» capítulo 38

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No tenía por qué, pero estaba nerviosa. A tan solo un día de mi boda, la cual, no sabía como iba a ser. Ruggero no había estado en casa los últimos dos días, o por lo menos, no habíamos hablado casi nada.

Las empleadas iban y venían por toda la casa, gente que arreglaba el jardín, personas que colocaban adornos. Antonella y Bruno se la pasaban en casa, cuidando detalle por detalle, dando ordenes sin cesar, intentando que todo fuera lo más perfecto posible.

Ruggero, llegaba a las once de la noche y pasaba directo a la ducha, luego, a la cama. Sin cenar en casa, sin almorzar en casa, sin hablarme más que para desearme un buen día o dulces sueños. Ya no compartíamos cama, pues luego de haber descubierto la habitación de huéspedes, no iba a permitir que Ruggero me retuviera en su habitación.

Estaba todo listo, solo faltaba el sí de ambos y Ruggero sería feliz para siempre.

-¿Estas despierta?-preguntó una voz adormilada. Me senté en la cama y miré la puerta entreabierta de la habitación.

-Si, pasa.-dije sabiendo que era Ruggero quien estaba del otro lado de la madera.

-¿No duermes?

-¿Me ves dormir?-dije divertida. Rió y entró en la habitación.- No puedo, no se por qué.

-Yo se.-dijo y se puso de pie junto a mi pequeña cama.- ¿Me haces un hueco contigo?-preguntó acomodando su pantalón a cuadros.

Sin responder a esa pregunta, me hice a un lado y el se sentó a un costado. La escasa luz de la luna iluminaba la habitación. Ruggero y yo, dominados por el nerviosismo, sin poder dormir, juntos, a las tres y media de la mañana.

-¿Por qué?-pregunté intentando no mirarlo a los ojos.

-Porque ambos estamos nerviosos.-respondió sin siquiera mirarme. Ambos, mirábamos a la pared celeste de la habitación, que en estos momentos, se veía blanca, gracias a la escasez de luz.

-No estoy nerviosa.-mentí. Chasqueó la lengua y pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros. Besó mi mejilla.- Es en serio Ruggero.-tragué saliva sonoramente. Rió.

-Perdona.-susurró.

-¿Qué?-pregunté sin comprender.

-Que me perdones Karol.-susurró de nuevo.

-He escuchado pero no se a qué te refieres.

-Solo perdóname, no preguntes por qué. Perdóname.-su voz sonaba sincera y sus besos sobre mi mejilla no me dejaban pensar más que, eso salía de su corazón.- ¿Puedes perdonarme?

-No puedo perdonar algo que no se que estoy perdonando.-dije confusamente.

-No preguntes Karol, pero perdóname.-insistió.

-Te perdono Ruggero.-dije serena y acaricie su rostro.

Acomodó su cabeza sobre mi hombro derecho y sentí su respiración sobre mi cuello. Tomó una de mis manos y la entrelazó con una de las suyas. Brindó leves caricias a mis finos dedos y luego dio un suave besó sobre la palma de mi mano. Alzó la mirada con suma delicadez y me sonrió.

-Mañana verás a mi hermana.-dijo.

Finalmente, comprendí.

Él no estaba nervioso por la boda, si no, por ver a su pequeña hermana. Sus nervios se debían a algo que a él de verdad le importaba, no a pararse en el altar y pronunciar un simple "si" para toda la vida. Él amaba a su hermana y quería tenerla cerca. No me amaba a mí, era solo su pase a la vista de Ruggero a su pequeña hermana.

[1] La Bella y La Bestia » Ruggarol [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora