Jimin agitó su cabeza lentamente, cansado de escuchar lo mismo, de repetir la situación día tras día.
«Jimin eres un gran bailarín, pero no sacas tu potencial entero, no le pones la suficiente pasión, no te veo sentir la música. Bailar contemporáneo se trata de eso, de fusionarte con la melodía, de ser uno con ésta. Deja que tus sentimientos salgan a flote Jimin, venimos a bailar no a hacer el ridículo».
Estaba harto de escuchar lo mismo casi diariamente, con palabras distintas pero siempre el mismo contexto.
Llevaba practicando ese baile meses, empezaba a pensar que era incapaz de realizar ciertos movimientos, llegó a un punto en el que se cansó de ir diariamente 3 horas a repetir lo mismo y siempre fastidiar algo o no hacerlo como él quiere que sea. Se consideraba una persona perfeccionista, al extremo, y que algo saliese como él no tenía previsto solo lo frustraba.
Era demasiado ambicioso y persistente, lo que lo llevaba a ser un terco de primera.
Así que simplemente cuando tenía clases ya lo hacía sin ganas, estaba exhausto. El baile era su mayor pasión, estaba claro que lo amaba, pero no encontraba un motivo para sentir aquella canción en concreto, no lo tenía. No podía forzar algo que simplemente se negaba a salir.
Después de debatir mentalmente sobre llorar hasta deshidratarse o esperar a la noche para matar de la forma más cruel a su profesor, prefirió sencillamente marcharse del lugar, llegar a casa y como siempre llorar por horas sintiéndose insuficiente e inútil mientras comía un gran bote de helado lamentando su existencia.
Tomó la toalla y la pasó por todo su rostro. Suspiró y tomó su bolsa deportiva para dejar aquel lugar de una vez.
A esa hora llegaban los bailarines de hip hop, género que no le interesaba en lo más mínimo, así que como siempre, agachó su cabeza y estuvo dispuesto a pasar de largo e irse de una vez por todas como siempre hacía. Al quitar la mirada unos segundos del suelo, tropezó con aquella dicha baldosa que su estimado profesor no se molestaba en arreglar. Maldito él, maldita su suerte, malditos todos y maldita la persona que tomó su cintura en un agarre firme salvándolo de una caída segura.
Bueno... éste último no era tan maldito en parte, lo había salvado de quedarse sin un tobillo.
Su cara se hundió de lleno en el pecho de aquel chico, haciéndose un leve daño en su nariz, maldiciéndolo todo, como siempre.
- Joder, que asco de suerte.
- ¿Con esa carita y dices esas palabras?
Empujó suavemente a su "salvador" para contemplar en los brazos de quién había caído, quien sabe si de un viejo verde de 50 años que tenía pensamientos no muy inocentes hacía el chico o un simple joven que entraba a su hora en aquella academia. Optaba por la segunda, no creía que un hombre de 50 años tuviese tal voz.
Levantó su rostro enfurruñado mientras se sobaba la nariz, seguidamente escaneó al chico que se encontraba en frente suya.
Jimin quedó embelesado por la belleza tan sutil que portaba aquel alto chico.Le sacaba una cabeza y algo más, era esbelto, tenía un porte fino y ligeramente deportivo. Tenía unas piernas jodidamente llamativas, eran muy bonitas. Su tez era un tanto morena, pero seguía en la escala de piel blanquecina. Sus ojos tenían una forma bastante peculiar, parecían dos pequeños soles, destilaban un brillo increíble que gritaba esperanza y bondad, sin duda alguna, era el par de ojos más comunes pero más extravagantes que había visto. La última vez que vio unos ojos que transmitían tanto fue la vez que se cayó en receso cuando estaba en primaria, siendo portador de aquellos ojos el chico que por aquél entonces le gustaba, se rió de él en toda su cara, sin pizca de vergüenza.
El cabello del chico que se encontraba a unos pasos suyos era de un tono castaño tirando a marrón oscuro. Las hebras del mayor se movían agraciadamente a causa del viento que recorría la ciudad en ese instante. Y qué decir de su sonrisa, era preciosa. Sus labios estaban estirados en una sonrisa, eran finos y algo rojos. Cuando hacía esa mueca se marcaban unos pequeños hoyuelos arriba de éstos. Jimin pensó que no había visto sonrisa más adorable en lo que llevaba de 19 años de vida.
Era jodidamente guapo, y bueno que decir del chico al que se comía con la mirada, él compartía los mismo pensamientos sobre Jimin.
Cuando el de cabello plateado cayó en cuenta de la manera tan psicópata en la que probablemente lo miró, balbuceó algo medio inaudible.
- Gracias, supongo. Digo, por salvarme, claro.
Siguió su camino cabizbajo con un pequeño rubor en sus abultadas mejillas. Chocó su hombro con el ajeno sin quererlo y entonces creyó que ya no podía hacer más el ridículo.
La imágen del chico sin nombre lo persiguió hasta en sus sueños. Necesitaba saber quien era aquella obra de arte en forma humana.
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» when nobody see us. « jhs + pjm. hopemin. 🍑
FanfictionSolo compañeros de bailes, solo intercambian algunas palabras, algo casual ¿Verdad? → jimin bottom. → hoseok top. → chico x chico. → contenido adulto. » terminada. « started: 14.06.19 finished: 15.06.19