LYSCM † aleph

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Despertó, sólo en el inquietante silencio que acaparaba el vacío departamento con paredes blanquecina, que fue testigo de el amor y pasión que susurraban esas cuatro paredes.

Tardó en acostumbrarse a la luz, puesto que una tormentosa resaca taladró su cabeza.

Otra noche donde su único alivio era el alcohol, la dulce María y ácidos varios

Se encontraba en el suelo de su departamento, adolorido.

¿Adolorido por la posición en la que durmió?
Claro que no
Adolorido porque perdió lo que alguna vez fue lo que más le importó.

Adolorido, dolor, ¿por qué duele? ¿por qué tendría que doler?

¿Por qué él tuvo que irse?
Irse para no volver, irse sin despedirse.
Que descortés de su parte.
Que descortés de parte de la vida, al quitarle a la luz de sus ojos.

Estaba enojado, furioso con el destino por ser tan mezquino, por reírse en su, cara apuntandole con un dedo, por burlarse de sus esperanzas en recuperar lo roto.

Despertó, sólo en el inquietante silencio que acaparaba el vacío apartamento con paredes blanquecinas, queriendo no despertar.

Dos de treinta excusas anteriormente pensadas sonaron lógicas para no volver a tomar y drogarse en esos instantes.

Hoy despediría lo que fue en vida su amado.
Recordar el viejo suceso sólo provocó más dolor.

Despertó, sólo en el inquietante silencio que acaparaba el vacío apartamento con paredes blanquecinas, con lágrimas brotando de sus orbes verdes, con sollozos desquiciados y la furia corriendo por sus venas.

Comenzó a patalear como niño pequeño al aire para después abrazarse. Sentía frío y la furia corriendo por sus venas.

Pegó adoloridos "¿Por qué?" al aire, como si alguien fuera a responderle, cuestionó las tantas razones. Sentía tristeza y la furia corriendo por sus venas.

Gritó y descargó lo que su poca emergía le permitió, para que un fuerte vacío y nudo en la garganta hicieran que tomara una posición fetal. Estaba destruido y la furia corría por sus venas.

Se levantó y miró su entorno, derribó y rompió todo lo que estaba en su ambiente. Revolvió todo su hogar y lastimó sus manos y brazos.

Ningún dolor físico compararía el augurio que su alma y corazón padecían.

Divisó el reloj y verificó la hora. 12:55 pm.

Faltaba una hora y cinco minutos para darle el adiós al cuerpo inerte, de quien en vida fue alguien que dio vuelta su vida y su forma de ver las cosas.

Despertó, sólo en el inquietante silencio que acaparaba el vacío apartamento con paredes blanquecinas, queriendo ser él quien restaba en paz en el ataud.

Sacó fuerzas de donde nunca hubieron, para dirigirse a el baño de su hogar. No necesitaba echarse un vistazo al espejo porque ya sabía que físicamente se veía deplorable.

Tomó una larga ducha donde las lágrimas se escondieron en el agua, sin lograr despejarse un poco y aún con ese enorme vacío en el pecho, se vistió con un atuendo digno para un funeral, pero sin ser formal.

aleph ؛ hardzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora