se quitase un peso de encima.
     —¿Tanto? —preguntó Uraraka, rompiendo su propio silencio.
   Mina asintió con la cabeza, mientras veía de lejos que llegaba Iida con papeles en sus manos. La chica ladeó la cabeza con curiosidad mientras le daba un tirón al brazo de Kirishima.
   Uraraka y Bakugo se giraron extrañados, aunque él se reprimió las ganas de explotar sus gafas en pedazos.
     —¡Chicos! —exclamó Iida, llamando la atención de los cuatro—. Vengo para entregaros esto —él extendió los papeles a cada uno, con una media sonrisa—, son para lo que tenemos que llevar al viaje, el día de salida y llega, y la hora.
   Uraraka miró extrañada el papeleo, con confusión en sus ojos.
     —¿No es peligroso salir después de lo que pasó?
     —Eso pensé —Iida sacudió la cabeza hacia arriba y abajo—, pero parece que será una buena idea. Teniendo en cuenta de que haremos trabajos similares a los de los heróes profesionales.
    —Probablemente, los villanos den vueltas por esta zona —opinó Mina, con objetividad—. Sigo pensando que esto será peligroso...
     —¡Es para pasar un buen rato! No hay nada malo en eso —se rió Kirishima, despreocupado.
     —No es malo, pero no es un buen momento... —susurró Uraraka, con la voz entrecortada. Su cuerpo temblaba a medida que recordaba los momentos que pasó secuestrada.
     —¡Chicos, por dios, no seáis negativos! —gritó Sero, que se había acercado disimuladamente para cuchichear—. Hay que divertirse un poco, y estaremos protegidos por los profesores. ¿Qué podría pasar?
     —Podrían secuestrar a cualquier persona, otra vez. —Opinó Todoroki, mientras cogía una hoja que le estaba dando Iida.
   Uraraka y Mina se sobresaltaron, no le habían visto, ni escuchado, que se hubiese acercado en algún momento.
     —Bueno, quitando eso de lado —dijo Iida, con tono serio e informador—, el profesor Aizawa me ha pedido deciros que entrenéis, para cuando salgamos —Iida se giró y se fue, agitando su mano en señal de despedida.
   Tanto como Bakugo y Uraraka dejaron salir un suspiro agotador, estaban cansados y ella, incluso, no tenía ganas de entrenar. Pero eso era un buen momento para que ambos despejasen sus cerebros, llenos de tonterías.
     —Bueno, nosotros nos vamos. Para dejaros solitos ya sabéis
 —Mina guiñó su ojo derecho, y se fue dando brincos. Kirishima sonrió y se marchó rápidamente al lado de ella.
   Bakugo sonrió de forma socarrona cuando miró a su novia. Pensó que, por fin, tendrían un tiempo solo para ellos, con la excusa de entrenar, no daría el canto de que fuese para otra cosa.
     —¿Entrenamos hoy? —inquirió él, con las cejas arqueadas y sin quitar esa sonrisa.
     —Si claro, ¿por qué no...? —ella se volteó, viendo el rostro de él.  Sus cejas se arquearon, con un deje de diversión—. ¿En qué estás pensando?
     —No sé de que me estás hablando.
   Uraraka sonrió con complicidad y sacudió la cabeza, pensando en lo sorprende que podía ser.
   Desde que ella tenía uso de razón, su vida ha ido cambiando constantemente, aunque no le importaba demasiado puesto estaba acostumbrada. De todas formas, cuando conoció a Bakugo y empezó a gustarle, sintió que fue un gran cambio. Aún seguía anodada, y las sensaciones que le provocaba él eran nuevas e inexpertas, por salir con él. Desde el principio, pensaba que podría tener una relación con Midoriya, pero todo se desmoronó cuando éste la rechazó.
   Uraraka sacudió la cabeza varias veces, al ser agitada por Bakugo.
     —¿Cara redonda? —él quitó sus manos de los hombros de ella, con recelo—. ¿Te pasa algo?
     —Estaba pensando. —Respondió ella, con una sonrisa pequeña.
   Bakugo la miró con curiosidad, pero decidió no preguntar.
    Ambos se fueron a sus respectivos cuartos, para hacer tiempo mientras esperaban a la hora que habían quedado. Después de unos minutos, el móvil de Uraraka vibró por breve tiempo y lo cogió. Era un SMS de Bakugo, algo que extrañó demasiado a ella.
   "He preguntado al pelo pincho si le gusta la del pelo rosa, y me ha dicho que sí. Creo." Bakugo 05:30 PM.
   Uraraka no pudo evitar reírse, imaginándose la escena, hasta que releyó la frase y no entendió que se refería con lo último.
   "¿Cómo qué crees? No lo ha dicho directamente, ¿verdad?" Uraraka 5:31 PM.
   "Yo no sé de estas cosas. Solo me ha dicho, "es posible" y se ha puesto más rojo que su pelo de pincho." Bakugo 5:32 PM.
   "¿Y no lo has grabado? Dime que lo has hecho, por favor." Uraraka 5:32 PM.
   "¿Para qué voy a grabarle? Menuda tontería, que tenga el par de huevos y se lo diga. No estoy dispuesto a perder el tiempo con estas cosas, encima los dos son tontos." Bakugo 5:35 PM.
   "Entonces tú no tienes un par de huevos, básicamente porque no me dijiste nada y me tuve que enterar por Mina, que te había mandado el vídeo y me seguiste hasta los baños" Uraraka 5:40 PM.
   "Eso es otra cosa muy distinta, Cara redonda." Bakugo 5:40 PM.
   "Hablemos de esto más tarde. Nos vemos a las 06:30" 5:41 PM.
   "Apuesto que se te olvidará, otra vez. Y llegarás tarde... otra vez :/" Bakugo 5:43 PM.
      Ambos sonrieron con complicidad, y se echaron en la cama mirando el techo. Pensando en muchas cosas y en ninguna.

[Kacchako] Die for YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora