Capítulo 6: Dolor

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   Uraraka despertó con un fuerte dolor en su cabeza y notó varios pinchazos en su cuerpo, abrió sus ojos lentamente y vio como a su lado había unos botecitos con sangre y unas etiquetas. En ellas, observó que estaban los nombres de sus padres. Sintió como el terror se apoderaba por ella, rasgando su corazón y como su respiración se agitaba. Intentó moverse pero tenía unos grilletes en sus manos y en sus piernas, evitando que hiciese cualquier movimiento.
   En el fondo de una sala, la chica rubia llegó hacia ella dando saltos de alegría, sus ojos demostraban un brillo calculador y su sonrisa era aterradora. Uraraka se sintió cohibida e intentó juntarse más a la pared.
     —Veo que te has dado cuenta de que contienen los botes —susurró Toga, cogiendo uno de ellos y se relamió los labios con su lengua. Era asqueroso para la vista de Uraraka—. Nos vimos una vez, ¿te acuerdas?
     —Como para no hacerlo...
     —¡Oh! Se acuerda de mí —Toga cortó, de inmediato, al haber oído la respuesta de la chica—. Quería que fuésemos amigas.
     —¿Para qué? —Uraraka enarcó una ceja, realmente confundida. Aunque luego pensó que estaba loca, antes de que Toga respondiese, ella se adelantó—. No importa, ¿qué pasa con mis padres?
    Toga dejó de sonreír y miró de soslayo los tubos que contenían la sangre de sus padres. Soltó un bufido en señal de molestia.
     —Pues en su casa —el tono de Toga había cambiado a ser monótono, como si estuviese aburrida de repente—. Fueron muy quisquillosos y tuvimos que hacerles dormir, pero están bien. Seguramente, la policía ya de aviso de que a ellos no les pasó nada.
     —¿Y conmigo?
     —Contigo no habrá tanta suerte de que salgas ilesa —admitió Toga, mientras cogía una jeringuilla y se la hincaba a Uraraka, ésta intentaba forcejear pero no lo conseguía—. Estate quieta —ordenó la chica rubia con tono autoritario, sus ojos se ensancharon por la sangre que llenaba el tubo—. Listo —sacó la jeringuilla y metió la sangre en un recipiente.
     —Supongo que habrá alguna razón para que me hayáis secuestrado —susurró Uraraka, mirando lo que estaba haciendo la otra chica con atención—. ¿Qué estás haciendo?
     —Voy a transformarme en ti —respondió Toga, con simpleza.
     —Quieres traer a los demás... —cayó en la cuenta la otra. Quiso soltarse de las cadenas pero era imposible. De un momento corrió electricidad dentro de su cuerpo, haciendo que diese un respingo y mirase impresionada a la villana—. ¿Qué pretendéis?
     —Tan solo traer a... 
     —Toga, una cosa es que quieras hacer amigos y otra decir nuestros planes —musitó Dabi, que estaba apoyado en marco de la puerta con los brazos cruzados.
     —Tengo que confiar en mis amigos —protestó la otra chica, haciendo un puchero con su rostro y llevándose con ella el tubo que había vertido la sangre—. Tengo que comprar ropa asquerosa, te dejo con ella.
     —Vete ya, mocosa loca.
   Toga se fue medio corriendo de la sala, con risitas pequeñas que parecían malvadas. Dabi se movió de un lado a otro sin mediar palabra con Uraraka, ésta le ponía más nerviosa la actitud de él a cada rato que pasaba.
     —¿Qué queréis de mí? Si se puede saberse —Uraraka cortó el hielo, y Dabi solo soltó un suspiro—. Solo quiero saber eso, no me interesa nada más.
     —Mientes —respondió Dabi, tajante. El chico parecía que era una persona que no le gustaba mucho las conversaciones, tanto que Uraraka pensó que era una pérdida de tiempo hablar con alguien así para sonsacar algo—. Todos los héroes hacéis lo mismo, cuando os cogen solo hacéis preguntas, en vez de sacar las conclusiones vosotros mismos. Eso define lo idiotas que son vuestras ideologías y vuestras formas de ser —explicó Dabi, mirando hacia el techo medianamente destruido del edificio.
     —Admito que hay héroes demasiados idiotas, pero no justifica con que te gusta matar personas inocentes y provocar el caos —susurró Uraraka, siguiendo la mirada del chico de ojos azules.
     —Sin caos, no habría trabajo para vosotros —Dabi chasqueó la lengua y se sentó en el suelo, observando fijamente a la chica—. El sistema que hay actualmente es una mierda, no deberíais existir.
     —Si estamos en eso, vosotros tampoco.
     —Cierto —coincidió Dabi, con una leve sonrisa. La piel de Dabi era realmente asquerosa, a Uraraka se le removía el estómago solo con verlo—. Sin habilidades, este mundo habría sido más fácil de llevar.
     —Yo creo que es algo formidable.
     —Los héroes sois los únicos que dicen esa sarta de gilipolleces. El mundo habría sido mucho mejor sin que nadie tuviese un poder que le hiciese superior a alguien, los héroes no pensáis en ello porque os gusta aprovecharos de aquellas cosas para vuestro propio beneficio, ¿me equivoco? —Dabi explicaba rápido, hasta pareciendo las palabras totalmente incoherentes.
     —Te equivocas, hay algunos que no son así...
     —¿Tú de que parte eres? —se interesó Dabi, con leve curiosidad.
     —¿Por qué debería de decirle a un villano lo que quiero? —inquirió Uraraka, frunciendo su entrecejo y observándolo con desconfianza.
     —No es por nada en especial, me resulta curioso algunas personas. Como Bakugo Katsuki —Uraraka se tensó con solo oír ese nombre saliendo de sus labios—, tú también llamas la atención. No solo a mí, sino al resto.
     —¿Por mi poder? —Dabi se rió con la pregunta de Uraraka—. ¿No es por eso?
     —No, a nosotros lo que nos llama son las personas que son demasiado ambiciosas, con un temperamento algo obstinado y que podemos creer que tendría más ventajas siendo villanos —respondió Dabi, entrecerrando sus ojos—. Tú eres importante, pero en otra forma.
     —Es decir, vosotros vais a hacer algunos trucos conmigo para que vengan héroes.
     —Resumidamente sí, pero queremos en específico a dos.
     —¿All Might y Bakugo Katsuki? —inquirió Uraraka, intentando adivinar pero Dabi negó con la cabeza—. Bueno Bakugo es un claro objetivo para vosotros.
     —All Might es un viejo que ya no va a poder actuar más, ¿para qué secuestrarlo? ¿No sería más sencillo matarlo?
   A Uraraka le dio un tembleque en todo el cuerpo y cerró los ojos con fuerza, no quería escuchar más de aquello. Quería desaparecer.
     —Debería de dejarte descansar, lo peor está por llegar —avisó Dabi con un susurro, antes de salir de la sala, se giró para mirar el rostro de Uraraka por un rato leve—. Prepárate.
   Uraraka quiso arroparse a si misma, pensando que había sido una tonta por salir temerariamente de los dormitorios sin protección ninguna, todo por una sola discusión con Bakugo, persona que supuestamente no le importaba nada de ella.
   Inspiró y expiró varias veces por su boca, intentando calmarse mientras miraba a su alrededor, sin ver ni una sola ventana, y eso entristeció a Uraraka aún más.

   Bakugo llegó a un callejón sin salida, con Kirishima detrás dando bocanadas de aire por estar agotado. Y no vio a nadie delante suya, sus ojos rondaban todos los lugares posibles sin encontrar a la persona que observó antes. En unos segundos, notó como alguien iba a atacarles, Bakugo soltó explosiones de sus manos y la chica esquivó, velozmente como si fuese un rayo, todos y cada uno de sus ataques.
   A Bakugo se le desencajó la mandíbula, viendo como físicamente era Uraraka quienes les estaba atacando sin piedad.
     —Vaya, aún sigo en este aspecto —susurró la chica, con una sonrisa maliciosa y observando a los dos chicos—. Seamos amigos.
   Kirishima jaló del brazo de Bakugo varias veces, pensando que mejor sería irse. Sin embargo, Bakugo no estaba dispuesto a marcharse, así que se zafó del agarre de su amigo y sonrió socarrón.
     —¿Quién eres tú? —susurró él, observando fijamente los ojos de la chica.
     —¿No te acuerdas de mí? Soy la chica loca y rubia de los villanos —respondió Toga, sin quitar aquella sonrisa que tanto incomodaba a Kirishima.
     —Bah, no me importa —Bakugo se lanzó contra ella, pero ésta no le resultó complicado contraatacar. Cuando Toga dio un golpe en las piernas de el chico, sacó un cuchillo punzante que quería rajar su brazo pero Bakugo se defendió—. ¿Dónde está?
     —¿Quién? —Toga se hacía la tonta mientras jugaba con el cuchillo que estaba en sus manos, hincando la punta levemente en su dedo índice.
     —La chica en la que estás clonada —habló Kirishima en alto, Bakugo lo miró de reojo pero no intervino para nada, solamente asintió con la cabeza.
     —Mmm —la chica rubia posó un dedo sobre su barbilla y sonrió, ensanchando la sonrisa hasta que provocaba miedo en el chico del pelo rojo—. Probablemente, esté ahora hablando con el líder, aunque si no hace caso lo más seguro es que no la quitemos de en medio.
   Bakugo rechinó sus dientes y soltó un gruñido antes de atacar a Toga, que aún seguía clonada en Uraraka. Sin embargo, Aizawa llegó justo a tiempo para detenerlo.
     —¿Qué coño pasa? —preguntó Bakugo, intentando sacar explosiones de sus manos pero no podía—. ¡Te mato! —bramó Bakugo, lleno de furia mientras contemplaba los ojos de Aizawa, estaba usando su habilidad.
    —Cuando digo que los adultos nos encargamos de ello, lo tenéis que acatar —susurró Aizawa, cerrando sus ojos por un momento, cortando el contacto visual con su alumno.
   Bakugo abrió la boca para protestar, pero se percató que Toga se estaba marchando corriendo. En ese momento, Aizawa corrió con una cosa diminuta en la mano y se acercó lo más posible a ella, empujándola levemente y haciendo que cayese al suelo, ésta se levantó rápidamente, dando un salto hacia arriba y corrió despavorida, enfrente suya apareció un portal y se la llevó. Desapareciendo ella y su compañero.
   Aizawa suspiró levemente, aliviado de que había conseguido lo que proponía. Aunque Bakugo no pensaba lo mismo, evidentemente.
     —¡La has dejado escapar! —gritó Bakugo, llegando con grandes impulsos por sus explosiones en las manos—. ¿Eres...?
     —Tiene un dispositivo pegado en su espalda, que ha entrado en su piel y ella no lo notará —explicó el profesor, aguantando el mal carácter de su alumno.
    —¿Y qué? —Bakugo frunció su envtrecejo, hasta al punto de arrugar todo su rostro por el enfado que tenía en aquel momento—. Capturarla habría sido lo mejor.
     —¿Crees que al líder de los villanos le importaría que secuestremos a la chica? —inquirió Aizawa, sabiendo cual era la respuesta clara desde el principio. Notó que Kirishima llegó agotado y respirando entrecortadamente—. Ya que ninguno de vosotros tenéis respuesta para lo que he preguntado, ahora os pregunto a vosotros. ¿Por qué no acatáis ni una sola orden que os di? —observó a los dos con detenimiento, ambos se quedaron callados pero Bakugo soltaba gruñidos de vez en cuando y chasqueaba la lengua constantemente—. Y tú —señaló con la cabeza a Bakugo—, no pensaba que actuarías como un temerario, sin saber las consecuencias que puede acarrear, sobretodo a la capturada en este caso.
      —No aguantaba estar quieto, tenía que hacer algo —Bakugo parecía que iba a estallar, sus ojos rojos incluso detonaban más furia que en cualquier otro momento—. Es mi culpa...
     —Deja de martirizarte, tío —Kirishima puso una mano sobre el hombro izquierdo de su amigo, éste la quitó de inmediato dando un manotazo—. Bakugo...
     —No me digáis lo que tengo que hacer, nunca —susurró Bakugo con frialdad, su tono era tan cortante que podría asemejar al cuchillo punzante que poseía Toga en sus manos. 
   El chico giró para irse, pasando al lado de los dos sin mirarles en ningún momento.
     —¿Harías cualquier cosa, incluso si te echasen de la academia? —preguntó Aizawa, seriamente y mirando la coronilla de Bakugo, esperando a que se girase o mostrase algún sentimiento.
     Bakugo paró en seco, reflexionando sobre todo lo que había dicho. Sin embargo, él ya había dejado de soñar con ser el número uno, en todo caso si quería serlo era por Uraraka. Aquella chica que le reconcomía la cabeza, todos los días a todas horas, sin poder ni siquiera descansar y menos con lo que sucedió.
   Bakugo giró su cabeza levemente para observar a los dos, sonrió socarrón y Kirishima sabía que iba a soltar la estupidez más grande de su vida.
     —Por alguien que me importa, haría lo que cueste y más. Así que profesor, no me haga más esa pregunta —pidió Bakugo. Se estaba esforzando para no derrumbarse, sabía que él era fuerte para superarlo todo, pero Aizawa se dio cuenta de que los ojos de su alumno demostraban algo de tristeza.
   El chico empezó a andar, mirando hacia el cielo estrellado sin perder la sonrisa, pero sintiendo como su corazón iba a romper en pedazos por el terror que sentía de perder la única persona que podría cambiarle.

   Uraraka oyó como unos pasos lentos se aproximaban hacia ella, abrió los ojos con pesadez y al moverse, notó un dolor intenso en sus muñecas. Dio un quejido de dolor y al ver que se acercaba el líder de los villanos, ella bajó la mirada porque no quería ver aquel rostro demacrado.
   El chico sonrió, enseñando sus dientes y su piel parecía que se agrietaba al hacerlo. Puso dos dedos sobre el brazo de la chica, y ésta se estremeció. Su contacto era frío, pero sobretodo daba terror el saber que si la tocaba con cinco dedos estaría totalmente destruida.
     —No te voy a matar —suspiró Shigaraki, aunque algo divertido por la reacción de Uraraka—, aún —añadió, dando tensión en el ambiente mientras quitaba sus dedos de ella.
   Uraraka quiso removerse de aquel sitio, de lo incómoda que estaba.
   Su charla fue interrumpida por un estruendo que sonó cerca de los edificios, Uraraka ladeó la cabeza para ver más y vio como Toga y su compañero se acercaban a la sala.
     —¿Fue mal? —preguntó Shigaraki, observando a los dos integrantes. Sus ojos aterraban a todos los presentes, tanto que hasta sus propios secuaces se hablaban tímidamente, excepto Toga.
     —No, ha ido bastante bien. Creo que me han puesto un rastreador, era lo planeado —Toga sonrió a Uraraka e hizo un guiño con su ojo, Uraraka la miró con frialdad. 
     —Entonces, en cualquier momento los héroes llegarán —susurró Uraraka, mientras escudriñaba a todos lados en busca de información. Se movió, pero los grilletes estaban más apretados que antes y se hizo daño en las muñecas, provocando unos cortes—. ¿Qué es lo que queréis?
     —Queremos dos...
     —Dos personas en específico, una de ellas Bakugo Kastuki, ¿verdad? —dijo Uraraka con un tono cortante. Miró a todos los que estaban en la sala, uno a uno—. ¿He de imaginarme que mataréis al resto de alumnos?
   Shigaraki se giró por un momento, sin embargo, propinó una patada en la cara de Uraraka haciendo que ella sacase sangre por la nariz.
     —¿Quién dijo algo sobre nuestro juego? —inquirió el líder, mientras observaba a cada uno. Cuando vio el rostro de Dabi, que trataba de ser impredecible, Shigaraki se dio cuenta al instante—. Luego, hablaré contigo y te callaré esa boca deslenguada —Shigaraki sonrió con malicia para después volver a mirar a Uraraka de reojo—. Y tú —Shigaraki la miró de arriba a abajo varias veces—, andaría con cuidado de lo que te enteras.
   El chico se fue sin decir nada, los demás compañeros le siguieron excepto Toga, que estaba mirando fijamente a la secuestrada.
     —Como escuece el dichoso aparato —se quejó ella, rascando la zona en el que había sido implementado—. Cuando todo esto terminé, pediré a Shuichi que me lo saqué con un cuchillo.
     —¿Por qué me cuentas esas cosas? —se extrañó Uraraka, con la mirada llena de confusión.
     —No te las estaba contando, estaba hablando en alto —respondió Toga, sentándose en el suelo frío y poniendo su barbilla encima de sus rodillas, contemplando atentamente a Uraraka—. Dime, no tienes ese color característico que olí hace un año.
     —No me gusta nadie actualmente...
     —Mmm, creo que mientes —Toga sonrió y se acercó a Uraraka rápidamente, ésta dio un respingo de lo sorprendida que estaba al pasar tan pocos segundos—. Diría que tienes un olor algo distinto, es como si ahora te gustara ser otra persona. ¿Adoras a alguien?
   Uraraka intentó alejarse de la chica pero sabía que no podría. Suspiró agotada, mientras cerraba sus ojos.
     —Tal vez.
     —Alguien bruto, con mucha ambición, y con ganas de hundir a las personas que se encuentran en su objetivo. Debe ser Bakugo Katsuki —concretó ella, observando fijamente a los ojos de Uraraka.
     —Es posible.
   Toga resopló, extasiada por lo poco que decía la otra chica. Uraraka no quería hablar de él, y menos con los villanos que quisieron secuestrarlo el año pasado.
     —¿A qué se vino el cambio? —preguntó Toga, de sopetón. Esa pregunta desarmó a Uraraka, dejandola frágil y maleable ante su merced. No quiso responder, pero cuando Toga jugó con un cuchillo en sus dedos mientras la esperaba, era algo que no pudo guardar en silencio.
    —El chico que me gustaba dejó de gustarme, cuando fui rechazada —respondió Uraraka, cerrando los ojos con fuerza rememorando aquella escena que le gustaría olvidar.
     —No le querrías de verdad, entonces.
   Uraraka abrió los ojos con sorpresa, pensando en como ella podría decir aquello con tonta facilidad y asegurándose de que sus palabras eran ciertas.
     —No lo sabes...
     —Cuando quieres a alguien de verdad, creo que te obsesionas. No son cosas que se te quitan de un día para el otro —explicó Toga, mientras se levantaba del suelo y dejaba el cuchillo en una mesita cercana, que estaba llena de arañazos y agujeros—. Yo, por ejemplo, siempre estoy obsesionada. Porque estoy loca del remate, y hasta que no mate a la persona o beba su sangre, no me sentiré para nada satisfecha.
   Sin esperar a que Uraraka hablase, se marchó de la sala sin decir nada, dejando a Uraraka sola y temiendo a la oscuridad que cernía sobre el cielo.

   Yaoyorozu miraba a su pantalla del móvil, con atención. Después, se lo enseñó a Bakugo y al resto de sus compañeros con el permiso del profesor Aizawa. Bakugo se alteró al ver el punto pitando constantemente y moviéndose.
     —¿Cuándo vamos?—preguntó Kirishima, mirando al resto de su clase por si sabían algo.
     —No vais a ir —intervino All Might, en su forma fuerte para evitar sospechas de cualquier cosa. Había entrado a la sala sigilosamente y estaba al lado de Midoriya en todo momento.
     —Me da igual lo que digáis, hago lo que quiera —bufó Bakugo, con molestia contenida.
     —¿Y hacer que la academia baje más su reputación? —habló Midnight, sentada en un sillón color marrón y con una pierna encima de la otra—. Lo siento, pero para algo estamos los adultos.
     —¿Desde cuándo me importa eso? —preguntó Bakugo, con mala gana e intentando evitar una fuerte discusión.
   El resto de los compañeros de clase no sabían si intervenir por el bien de su compañero, o callarse para evitar un castigo de arresto domiciliario.
   Iida carraspeó, cerrando sus ojos antes de hablar—:
     —Los profesores tienen razón, no debemos inmiscuirnos en esta misión...
     —¡Os metisteis cuando yo estaba secuestrado! —bramó Bakugo, al borde de lanzar explosiones de sus manos o salir corriendo a buscarla—. ¿Por qué no ahora? —observó los rostros de el resto de su clase, y algunos bajaron las miradas, evitando cualquier contacto visual.
     —Chicos, el profesor Aizawa nos dio un aviso de que si volvíamos a hacer algo de este tipo, estaríamos fuera, expulsados —musitó Yaoyorozu, mientras daba su teléfono móvil a Aizawa.
     —¿Y? —Bakugo enarcó sus cejas, incrédulo—. No os entiendo.
     —Kacchan...
     —Tú ni hables —ordenó Bakugo, rechinando sus dientes y observándolo como si fuese a matarlo.
     —¡Ya está bien! Todos callaros de una vez —Aizawa estaba realmente cabreado con el asunto, y los profesores sin decir nada se marcharon. Aizawa cruzó sus brazos sobre su pecho, observando detenidamente a Bakugo—. Entiendo como estás —fue interrumpido por un chasqueo de la lengua proveniente de él, pero siguió—, pero confía en tus profesores.
   Bakugo no protestó, tan solo se quedó callado esperando a que se fuera y que no volviera más, que fue lo que pasó. Acto seguido, todos los alumnos de la clase 2-A suspiraron aliviados.
   Ninguno de ellos se atrevían a hablar, y menos con Bakugo. Sabían, a medias algunos, los sentimientos que él sentía por Uraraka y por eso entendían como se sentía.
   Yaoyorozu se acercó él con lentitud, temiendo molestarlo.
     —Bakugo, ¿puedo hablar contigo un momento? —susurró ella, con las miradas de Todoroki, Mina y Tsuyu sobre ella. Al ver que él pasaba de ella, ésta sacó otro móvil con una señal de GPS, sabiendo en donde estaba Uraraka—. Ven, un momento.
   Bakugo asintió, sin quitar la vista del móvil de Yaoyorozu. Ambos salieron de la sala, y cuando esperaron a que nadie pasaba, ella le dio el móvil.
     —¿Por qué me estás ayudando? —inquirió Bakugo, impresionado porque alguien le ayudase, y más ella que es una chica que respeta las normas de la academia.
     —Porque Uraraka es mi amiga, y es una persona maravillosa —ella inspiró profundamente, y no pudo evitar sonreír—. Me sorprende de que una persona como tú se haya enamorado de ella.
     —No estoy enamorado de ella —musitó él, apretando los dientes.
     —¿Seguro? —Yaoyorozu arqueó una ceja, vacilando.
     —Sí... —Bakugo miró hacia otro lado, evitando que ella le viese sonrojado. Sentía que sus orejas y mejillas ardían.
   Yaoyorozu soltó una risita dulce, pero al momento vino la seriedad en ella.
     —Escúchame, varios estamos dispuestos a ayudar aunque estemos en peligro de que nos pase algo, o estemos expulsados de la academia, pero si podemos ayudar a nuestra amiga, eso es infinitamente mejor que estar quietos sin hacer nada —Yaoyorozu esperaba que pudiese darle ánimos. Al principio, nadie se llevaba bien con él, pero ella al ver el gran desarrollo como persona que ha tenido, ha cambiado su forma de verle. Incluso pensando que podrían ser una pareja bonita, Uraraka y él—. Midoriya, Mina, Kirishima, Tsuyu y, hasta Iida, quieren ayudar.
   Bakugo, por una parte se sintió aliviado, pero por otra no quería tener ayuda de Midoriya. Sin embargo, pensó en lo mejor para ella y calmó su enfado.
   Yaoyoruzo indicó que viniese con ella a una sala donde se reunirían los demás chicos, y fueron los dos con paso sigiloso. Ambos no se dieron cuenta de que Aizawa ya los había visto y estaba siguiéndoles.

     —¿Entonces cómo vamos a hacerlo? Sin que nos pillen los profesores, claro —susurró Kirishima, con los nervios a flor de piel.
     —Evidentemente, vamos a tener que salir por la noche —respondió Tsuyu, apoyando su barbilla en la palma de su mano. Se encontraba sentada en un pupitre y observando a todos a cada rato—. Ahí es cuando vamos a tener probabilidades de que no nos pillen.
     —El resto nos cubrirán de alguna forma —intervino Midoriya, mirando a Iida y a Yaoyorzu con una leve sonrisa—. Ya hablé con ellos.
     —Entonces, ¿cuándo sería un buen día? —preguntó Mina, algo impaciente. Ella se sentía inútil, tanto como Bakugo, así que los dos estaban controlando sus ganas de ir corriendo para salvarla y no hacer una locura.
     —Hoy mismo —respondió Bakugo, tajante como siempre. Al ver las miradas de sus compañeros, se encogió de hombros—. ¿Qué? Los policías ya la están buscando, y seguramente que actúen mañana ya que tienen la señal de GPS del dispositivo.
     —Pero no sería buena idea ir hoy mismo, sin tener ningún plan en mente —se quejó Midoriya, preparándose mentalmente para la furia de Bakugo en sus palabras.
     —¡¿Tú eres tonto?! ¡Pues claro que no vamos a ir sin un puto plan, Deku! —gritó Bakugo, alzando demasiado la voz. Kirishima le tapó la boca con la mano y Bakugo quitó su mano de en medio—. ¿Qué coño pasa?
     —Si te escuchan, no podremos hacer nada, Bakugo. Sé inteligente y no temerario —Iida se dio unos toques suaves en su cabeza, y Bakugo iba a sacar explosiones de sus manos cuando Kirishima lo agarró—. Deja de hacer tonterías.
     —¡Tú eres el estúpido aquí! ¿Crees que eres inteligente solamente por ser delegado? —Bakugo se zafó del agarre de su amigo y se sentó frustrado en una silla, sin quitar la mirada de Iida.
     —Deja de ser un crío, Bakugo.
     —¿Perdón...?
     —Chicos, parad ya —Yaoyorozu puso orden, y ambos se callaron. Uno rechinando sus dientes y susurrando insultos, y el otro orgulloso—. Este no es el mejor momento para pelearse.
   Mina asintió rápidamente con la cabeza, dando la razón a su amiga y apretando la mano de Kirishima, que al momento le dio la razón a ambas.
     —¿Y qué se os ocurre entonces? —preguntó Iida, dejando su orgullo en un lado y poniéndose cooperativo con el resto de sus compañeros.
     —El mejor para los planes ya lo tenemos aquí —Tsuyu señaló con su dedo índice a Midoriya, y éste se puso algo incómodo al sentir todas las miradas sobre él en apenas segundos—. A tus órdenes, Midoriya.
   Midoriya se sentó en la silla, y escudriñó por un tiempo hasta que se le vino una idea ingeniosa.
     —Vamos a salvar a nuestra amiga, chicos —Midoriya salió por la ventana, cayendo en el suelo y esperando a que los demás hicieran lo mismo.

   Uraraka llevaba sin comer unas cuantas horas y sentía su cuerpo perder mucha energía, ya no podía moverse y cada vez salía más sangre de sus muñecas y piernas. Quería dormir pero no se atrevía, ya que no sabía si Shigaraki la mataría posteriormente.
   Pensaba en sus padres, en cuando entró en la academia U.A y se lo dijo a ellos, sus padres estuvieron muy orgullosos de ella y Uraraka se sintió más feliz que nunca. 
   Aunque estaba feliz al recordar aquellos momentos, pasó demasiado rápida esa felicidad cuando encontró delante suya a Toga y a Dabi, observándola fijamente.
   Toga cogió el plato de comida que estaba en el suelo, y la dejó en una mesa.
     —¿No necesitas comer? —preguntó Toga, con una sonrisa llena de malicia y sus ojos brillando peculiarmente.
     —Déjala, si se quiere morir de hambre que lo haga —Dabi se sentó enfrente de la chica, Uraraka estaba demacrada—. ¿En qué piensas?
   Uraraka abrió sus ojos lentamente, y vio aquellos ojos azules mirando a los suyos muy fijamente, como si quisiera atravesarlos y saber lo que piensa. Ella intentó contestarle con alguna estupidez, pero ya no tenía fuerza en su garganta para que saliese una voz baja.
   De pronto, varias alarmas sonaron simultáneamente, haciendo que a Uraraka le doliese los oídos y quisiese llevarse las manos a sus orejas, pero no podía. Por otro lado, Dabi y Toga se pusieron en modo de alerta y salieron corriendo de la sala.
   Uraraka escuchaba algunos murmullos de sobre algunos héroes habían llegado al lugar, que estaba en mitad de la nada con edificios destruidos.
   Shigaraki entró en la habitación donde se encontraba su rehén, sonrió ante ella con desdén y la propinó una patada fuerte en la cabeza, haciendo que Uraraka se quedase semi inconsciente. Solo pudo escuchar una frase clara, antes de sumirse en un sueño oscuro del que tardaría mucho en despertar.
     "Cojamos a Bakugo Kastuki y a Midoriya Izuku". 

   Hola! Este capítulo es algo más corto que los anteriores, pero es para dejarlo en un momento de tensión. Espero que os guste y nos vemos en el siguiente.
   Ya sabéis que los comentarios son más que recibidos y los votos también.
   Un beso! <3




[Kacchako] Die for YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora