¿A dónde vas?

1 · Tarde

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La lluvia caía violentamente desde el cielo gris sobre aquella peligrosa ciudad, como si la gravedad de la Tierra reclamara la humedad para sí misma. Lo natural en estos casos sería cancelar todo compromiso, refugiarse en casa, evitar salir, proteger el hogar de goteras e inundaciones. Sobretodo aquel departamento en el que solía vivir Flug, más defectuoso que el propio inquilino... y eso ya era hablar mucho.

Sin embargo, su jefe no era un hombre al que se le cancelaba. Ni siquiera se podía decir que fuese humano. Era una bestia voraz, perfeccionista, buscando la más mínima oportunidad de saciar una sed incontrolable de lastimar a otros. Pero claro, todo esto bajo la fachada de un elegante hombre de negocios.

¿Y él? Solo era un empleado sin horarios fijos. Estaba obligado a manejar su carcacha color crema por las inundadas calles de Hatville, sin importar el clima ni la hora, para ver a su jefe.

Después de un par de calles más finalmente llegó a la imponente mansión en forma de sombrero. Se estacionó frente al portón de la cerca metálica, tomó su paraguas y el tubo de plástico en el que protegía los planos que iba a mostrar, y corrió lo más pronto que la lluvia le permitió. Para su suerte, tanto el portón como la puerta principal de la mansión estaban sin llave, por lo que solo tuvo que correr en línea recta sin detenerse, hasta que encontró refugio en la recepción. A pesar del paraguas y del impermeable negro que usaba, su ropa había quedado completamente empapada.

- "Llega tarde, Doctor".

¿Cuánto tiempo llevaba ahí esperandole? Quién sabe, pero justo en la recepción de la mansión esperaba de pié Black Hat. Sus ojos expresaban impaciencia y molestia, pero por el contrario, sus labios sonreían anchos, exponiendo sus grandes y afilados dientes verduzcos y su lengua serpenteando intimidantemente. Sabía que el sonido que producía le daba escalofríos por toda la espalda al Doctor, y disfrutaba hacerlo sufrir.

- "Lo siento, jefe... Las calles están muy inundadas y le entró agua a los neumáticos. Tuve que..."

- "Excusas, excusas..." - El demonio apareció repentinamente detrás de él. Flug podía sentir el calor de su aliento en su nuca, a pesar de la bolsa que lo cubría. - "No conforme con dejarme goteras en el techo con tu avión, también tengo que tragarme tus excusas... inaceptable, Doctor".

El joven alcanzó a reaccionar a tiempo y saltó hacia el frente, evitando que su demoníaco jefe le pegara una mordida en el cuello. Pero este solo sonreía burlonamente.

- "Discúlpeme. No volverá a ocurrir".

Su disculpa sonó sincera. Miró a Black Hat apenado en lugar de asustado. Su jefe parecía insatisfecho y hasta decepcionado de esa respuesta. Su sonrisa desapareció y su ceño fruncido regresó a su rostro.

- "Eso espero, por su propio bien". - El demonio enderezó su postura y comenzó a caminar hacia las escaleras. - "Ahora, deje de mojar mi alfombra y vayamos al grano".

Le tomó un par de segundos a Flug darse cuenta de que su gabardina negra aún chorreaba, dejando un rastro de agua a su paso. A su lado esperaba un Hatbutler, extendiendo sus brazos para tomar su abrigo y la sombrilla.

- "Claro, voy detrás de usted". - Rápidamente se deshizo de su gabardina y de la sombrilla y apresuró el paso para poder alcanzar a Black Hat en las escaleras tapizadas de terciopelo rojo.

Black Hat no hacía mucho ruido al caminar, era como si se deslizara sigilosamente sin tocar el suelo. El único sonido era el eco de las pisadas inseguras de Flug y la fuerte lluvia cayendo sobre el techo y el viento azotando con furia contra la ventana.

Hace un tiempo ya que la mansión vivía en completo silencio. Cuando Black Hat lo contrató, Flug aún era un estudiante en prácticas. Recuerda perfectamente la gente que trabajaba en ese entonces en la mansión. Un mayordomo que lo recibía cada que llegaba. Una secretaria que lo contactaba y daba instrucciones en lugar de Black Hat. Un científico del cual Flug solo era asistente...

Antes la mansión estaba llena de gente. Pero todo cambió aquel día.

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