Capítulo 4

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La verdad no sé que pasó por mi mente y tomé a Alfonso de la cara y le di un beso en la boca. Alfonso me empujó con tal fuerza que me botó al suelo.

-¡Pero que mierda te pasa pendejo! -Exclamó con furia. Se abalanzó sobre mi y empuñó su mano en dirección a mi rostro.

Vi su puño ir directo a mi cara, pero ese puño no aterrizó en mi; si no que fue a parar al piso, a unos cinco centímetros de mi rostro.

-¿¡Qué hiciste pendejo!? -Alfonso se notaba exaltado.

-Perdón, perdóname. -Le dije llorando. -¡No me pegues, por favor! -Lo miré a los ojos.

Cuando pensé que Alfonso me sacaría la cresta, pasó algo inesperado. Sí, me besó y me besó apasionadamente; fue realmente excitante ese momento. Alfonso se sacó la camisa del colegio y quedó con su torso desnudo. Era tal cual como me lo imaginé. Un weón realmente hermoso, marcado y notoriamente ejercitado.

-¿Qué haces? -Le dije a Alfonso. -Pensé que estabas molesto.

-¡Cállate, pendejo! -Alfonso me tomó de los hombros y me besó.

No podía creer que esto estuviese pasando, El mino del colegio estaba besándome, estaba acariciándome y era mío.

Alfonso me desnudó y él se sacó los pantalones, me acarició los muslos y subió hasta mi pecho; Me besaba y acariciaba cada rincón de mi cuerpo y yo, sólo me dejaba poseer, me dejaba llevar por la pasión del momento y él se notaba que tenía experiencia con esto; yo era virgen y con suerte me masturbaba, entonces no tenía conocimiento de lo que estaba sucediendo.

-Alfonso, para. -Le dije.

-¿Qué pasa? -Dijo mirándome a los ojos.

-Soy virgen, por favor; ten cuidado. -Le dije con miedo.

-No te preocupes. -Sonrió. -Yo sé lo que estoy haciendo.

Entonces comenzó a hacerme sexo oral, subía y bajaba y se sentía realmente extraordinario; era una sensación realmente placentera. Mientras él estaba ahí, abajo; yo acariciaba su hermoso cabello.

-¿Estás listo? -Me dijo. -Quiero estar dentro tuyo.

-Por favor, se delicado, nunca me lo han hecho. -Le dije muerto de miedo, pero ansioso a la vez.

-No te preocupes, seré lo más delicado que hay. -Me dijo susurrando al oído.

Alfonso me beso el cuello y bajo de a poco hasta llegar a mis piernas; las puso en sus hombros y comenzó a penetrarme poco a poco, era algo incomodo y doloroso, pero soportable y también era un dolor placentero. Alfonso me miraba a los ojos mientras entraba de a poco.

-¿Estás bien? -Me dijo. -¿Quieres qué siga?

-Sí, estoy bien, puedes seguir. -Le dije agitado.

Alfonso terminó de entrar y comenzó a balancear su cadera de adelante hacía atrás. Lo hacia con un ritmo variado, a veces era rápido, otras veces lento. A veces era fuerte y otras despacio.

Sí, él sabía lo que hacía y sabía como darme placer. Alfonso era mío, mío y de nadie más. El mijito rico estaba ahí, conmigo, en mi casa y haciendo el amor conmigo. el mino del colegio estaba todo sudado sobre mi.

Alfonso se balanceaba y me masturbaba, me cambió de posición y me puso de boca al suelo.

-Voy a volver a entrar; estaba vez no te dolerá tanto.

-Dale. -Le dije. -Estoy preparado.

Alfonso entró y se balanceaba esta vez con más energía, cada vez más y más rápido y se agitaba aún más.

-¡Enrique, me voy. Voy acabar. -Me dijo al oído.

-Dale, no pares. -Le dije extasiado.

Alfonso acabó, me dio vuelta y me masturbo hasta que acabé.

-Qué weá más rica -Le dije mirándolo a la cara.

-Esto queda acá, no soy maricón como tú, esto es sólo culpa del vino. -Me dijo.

Fue como un balde de agua fría para mi, se me vino el mundo abajo. El mijito rico prácticamente me humillo, me había utilizado y ahora estaba desnudo, pero esta vez del alma, Alfonso me había roto el corazón.

-¡¿Pero qué chucha esta pasando acá!? -Se escuchó un grito de horror.

-¡Mierda! -Grité.

Era mi Mamá que se había despertado y nos estaba mirando con una cara de espanto.

El mino del colegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora