Capítulo 5: Tratarte bien

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-¿Estás segura de que no quieres venir? Te hará bien salir...- Te dice Ania desde la cocina. Tu estás sentada en el sofá, ya con el pijama puesto, lista para ahogar tus penas con el vino que escondiste en la parte de atrás de la despensa ni bien Ania y el resto de sus amigos salgan por la puerta.  

-No, de verdad estoy bien. No tengo ganas de salir hoy.- Mientes. Ania estaba muy atractiva, con un vestido negro al cuerpo, su pelo castaño suelto y alborotado, unos tacones de aguja que seguro iban a volver un infierno en unas horas y su maquillaje al punto. Tu amiga y compañera de piso te observa preocupada y luego le hecha un vistazo a tu teléfono el cual se encuentra bien seguro a tu lado. 

-No va a llamar... ¿Lo sabes?- Te pregunta. Tragas con fuerza y aprietas los labios. Sí, lo sabes. Ya han pasado tres semanas. Tony no ha llamado y no llamará, pero tampoco te gustaba que te lo recuerden. Asientes levemente sintiendo como se forma un nudo en tu garganta.- Si cambias de parecer estaremos en Doha. Mándame un mensaje para entrar, Luis tiene entradas extra y así no pagas.- Vuelves a asentir y fuerzas una sonrisa. Ania te da un beso en la frente y luego se va junto a todos sus amigos que ya están bastante tocados por el alcohol. 

Abres la alacena y te encuentras con el vino tinto que habías estado guardando desde hace días. Lo abres y te sirves un vaso. Botas te roza la pierna emitiendo un leve maullido. Ahora que todo el mundo se ha ido ya se siente seguro de aproximarse hacia la cocina. Lo tomas con un brazo, mientras que debajo del otro tomas la botella de vino y el vaso; y lo llevas hasta el puff para ponerlo en tu regazo luego de sentarte. Dejas la botella a un lado y te dispones a ver algo en la televisión. Encuentras una película que se llama The Switch y te decides por verla. 

Cuando estabas al final de la película y de la botella, Botas tuvo que moverse al sofá para poder descansar tranquilo ya que tu estabas ahogándote en tus sollozos. Como típico otoño en Nueva York hace media hora había comenzado a llover a cántaros. Rayos, truenos y mucho viento... Ya ni si quiera podías arreglarte y salvar algo de la noche yendo a Doha. Las lágrimas no paraban de caer de tu rostro y no sabes si estás llorando por la maldita película o por Tony. Probablemente por ambos. 

¿Vaso? No, eso ya no te bastaba. Tomas el último trago derecho de la botella y el líquido baja por tu cuello provocando una agradable calidez a su paso. Definitivamente ya estabas ebria. La película finaliza y tu te dispones a recomponerte e irte a la cama. Es temprano, solo son las diez, pero llorar tanto te ha agotado. Te levantas un poco tambaleante, tiras la botella vacía a la basura, vas al baño y aprovechas para lavarte un poco la cara.

No puedes entender por qué no te ha llamado. Creíste que había verdadera química entre ustedes, pero se nota que creíste mal. 

-Estúpida.- Te hablas a ti misma en el espejo al ver tu reflejo completamente destruido. 

Te haces una cola de caballo y te mueves con paso torpe hasta la cocina, tomas tu teléfono y a Botas y te diriges a tu habitación, cerrando la puerta detrás. Lo último que quieres es que cuando Ania vuelva con todos sus amigos como lo hace siempre luego de una noche de fiesta tengas que disimular que te encuentras de maravilla. 

Tu cabeza toca la almohada pero, como muchas otras noches, tu cerebro no te deja dormir. Das unas cuentas vueltas esperando que todo el alcohol en sangre haga más efecto y te despeje la mente, pero no puedes. Cada vez que cierras los ojos él está ahí. 

Tu teléfono suena sobre la mesa de luz y, sin pensarlo demasiado porque seguramente se trataba de Ania, atiendes. 

-Sí, dime.- Dices, esperando la respuesta de tu amiga. 

-Creo que estoy fuera de tu departamento.- Esa no era una voz femenina. Era una voz conocida. Una voz que habías estado esperando hace demasiado tiempo. 

Tony Stark y tu - Solo por una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora