Capítulo 4: Sentimientos encontrados

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                                                                         1 día antes del secuestro

   La alarma sonó numerosas veces y Bakugo no la apagaba. Había conciliado mal el sueño, había tenido alguna pesadilla sobre los villanos y además, era un chico que se acostumbraba a dormir temprano, pero estuvo escudriñando en los motivos que tenían los villanos para secuestrar a Uraraka.
   Dio vueltas en la cama y se puso la almohada en los oídos para no escuchar la alarma, sus oídos le taladraban y su cabeza estaba a punto de estallar.
     —¡Joder, coño! —Bakugo golpeó el reloj con su mano, dejando una quemadura de paso. Observó con detenimiento y con su ceño fruncido—. Mierda.
   Chasqueó la lengua, frustrado consigo mismo consiguió levantarse rápidamente de la cama. "Fin de semana, libre", pensó cuando vio un calendario que tenía sobre la pared.
   Cogió su móvil, por puro aburrimiento más que nada, y sus ojos se abrieron con sorpresa cuando vio varios mensajes de Uraraka diciendo que le esperaba fuera de su dormitorio.
     —¿Qué coño...? —susurró mientras miraba de reojo a su puerta. Se vistió rápidamente con una ropa básica, ya que no quería pensar mucho y salió, observando a la chica, que estaba sentada en el pasillo, y con los ojos medio cerrados—. ¿Cara redonda?
   Ella se sobresaltó, abriendo los ojos rápidamente como si hubiese despertado de repente. Luego, esbozó una sonrisa dulce y se incorporó.
    —¿Desde cuándo estás aquí? —preguntó él con curiosidad. Se fijó detenidamente en Uraraka, mirando cada detalle y no pudo evitar enseñar una sonrisa socarrona.
     —Desde las 9:00 de la mañana —respondió ella con la cabeza ladeada. En su cabeza se estaba divirtiendo de ver a Bakugo con los pelos alborotados.
     —Vaya —miró la hora de su móvil, y se le subió la sangre a la cabeza. Era las 12 del mediodía.
     —No pasa nada, me he estado entreteniendo con Kirishima —se encogió de hombros y volvió a sonreír, esta vez cerrando los ojos.
   Bakugo, esta vez, sintió algo de miedo. Esperaba que Kirishima no hubiese soltado nada sobre su atracción por ella, porque sino le iba a matar y luego tirarle por algún acantilado.
     —Tengo que desayunar —dijo Bakugo, seriamente mientras trataba de ignorar sus pensamientos.
     —Oh —se golpeó en la frente con una risita de complicidad—. Ni me acordé, yo tampoco desayuné.
     —Deberías. Es la comida más importante del día —Bakugo se frustró, recordaba que había varias veces en las que se saltaba el desayuno, merienda o incluso cena.
     —¿Me estás dando un sermón?
     —Te estoy dando un consejo —se quejó él con las cejas fruncidas. 
   "Y ya estamos", pensó Uraraka, soltando un suspiro ahogado.
     —Agradéceme que me preocupo por tu salud —susurró Bakugo, bajando la cabeza para que ella no viese el sonrojo que tenía en su rostro.
   Uraraka abrió los ojos con sorpresa, tanto que hasta no se dio cuenta de que se estampó con una pared. Se llevó las manos a la frente y empezó a reírse a carcajadas.
   Bakugo no dijo nada, solo se limitó a ver como ella se reía con la torpeza que tenía.
   Los dos empezaron a caminar hasta la sala donde comían todos sin hablar nada, cada uno estaba sumido en sus pensamientos y preocupaciones. Cuando llegaron arriba, vieron como Kirishima, Sero y Mina miraban a Bakugo con una sonrisa que daba terror, y Asui y Yaoyoruzo observaban curiosas a los dos.
   Ambos soltaron un respingo y cada uno fue a su lado, Uraraka solamente estaba algo nerviosa, pero Bakugo tenía vergüenza, tanta que su sonrojo le llegaba a las orejas.

     —Me enteré de porque te estaba esperando fuera de tu dormitorio —susurró Kirishima, dándole un codazo a Bakugo en las costillas.
     —Para entrenar juntos —resopló Bakugo, mientras se desayunaba un cuenco de cereales y fruta, manzana y plátano.
     —¿No sabes que quería desayunar contigo? —preguntó su amigo con asombro.
     —No —musitó Bakugo, cortante. Su humor estaba cambiando a pasos agigantados, ya que no le gustaba hablar de este tipo de cosas con él. Ni con nadie.
     —Tienes que estar más atento a ese tipo de cosas.
   Bakugo chasqueó la lengua con molestia, y comió más rápidamente para salir un rato sin tener que ver a nadie. De un momento a otro, se acordó de que Sero y Mina estaban a su lado, mirándole boquiabiertos como si se enterasen de algo interesante.
   Bakugo golpeó la mesa con el puño mientras se levantaba, y después miró a su amigo del pelo rojo con furia contenida.
     —¿Les has dicho...?
     —Son los primeros que se han dado cuenta que algo iba extraño con ella y contigo —respondió Kirishima, bajando la voz lo suficiente para que solo lo escuchasen ellos tres.
     —Me importa una mierda, no deberías —Bakugo crujió su mano, amenazando a su amigo. Éste se rió de él en su cara, descojonándose del semblante del chico de las explosiones—. ¿De qué te ríes? Te mato.
     —Bakugo —le llamó Mina, con una sonrisa pícara—. Cuéntame, ¿estás enamorado de Ochako?
     —¡Tú estás loca! —bramó Bakugo, sacando pequeñas explosiones de sus manos.
   Mina ensanchó más su sonrisa, teniendo un brillo en sus ojos de felicidad y de curiosidad.
     —Di en el clavo —dijo ella, enfatizando cada palabra y diciéndolo lentamente.
     —Eres una jodida... —se enfurruñó Bakugo, mostrando sus dientes y moviendo sus manos con impaciencia.
     —Bakugo —le llamó Sero con una sonrisa de suspicacia—. Uraraka y el resto te están mirando, no deberías de llamar la atención —Bakugo miró a donde se encontraba ella con sus amigas, y vio que las tres le miraba con atención, pero sobretodo Uraraka. Había algo en sus ojos, una emoción muy fuerte, sus ojos se intensificaban más. Bakugo tuvo que apartar la vista mientras parpadeaba para quitarse esos ojos de su cabeza.
     —Se lo deberíamos de decir a Denki, seguro que le encantará saberlo —dijo Mina, buscando con la mirada a Kaminari, pero sin encontrarlo.
     —¿Y de paso que lo sepa toda la academia? —Bakugo usó un tono sarcástico mientras se incorporaba de la silla para recoger sus platos y lavarlos. No se giró en ningún momento pero se percató que había alguien detrás suya—. ¿Y ahora qué coño pasa...?
     —¡Hola! —le saludó Uraraka con una sonrisa radiante—. ¿Estás listo para entrenar ya?
  Bakugo ladeó la cabeza, sin entender absolutamente nada y al ver la reacción de Uraraka por ese gesto, se acordó de sus palabras y se maldició a si mismo más de 10 veces.
   Uraraka soltó un suspiro de decepción, girándose para irse sola al gimnasio pero una mano en sus hombros la detuvo.
     —Que remedio...
   Uraraka volvió a sonreír con felicidad y corrió hacia el gimnasio dando saltitos.
   "Literalmente es una niña chica", pensó Bakugo antes de seguirla a donde fuese que vaya.

   Era la quinta vez que Uraraka caía en el suelo y ya estaba molida en muchas partes del cuerpo, pero eso ayudaba a que aprendiese de sus errores. Bakugo no dejaba que la chica descansase porque la intención de este entrenamiento era para que se defendiera de sus posibles captores o en cualquier otro momento. 
     —¡Vamos, levanta! ¡No tengo todo el día! —gritó él, exasperado. Dejó sus manos caer a ambos lados de su cuerpo y se acercó a Uraraka, lentamente—. Hey —se arrodilló a su lado y la miró fijamente a su rostro, ella estaba cabizbaja sin moverse ni un milímetro, ni siquiera para respirar — ¿pasa algo? —inquirió Bakugo, sin ver reacción en ella.
   Uraraka levantó su rostro con los ojos fijos en Bakugo, éste se incomodó un poco por el contacto visual pero esta vez no lo evitó.
      —¿Si te dijese que tengo miedo, sería algo normal? —el tono de voz de ella se quebró al decir lo último, como si estuviese mal sentirlo.
   Bakugo cogió un mechón de Uraraka y lo colocó detrás de su oreja derecha, haciendo que se viese más del semblante de ella, Uraraka se sonrojó con el contacto pero no apartó la mano de él, que estaba apoyada suavemente en su mejilla.
     —Diría que es algo normal, aunque no deberías —musitó Bakugo cuando quitó su mano de la piel de ella, se sentía cálido y reconfortante.
   —¿Por qué? —inquirió Uraraka con mucha curiosidad.
     —Me tienes a mí ayudándote, nada debería de salir mal —respondió él con una sonrisa socarrona en sus labios y encogiéndose de hombros.
   Uraraka abrió la boca para rechistar pero se quedó callada al momento. Técnicamente, Bakugo tenía razón, estando en la U.A y con Bakugo a su lado no tendría porque pasar algo malo. Aunque no paraba de preocuparse por sus padres, normalmente no hablaba mucho con ellos, algunas veces por la mañana y poco más, pero esa mañana aún ninguno de ellos la había mandado un mensaje.
   Bakugo se rascó el cuello y miró hacia abajo, evitando cualquier contacto visual que le llevase a hacer alguna locura.
     —¿Quieres hacer algo en especial?
   Uraraka ladeó la cabeza, confundida y observando como Bakugo giraba su cabeza hacia otro lado, algo sonrojado.
   Uraraka, por dentro, se estaba divirtiendo con aquella escena, ya que era demasiado raro que el chico de las explosiones estuviese calmado.
     —¡Hey, Tierra llamando a Cara redonda! —Uraraka se sobresaltó con el grito de Bakugo, podría haber llegado a cualquier parte de la academia—. ¿Y bien?
     —Oh, bueno. Lo que quieras, podríamos comer juntos o salir fuera de la academia —respondió ella, al rato de procesar la pregunta en su cabeza.
     —Salir fuera no sería buena idea —Bakugo se puso una toalla sobre su cuello, secándose el sudor de su espalda lentamente y después estiró sus brazos—. No me gustaría que por tu culpa me expulsasen de la academia. 
     —Tienes razón, pero aún así... —susurró ella con los ojos cerrados, preparándose para el posible sermón que viniese.
     —Uraraka —cuando él la llamó, ésta abrió los ojos con estupefacción—, para. No des más vueltas a eso.
   Bakugo sabía que, probablemente, la razón por la que ella quería salir era por sus padres. Él aún no entiende porque estaba tan aferrada por sus padres, ya que no hablaba mucho de ellos y él tenía curiosidad de porque pero nunca preguntó.
   Uraraka echó un suspiro de cansancio y abrió una botella de agua para beber, Bakugo se quedó observando como el agua bajaba por su garganta y tenía los ojos cerrados. Esa imagen en su cabeza le estaba volviendo loco, por lo que se giró para evitar que fuese a más.
     —Cuéntame de tu vida —musitó Bakugo, contemplando el suelo con interés.
   Uraraka esbozó una sonrisa pequeña mientras miraba el pelo de él y su espalda, siempre le había llamado la atención su pelo, ella creía que podría ser suave al tacto aunque de imagen pareciese áspero.
     —Ve preguntando. Lo que quieras.
     —¿Cómo te diste cuenta de tu habilidad? —él se giró para verla de frente, y vio como ella se reía con una carcajada, echando su cabeza hacia atrás para reírse aún más.
     —Digamos que fue por una estupidez —dijo, cuando recuperó el aire—. Recuerdo que estaba en casa, jugando y, de repente, noté como algo caía hacia el suelo. Resultaba que era una lámpara, fui a cogerla y, justo cuando toqué con las almohadillas de mis dedos, empezó a flotar. Aunque, lo peor fue para desactivarlo.
     —Si que eres torpe, cara redonda —Bakugo asintió con los ojos cerrados, sonriendo socarrón.
     —¿Más preguntas? —preguntó ella, ignorando por completo el comentario anterior a propósito.
     —¿Cuándo naciste? 
     —El 27 de Diciembre. ¿Cuando es tu cumpleaños?
   Bakugo la miró aún más, intensificando su mirada a la vez que sentía curiosidad. Nadie le había preguntado por su cumpleaños, aparte de Kirishima, y eso le sorprendió gratamente.
     —20 de Abril —contestó rápidamente, pensando que no era nada importante. Sin embargo, vio como ella cogía su móvil y empezó a escribir—. ¿Qué estás haciendo? —se acercó a ella para ver la pantalla y se percató de que ella estaba apuntando su cumpleaños en un calendario.
     —Listo —sonrió y guardó su móvil—. Así podré regalarte algo.
   —No necesito regalos —Bakugo rezongó, apretando sus dientes con fuerza.
   No le gustaba los regalos porque sentía el deber de devolverlo, y mucho menos de parte de ella.
   Los planes le habían salido mal, intentó por meses alejarse de ella y no funcionó. Justo cuando parecía que por fin iba a ser así, pasó que ahora tenía que estar con ella porque sabía que los villanos querían secuestrarla.
   Él soltó un resoplido de desesperación y se pasó las manos por su cabello, respirando con tranquilidad.
     —¿Estás bien? —se preocupó Uraraka cuando vio lo que estaba haciendo—. Normalmente, nunca te vemos así.
     —Cállate, en serio —Bakugo chasqueó su lengua y se fue sin decir nada, dejando sola a Uraraka con confusión y, a la vez, preocupación.

   Uraraka no entendía lo que había pasado, tanto que hasta incluso estaba pensando más de lo debido. Ella recordó que hasta hace poco no quería ser amiga de él, sin embargo desde que la salvó decidió intentar acercarse más a él. Por otra parte, también intentó dar celos a Midoriya cuando le gustaba, aunque pensó que era muy egoísta por su parte y dejó de hacerlo por eso. Ella pensaba que Bakugo la trataba de una forma especial, a ninguna persona, aparte de Kirishima, le trataba "bien" y eso confundía muchísimo más a Uraraka.
   De estar tan metida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Mina estaba intentando hablar con ella desde hace minutos.
     —¿Estabas con Bakugo? —preguntó ella, sonriente.
     —Entrenando en el gimnasio —respondió Uraraka, algo somnolienta.
     —Entiendo... —Mina se contuvo la risa, ya que ella sabía los sentimientos que sentía él por Uraraka y, aunque prometió decir nada, se estaba mordiendo la lengua para evitarlo—. ¿Cómo te fue?
     —Raro, después de una media hora de entrenamiento intensivo, me preguntó sobre mí —Uraraka se encogió de hombros mientras echaba una vista rápida a Bakugo, que estaba sentado en un sofá hablando con Kirishima—. Después se fue, sin decirme nada.
     —Es Bakugo, no se suele despedir nunca de nadie —argumentó Mina sin dejar de sonreír ningún momento. 
     —Ya, ¿pero no crees que también es extraño que pregunte sobre mi vida personal? Es decir, que yo sepa no lo ha hecho con ninguno de la clase.
    —Mmm —musitó Mina, pensativa. Se recargó en el sofá y puso sus manos detrás de la cabeza mientras miraba al techo—. En eso tienes razón.
     —¿Crees que podremos ser amigos? —preguntó Uraraka, pensando si eso podía ser una posibilidad.
     —Bakugo es un chico inteligente, seguramente quiera ser tu amigo porque ve que eres una chica fuerte y lista —respondió Mina, viendo el rostro de Uraraka detenidamente. Se percató que, en sus ojos, había una pizca de ilusión—. ¿Por qué te interesa ser su amiga?
     —Ya que me va a acompañar a todas partes por recomendación de los profesores, pues pensé que sería buena idea ser amigos —Uraraka se encogió de hombros, sin dar mucho interés en la respuesta.
   Mina le dio unas palmaditas suaves en el hombro y se incorporó del sofá para ir a hablar con Kirishima. Cuando se marchó, Uraraka dio un suspiro, estaba agotada de tantas preguntas de ese tipo.

     —Tú —le llamó Mina a Bakugo con un tono amenazante y sus cejas fruncidas—. ¿Por qué te fuiste sin despedirte de ella?
     —A ti que más te da —respondió él, tajante.
     —Resulta que es mi amiga y que me ha contado todo resumidamente —Mina cruzó los brazos sobre su pecho, estaba muy enfadada de la actitud de Bakugo—. Pareces un niño pequeño.
     —Creo que eres estúpida —la insultó con el tono de siempre y se levantó, pero Mina le agarró del brazo—. ¿Qué crees que haces?
     —Deberías hablar con ella, y lo digo bastante en serio —ella aferró más con fuerza su agarre, haciendo que Bakugo se chafase de el con un simple meneo del brazo.
     —¿De qué? De que solamente pienso en ella, ¿verdad? —Bakugo se estaba enfadando aún más, enseñando sus dientes y a punto de insultar a Mina con cosas peores—. Tú que opinas —miró a Kirishima esperando su opinión.
     —Mina tiene razón. Aunque sea intenta ser amigo de ella, después ya se verá —contestó Kirishima, sonriendo para aliviar la tensión acumulada en el lugar.
     —Uraraka quiere ser tu amiga —confesó Mina, algo sorprendida porque Bakugo había abierto los ojos de par en par—. ¿Te sorprende? Creía que sabías que quería ser tu amiga desde el año pasado.
     —Pensaba que se acercaba porque Deku no la hacía caso —admitió Bakugo, sentándose con calma en el sofá y sintiéndose incomodo con las miradas de Kirishima y Mina, ambas eran igual de acosadoras.
     —Bueno, creo que al principio si fue así. Pero ahora no tiene sentido, no le gusta Deku. Tienes que jugar para que esté a tu favor —explicó Mina con una sonrisa de complicidad—. A ella le he animado de que seréis amigos, ¿por qué no te acercas a hablar con ella?
    —No tengo porque hablar con ella ahora mismo —se quejó Bakugo, frunciendo sus cejas y observando de reojo a Uraraka, que se estaba acercando con paso aligerado.
     —¡Hola, chicos! —saludó Uraraka a los tres con la mano y una sonrisa radiante, Bakugo sentía que su corazón le iba a salir solo por ese acto—. ¿Qué tal?
     —Hablando sobre que tenemos planeado hacer esta tarde —respondió Kirishima, riéndose levemente—. ¿Y tú?
     —Venía por Mina —la miró con atención—. Momo nos ha dicho que vayamos a su cuarto y que juguemos a algunos juegos.
     —Iré, aunque tú podrías quedarte aquí —dijo Mina con sus ojos fijos en Uraraka. Uraraka ya notó a que se refería y se puso más nerviosa—. Así les das conversación a estos inútiles.
     —Yo no quiero molestar...
     —No molestarías —la cortó Bakugo, con una sonrisa socarrona—. Espero que no seas muy pesada si te quedas aquí.
   Mina sonrió triunfante mientras se despedía de ellos y se encaminaba al cuarto de Yaoyorozu, dejando solos a Kirishima, Bakugo y Uraraka.

   Los tres no se les ocurría de que hablar, tan solo Kirishima lanzaba miradas, urgiendo a que él hablase para romper el hielo, sin embargo Bakugo estaba sonrojado hasta las orejas y solo quería que se fuese ella para estar normal, y se cabreó consigo mismo por haberla invitado a quedarse.
     —Bueno —carraspeó Kirishima con una sonrisa ligera—, ¿por qué no tomas un poco de aire fresco? —preguntó él a Uraraka. Ésta negó con la cabeza, sonriendo y evitando responder a la pregunta directamente—. Os dejo a solas, Kaminari me pedirá consejos para sus cosas personales.
     —Deja que vaya contigo... —Bakugo se levantó del sofá como si le hubiesen puesto un torpedo debajo de su culo, pero Kirishima hizo una señal de negación con su mano.
   Kirishima se despidió de ellos con su mano derecha y se encaminó a los dormitorios en busca de el de Kaminari. 
   Uraraka movía sus manos, que estaban apoyadas en su regazo, incontroladamente. Estaba nerviosa y algo incómoda porque no sabía que conversación sacar para que no hubiese un silencio que reconcomía su cabeza.
   Uraraka abrió los ojos con sorpresa, al acordarse de que esa mañana Bakugo se había interesado por su vida y decidió que le preguntaría sobre la de él.
     —Bakugo —le llamó Uraraka, casi sin escucharla porque su tono de voz estaba siendo muy bajo—. ¿Puedo preguntarte sobre ti?
     —¿Para qué quieres saber sobre mi vida? —preguntó Bakugo, un tanto confundido por el comportamiento de la chica.
    —Me da curiosidad, además quiero conocerte mejor —Uraraka sonrió y Bakugo se sintió abrumado, en ese momento él quería que la tierra le tragase para no volver a aparecer junto a ella. Su estómago daba vueltas por todos lados pero se contuvo e hizo un esfuerzo para no parecer nervioso—. ¿Qué es lo que más te gusta?
     —La comida picante —respondió Bakugo, sin darle importancia a la pregunta.
   —¿Quién te cae mal de la clase? —inquirió Uraraka, expectante si ella entraba en la lista de los "tontos".
     —Todos —contestó sin tapujos, esbozando su típica sonrisa socarrona cuando vio la reacción de Uraraka, que tenía las cejas arqueadas esperando a que fuese más concreto, él carraspeó para aclarar su garganta—. Es decir, la mayoría.
     —¿Incluido yo?
   Bakugo tardó en responder, incluso no quería contestar aquella pregunta estúpida formulada por ella, ya que no era capaz de decirla la verdad.
     —No, pero tampoco es que me caigas bien. Simplemente, te respeto por como eres y tu fuerza, no tiene mucho más —respondió, con un suspiro agotador.
     —¿Cómo Kirishima se hizo amigo tuyo? —Bakugo se sorprendió ligeramente de la pregunta, hasta que pensó que Uraraka, supuestamente, quería ser amiga de él así que comprendió la finalidad de la pregunta.
     —Siendo como eres, sin tampoco ser pesada ni conveniente sería lo suyo.
     —No soy conveniente —se quejó Uraraka con un tono afilado.
     —Está en boca de todos que tú intentaste dar celos al tonto de Deku conmigo —dijo Bakugo, lamentando casi al segundo lo que había dicho—. No debí decir eso.
     —Es posible que tengan razón —admitió ella, algo enojada por su egoísmo de hace tiempo—. Aunque, eso actualmente no está pasando, como te dije hace tiempo ya no espero nada de él en tema de relación, y ya no es mi amor platónico ni nada de eso.
   Bakugo se limitó a chasquear su lengua en señal de que entendió lo que decía y se incorporó del sofá, quería ir a su cuarto para estar tranquilo y pensar lo que ella había dicho.
     —Nos vemos más tarde —dijo Bakugo, caminando hacia los dormitorios hasta que Uraraka se puso a su lado—. ¿Qué haces?
     —No pasa nada porque te acompañe, ¿no? —susurró ella, un poco avergonzada pero sin dejar de sonreír.
     —Cara redonda, no soy un niño chico —se quejó él, ladeando una comisura de sus labios para formar una sonrisa.
    —Tan solo quería caminar acompañada de alguien, no es que seas especial —protestó Uraraka, viendo el rostro de Bakugo con detenimiento, hasta ahora sus facciones habían pasado por su cabeza pero no tan detalladamente como aquella vez.
       —En ningún momento he dicho que pienses de mí eso.
   Uraraka se paró estupefacta, recordando que era cierto que él no había dicho aquello. Se pegó un golpe pequeño en su frente para despertarse y vio como Bakugo se reía levemente de aquel acto, su risa parecía un canto adorable para los oídos de Uraraka, algo que no escuchaba casi nunca por su parte.
   Uraraka miró por una ventana, y vio a alguien que reconoció perfectamente. Era su madre, que estaba paseando justamente delante de la academia, Uraraka se quedó en estado de shock y bastante confusa, de esto se dio cuenta Bakugo, que miró en la dirección que ella estaba mirando detenidamente y no vio nada allí.
     —¿Pasa algo? —preguntó Bakugo, extrañado por el rostro de ella y sus reacciones.
   Uraraka negó lentamente con la cabeza mientras cerraba los ojos, creía que a lo mejor había visto un espejismo porque echaba de menos a sus padres pero aún seguía sin cuadrarle aquello en su cabeza.
   Al rato, llegaron a la puerta de el dormitorio de él y ella se apoyó en el umbral cuando Bakugo abrió la puerta con lentitud.
     —¿Quieres pasar? —cuestionó Bakugo, dejando espacio por si ella quería pasar.
     —No hace falta tranquilo, tan solo estaba mirando tu dormitorio —Uraraka rodeó con sus ojos toda la habitación con atención, pensando que él era parecido en ella que le gustaban las cosas simples—. Veo que no eres muy decorador.
     —No hace falta, es un malgasto de tiempo y eso es algo que no me gusta —se encogió de hombros Bakugo, sin darle importancia a como se viera su habitación.
     —En eso somos parecidos —coincidió ella, con una sonrisa radiante mientras se alejaba del umbral y se despidió con la mano—. Nos vemos en otro momento, Bakugo.
     —Adiós, Cara redonda —musitó Bakugo, con algo de corte y también devolvió el gesto con su mano.
   Cerró la puerta con fuerza y se dejó caer en la cama, tapándose la cara con sus manos y sumido en sus pensamientos vergonzosos. Al poco tiempo, su móvil vibró y se fijó en que Kirishima le había mandado un par de mensajes, preguntando como le estaba yendo el tiempo a solas con Uraraka, Bakugo tecleó rápidamente un "sin más" y dejó el móvil al lado suya, mientras se recostaba en la cama y cerraba los ojos para pensar.

   Uraraka tocó con los nudillos de su mano derecha para poder entrar en el cuarto de Yaoyorozu, cuando entró, se encontró con unas miradas expectantes de parte de todas las chicas. El cuerpo de Uraraka se tensó por la incomodidad pero se sentó en el suelo junto las demás, aparentando estar más sosegada y sin saber que pasaba.
     —¿Cómo te ha ido? —inquirió Mina, con suma curiosidad.
     —¿El qué? —Uraraka se hacia la tonta para que las chicas no malinterpretasen cosas.
     —Pues que va a ser, el rato que has estado con Kirishima y Bakugo —respondió Mina, sus ojos fijos en el rostro de Uraraka por si había un signo de vergüenza, cosa que pasó y Mina se regodeó por dentro. Ella sabía que Kirishima se había ido para dejarles un rato a solas—. Estás roja —apuntó Mina, señalándola con su dedo índice.
   Uraraka, por acto instintivo, se tapó con sus manos los mofletes y apartó la mirada de todas ellas. Cuando se acordó de que creía haber visto su madre, su sonrojo disminuyó rápidamente y sus cejas se fruncieron, muy extrañada.
     —¿Te pasa algo? —preguntó Jiro, fijándose en el rosto de Uraraka con atención.
     —Oh, nada —Uraraka sonrió, quitando importancia al asunto—. Tan solo vi a mi madre fuera de la academia y me sorprendí.
     —¿Tu madre? —preguntó Yaoyorozu, algo consternada. Ella no creía que se tratase de la madre de Uraraka, por el simple hecho de que los padres no podrían entrar siquiera en el recinto y no tenía sentido de que pasase por allí sin avisar a su hija—. ¿Estás segura?
     —A lo mejor eran imaginaciones mías, no pasa nada —Uraraka agitó su mano para despreocupar a las demás y a ella misma, después miró al suelo porque estaba incomoda con la conversación.
     —Bueno, ¿hablamos de chicos? —dijo Mina, cambiando de tema para que Uraraka pudiese relajarse. Sin embargo, todas las chicas la miraron con curiosidad—. ¿Qué pasa? Es algo normal...
     —Es algo normal, claramente —respondió Tsuyu, con neutralidad—. ¿Por qué no nos hablas de tu relación con Kirishima?
     —¿Mi... qué? —preguntó Mina, sin entender la pregunta, aunque más bien parecía que no quería entenderla.
     —¿Te gusta Kirishima? —se asombró Hagakure, juntando sus manos con ilusión.
     —No... ¡Es tonto! ¿Cómo podría gustarme...? —Mina estaba tan nerviosa, que no se dio cuenta de que las demás cerraron sus ojos y asintieron, sabiendo a la perfección de que si sentía cosas por Kirishima—. Lo admito —Mina resopló y cerró los ojos, no queriendo saber las reacciones de sus amigas.
     —Deberías decírselo, creo que ambos sentís lo mismo —dijo Tsuyu, con el dedo índice puesto sobre su barbilla y observando atentamente a Mina.
   Mina abrió sus ojos con lentitud, Uraraka se dio cuenta de que sus ojos detonaban un brillo de tristeza acompañada de una sonrisa que trataba de enseñar que estaba bien.
     —No necesito ahora mismo una relación —habló Mina, dando por zanjado el tema de Kirishima con ella.
   Uraraka se sintió aliviada, en ese momento no sentía nada por nadie ni quería una relación estable con los chicos de la academia, básicamente el rechazo de Midoriya lo pasó algo caro, pero hace tiempo decidió pasar de página y poder concentrarse en otras cosas. Como mejorar en los estudios, físicamente, su habilidad y tener nuevas amistades, como Bakugo.

   Al rato, ella volvió a su dormitorio sin querer cenar. Pensaba todo el rato en porque había ido su madre hasta allí, incluso la preguntó por el móvil pero su madre no contestaba a sus mensajes. Uraraka, que estaba sentada en su silla, empezó a girarla con sus pies para distraerse con algo. Entonces, alguien llamó a su puerta con un par de toques, paró en seco lo que estaba haciendo y se levantó para abrir la puerta. En ese momento, Bakugo estaba delante de la puerta con la típica mirada de él puesta en ella.
     —¿No cenas? —preguntó Bakugo, con algo de molestia en su tono de voz.
     —No tengo hambre —se limitó a responder Uraraka, con una sonrisa de complicidad.
   Bakugo extendió una cajita que dentro llevaba sushi y se lo dejó en las manos de ella velozmente, como si las manos de Uraraka tuviesen fuego en ellas.
     —Bakugo... No hacia falta —Uraraka estaba asombrada por el comportamiento de él, pero cogió la cajita con gusto y lo dejó en su mesa—. ¿Quieres pasar?
   Bakugo, al principio, no sabía si entrar o no puesto que era algo complicado para él mantenerse algo alejado de ella, pero pasó y se sentó en la cama de ésta con los brazos cruzados sobre su pecho, esperando pacientemente a que ella empezase a comer.
     —Cara redonda, no tengo planeado quedarme aquí mucho tiempo, ¿te importa comer rápido? —habló Bakugo, intentando no alterarse. Uraraka cogió los palillos y empezó a comer, apabullada por sus acciones—. ¿Por qué no saliste a cenar con los demás?
   Uraraka se sobresaltó ligeramente y volteó su cabeza para verle por el rabillo del ojo.
     —Estoy algo preocupada por mi madre, no contesta mis mensajes y eso que la había visto esta mañana —contestó Uraraka, su tono se quebró por un momento pero mantuvo la compostura.
     —¿Fuera de la academia? —Bakugo se extrañó bastante, sabía que no tenía sentido que los padres pasaran por fuera de la academia porque no era posible que entrasen.
   Uraraka asintió con la cabeza varias veces para luego seguir comiendo, esta vez más apresurada para terminar antes y no seguir con el tema. No le gustaba hablar de temas que a ella le preocupaban pero era ameno hablar de ello con Bakugo.
   Bakugo se quedó pensativo, reflexionando de porque haría aquello pero no llegaba a ninguna conclusión.
     —Seguro que te dice algo mañana —aseguró Bakugo, con una media sonrisa, tranquilizando el ambiente cargado de preocupación por parte de ella.
     —Tienes razón —asintió ella con una sonrisa, relajada porque él estuviese con ella en ese momento.

   La noche era más fría que de costumbre y todo estaba en silencio, Toga paseaba con una sonrisa estremecedora mientras zarandeaba dos botes con sangre en sus dos manos, se acercó a la figura siniestra de Dabi, que miraba a lo lejos la academia con seriedad.
     —¿Te vio? —preguntó Dabi, cruzándose de brazos esperando la respuesta de la chica loca.
   Toga asintió con felicidad, jugando con los dos botes entre sus manos y sin quitar la sonrisa de su rostro.
     —Mañana será el día —afirmó Toga, susurrando mientras miraba hacia donde observaba su compañero.
     —Estará contento el tío ese —Dabi sacó su tono de voz de pocos amigos. No le gustaba cooperar con Shigaraki pero al menos tenía su punto de inteligencia.
     —A mi me cae bien —opinó ella, sus ojos centelleando de admiración hacia él.
     —Hace poco lo querías matar, ¿y ahora te cae bien? ¿Tienes un trastorno o algo? —preguntó Dabi, mirando de reojo a la chica que se reía maliciosamente.
     —Me llevo estupendamente con todos —se encogió de hombros sin parar de reírse—. Quiero hacerme amiga de todos.
    —Hasta de los estúpidos héroes.
     —Es interesante.
   Dabi la miró con frialdad, mirada que la chica devolvió con creces para luego desaparecer. Ambos tenían el plan bien ideado y sabían que saldría bien, así que era momento de descansar.

     —Creo que es hora de irme —habló Bakugo, mirando la hora en el reloj de Uraraka que tenía apoyado en su escritorio.
    —Oh, claro —dijo Uraraka, agitando su mano para relajarse—. Gracias por haberme traído la cena.
    —No te saltes más comidas —se quejó él mientras giraba el pomo de la puerta.
     —Eso no puedo prometerlo.
    —Entonces, te lo voy a tener que traer todos los días —él sonrió, esbozando una sonrisa radiante que a Uraraka le dio cosquillas en sus mejillas—. Uraraka, tienes las mejillas rojas.
   Uraraka se las tapó inmediatamente y empezó a reírse de forma nerviosa.
    —Vete ya —Uraraka le empujó para que saliese de su cuarto, pero sin querer hizo que flotase. Le cogió de la mano antes de que flotase más arriba—. Perdón.
    —Controla más tus nervios.
     —¡No estoy nerviosa! —bramó Uraraka, avergonzada de la situación y deseando que nadie los viese.
     —Lo que tú digas... —Bakugo rodó los ojos y sonrió con desdén—. ¿Me sueltas?
    Uraraka juntó las almohadillas de sus dedos lentamente.
     —Liberar —susurró, y Bakugo cayó de bruces contra el suelo, haciendo que sonara fuertemente y que varios saliesen de sus dormitorios por el ruido—. Vaya...
     —Ten más cuidado, cara redonda —musitó Bakugo mientras se llevaba las manos a su cabeza para aliviarse el dolor.
   Uraraka asintió nerviosamente y se metió en su cuarto, despidiéndose de Bakugo con la mano y cerrando la puerta fuertemente para no escuchar nada, se sentó en la cama y se tapó la cara con sus manos.
   Bakugo evitó la mirada de vacilación de su amigo y se metió en su cuarto sin hablar, cerró la puerta y se tumbó en la cama, abrazando la almohada con algo de fuerza e intentando desaparecer en aquel momento.
   "¿Qué es lo que está pasando?", pensaron los dos al unísono mientras los dos se iban a dormir en sus respectivas camas.
   Uraraka no podía conciliar el sueño, mientras que Bakugo pudo conseguir dormir al poco, algo más contento de lo usual.
   Pero esa felicidad y esa tranquilad que ambos sentían se iba a acabar pronto, y después de todo eso los dos no serían lo mismo.
 

 

[Kacchako] Die for YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora