Día 1

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Kaminari Denki no es un mentiroso.

Tal vez sí sea algo idiota, las cosas se le escapan de la lengua sin tapujos y hace embrollos más grandes de lo que él puede controlar, pero siempre se mantiene positivo y logra —de una forma u otra— escaparse de sus propios desastres.

Eso sí, él jamás acudía a la sucia y contradictoria usanza de las mentiras para salir de sus problemas, o al menos procuraba no usarla en exceso.

Había aprendido —de una muy mala forma— que las mentiras, al final, siempre terminan explotándote en la cara igual que el yogurt caducado y esa no es una bonita experiencia.

No debes decir cosas que no son ciertas. Eso solía decirle su madre mientras le daba un buen tirón en la oreja. Aunque nunca imaginó que las mentiras podían ser de una forma distinta.

—Entonces, ¿yo le mentí? —Kaminari estaba confundido.

—Sí, técnicamente lo hiciste —Jirou se cruzó de brazos e hizo una mueca desaprobatoria.

—No, tectónicamente no lo hice —dijo para defenderse y la chica ni siquiera se molestó en corregirlo, ya estaba acostumbrada—. Solo omití la verdad, ¡eso no es mentir!

—Sí, lo es.

—¡Claro que no! —afirmó.

—Kaminari, le pagaste a todos en tu propia fiesta para que no dijeran nada —señaló, sacando incluso el fajo de billetes que él le había dado.

—¿Y eso qué? Es para que guarden mi secreto, eso no lo hace una mentira.

—Él cree que vas a cumplir diecinueve años, no sabe que está saliendo con un menor de edad.

Kaminari entró en pánico y corrió hasta casi taclear a Jirou mientras trataba de tapar su boca, casi parecía un intento de secuestro.

—¡No lo digas en voz alta! Estoy casi seguro de que ha dejado alguna cámara oculta para espiarme.

—Shinsou nunca haría eso —musitó contra la pegajosa mano sobre sus labios. Luego le torció un poco el meñique y Kaminari la soltó de inmediato—. Por otro lado, tú sí lo harías.

El chico empezó a lloriquear en el piso, primero quejándose por el —insignificante— dolor en su dedo y luego se recriminaba por ser un pésimo novio.

Pero todo ese embrollo se había salido de sus manos demasiado rápido. Se sentía como cuando le dio flojera arreglar la gotera de su casa y dejó que pasara el tiempo hasta que un pedazo del techo le cayó en la cabeza. Tal vez así murió su última neurona, porque metió la pata y la metió hasta el fondo.

—Debes decirle la verdad —Jirou le ordenó.

—¡Jamás! —berreó, igual que un niño haciendo un berrinche.

—No puedes ocultarle que eres dos años menor de lo que él cree, no es justo.

—Está bien, se lo diré hasta que yo cumpla los dieciocho. Para ese entonces no se sentirá mal por tener una relación ilegal.

Jirou no lo soportó más y terminó dándole un gran golpe en la cabeza, esperando que con eso reviviera algo ahí dentro.

—¡Oye!

—No tienes derecho a quejarte —regañó, luciendo mucho más molesta de lo que esperaba—. He soportado muchas de tus estupideces, pero no le haré esto a Shinsou. Él también es mi amigo.

Kaminari se quedó hecho piedra mientras Kyoka salía de su habitación.

Sabía que hacía mal, pero el miedo latente de ser dejado por Hitoshi lo ataba de pies y manos. No podía perderlo, no quería hacerlo; aunque entendía que su relación pendía de un hilo.

Shinkami Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora