28. Nuestro terrible modo /Final

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Nuestro terrible modo de querernos




SeokJin llega hasta la puerta del departamento de JiMin asegurándose de no ser visto y le parece tan tonto el pensar que meses atrás estuvo allí sin tener que cuidarse de esta forma. Y que, incluso en aquel entonces, no estaba tan nervioso como ahora que el corazón le reclama por la adrenalina de haber corrido por las escaleras hasta el cuarto piso donde vive el bailarín.

No espera más y golpea la puerta, aguardando impaciente que JiMin abra.

JiMin llega hasta la puerta de su departamento asegurándose de que está bien arreglado, entre casual y no tan desprolijo. Le parece tan tonto pensar que meses atrás lo que menos iba a preocuparle era cómo lucía. Y que, incluso en aquel entonces, no estaba tan nervioso como ahora que el corazón le reclama no haberse puesto otra ropa o haber preparado otro platillo para los dos.

Abre la puerta y aguanta la respiración hasta que se cruza con la mirada chocolate de SeokJin que sostiene entre sus manos un pequeño ramo de flores y en la otra...

—¿En serio vas a obsequiarme condones? —pregunta JiMin y se ríe mucho al ver que Jin recién repara en que no ha ocultado la pequeña cajita.

Porque, después de todo, ambos eran terribles para relacionarse. JiMin se mofa del mayor hasta que este lo rodea con sus brazos, aplastando el ramo entre los dos, y busca su boca como quien está sediento y encuentra en su camino una Coca-cola bien fresca que beber.

Tal vez, incluso más extasiado que probar algo dulce, SeokJin se encuentra disfrutando de la respuesta positiva y entusiasta de JiMin, quien se sostiene de sus brazos y le devuelve el beso con la misma intensidad.

—Hola ChimChim... —saluda Jin cuando se separan, pero mantienen sus bocas cerca—. Jodido dios. Cuánto lo he extrañado, Park.

JiMin cierra los ojos cuando Jin afianza el abrazo y lo hace caminar hacia atrás para cerrar la puerta. Cierra los ojos porque está un poco avergonzado de sus propias reacciones. No obstante, SeokJin cubre su rostro de besos pequeños ante el silencio que los contiene en una burbujita privada del reencuentro.

—Yo creo que estoy un poquito enamorado de usted, profesor Kim —admite JiMin con tal valentía que el propio SeokJin agradece que el sonrojo de los dos es similar, porque su rostro arde ante tal confesión—. Y no es que quiera presionarte a que digas algo como "yo también puedo llegar a amarte" o cosas así, lo digo porque lo siento verdaderamente. Es decir, tampoco es que deseara que esto fuera unilateral, obvio que si sintieras lo que yo, en un futuro cercano, podríamos ya sabes...

—¿Quiere hacer el favor de dejarme hablar, Park? —ordena SeokJin con poca autoridad al ver que JiMin abre los ojos, brillantes y sinceros, para verlo con algo de inseguridad—. Estoy en desventaja con usted, porque yo creo estar bastante enamorado. Chim... —rompe el falso trato formal y se aleja para darle ahora sí las flores y, claro, el paquete de preservativos como obsequio—. Me prometí no arruinarlo, pero ya ves. Soy un idiota, tal cual me describe Kim TaeHyung.

JiMin acepta ambos regalos y toma la mano de Jin para entrelazar sus deditos con los del mayor y empezar a caminar.

—Ambos lo somos, un poco tú y un poco yo —dice mientras rodean el sillón  y se meten por un pasillo que SeokJin recuerda bastante bien.

Sin embargo, para no meter la pata, pregunta:

—¿A dónde vamos? —trata fuertemente de no sonar esperanzado, pero se da cuenta que fracasa cuando JiMin lo mira por sobre su hombro con expresión risueña.

—Había preparado algo de cenar, pero estoy demasiado feliz y excitado. Espero no le moleste, profesor Kim —responde el bailarín mientras abre la puerta del cuarto.

—No deja de sorprenderme lo rápido que nos entendemos, Park.

Y ante el portazo que se escucha nada más interesa en el microcosmos que configuraron a su capricho.

SeokJin puede casi jurar que en este momento los astros bailan alineados para que todo fluya como si estuviera escrito por algún destino bondadoso.

JiMin, en cambio, casi puede jurar que aquellos planetas en los que SeokJin piensa no se alinearon sino que se estrellaron. Rompieron sus órbitas y pasearon por la extensión de la piel de SeokJin y la suya, allí por donde se tocan y besan.  Y cree, al contrario de Jin, que el destino no fue bondadoso, al contrario, quiso alejarlos y ellos tercamente se volvieron a juntar. Casi retándolo y probando que siendo lo suficientemente tontos o valientes —da igual— pudieron sortear las peripecias de una vida tan común como novelesca para llegar hasta donde están: despatarrados, enredados, idiotas y  terriblemente enamorados.










Fin.

❤️






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