Capitulo II

4 0 0
                                    

 16 de julio.

Los días siguieron su transcurso normal, el trabajo seguía siendo la misma pesadilla de siempre. No era un trabajo que disfrutara, incluso ni le apetecía estar ahí, pero sabía de sobra que no lo dejaría. Lo había intentado muchas veces, por Dios que sí, pero al final regresaba con la cola entre las patas. 

El día anterior había sido su descanso y ni siquiera lo había disfrutado. Todo se lo llevó en limpiar. Su hermana la visitaría y el departamento estaba hecho un desastre. 

Habían pasado tres días y no había vuelto a saber nada de Greg, ni de su novia, era mejor así. Sus miedos se estaban desvaneciendo poco a poco. Sabía que Niall no la buscaría. Habían pasado ya más de cinco años. Si no la buscó antes, no tenía por qué hacerlo ahora. 

Terminó de maquillarse y se puso la blusa roja del uniforme, se agarró el cabello en una coleta y cerró la puerta del departamento. A las dos tenía que entrar a trabajar y ya eran las dos menos quince. 

Tomó el camino de la calle 74 y dobló en la avenida Santa María, faltaban dos minutos para las dos cuando llegó.

Agarró la boina y se la acomodó en la cabeza. Se despidió de Esther, que era la cajera que había estado en la mañana y tomó su lugar de trabajo. 

A las cinco de la tarde, todo pintaba que sería un día muuuuy aburrido, casi no había clientes. Bueno, casi, por que la señora Cortés estaba en ese momento en una de las mesas que daban hacia la calle, comiéndose su hamburguesa doble. La mismísima señora Cortés le había dicho a Ruby que tenía una dieta alta en calorías, por eso debía de comer así, eso sí, sin olvidar su refresco de dieta, porque no quería engordar mas, al señor Cortés le fascinaban las llantitas que a ella se le formaban, y no quería, ni disminuirlas, ni aumentarlas. 

Ruby se puso a acomodar un poco, Héctor se quitó el delantal y se sentó a un lado de ella. 

- Ruby, ¿qué vas a hacer el sábado en la noche? 

- Voy a dormir. 

- Si, pero antes. 

- No lo sé aun. - ella dejó encima de la mesa el trapo sucio que tenía en las manos y se sentó a un lado de Héctor, si el jefe los veía, lo más probable era que los regañara. 

- Es que Esther y Jasmine irán a ver unas películas a mi casa, y como tú nunca vas... 

- Lo sé. Soy una aguafiestas. Nunca tengo tiempo de nada. Pero te prometo que iré. Aunque aún no se me olvida que me quedé esperándote en la fiesta de mi cumpleaños el año pasado. Nunca llegaron ni tú, ni Esther a mi fiesta.

Héctor rompió a reír. 

- Tienes razón. Aun no se te ha olvidado. 

- Es que casi nadie asistió. Por eso este año no haré nada. Me quedaré tirada en la cama comiendo helados y quejándome de la injusta que es la vida. ¿Por qué Dios que es tan justo y misericordioso no me dio una vida de rica y famosa? 

- La verdad - interrumpió Héctor - es que yo no sé qué estás haciendo aquí. Con tu cerebro y tu cara, es para que ya fueras rica y famosa. 

- No me adules, que de todas maneras no te voy a perdonar. Además no soy tan bonita. 

- Pues al menos no eres fea - Héctor se puso de pie cuando la señora Cortés se levantó de la mesa y Ruby le imitó. La señora Cortés salió de McHam´s con lo que había dejado de sobras, para llevar. Había dicho que se lo quería dar a sus perritos, pero Héctor y Ruby sabían que ella no tenía perritos. 

Terminaban de levantar los platos sucios cuando Héctor levantó la cara y se le quedó mirando a Ruby. 

- Tu cumpleaños es el próximo jueves - dijo como si hubiera hecho el descubrimiento del siglo. 

Jirones: Trozos de mi AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora