Capítulo 5

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-¡Pero qué chucha está pasando acá!? -Se escuchó un grito de horror.

-¡Mierda! -Grité.

Era mi Mamá que se había despertado y nos estaba mirando con una cara de espanto.

-Mamá -Le dije mientras Alfonso y yo nos vestíamos.

-¡Qué mierda está pasando acá! -Gritó mi Mamá tapándose los ojos con las manos.

-Señora -Dijo Alfonso con voz trémula mientras se ponía los pantalones. -Todo tiene una explicación.

-Mamá, yo te puedo explicar. -Le dije avergonzado y casi al borde del llanto.

 -¡Claro que me vas a explicar que es lo que estaban haciendo. -Exclamó con dureza.

-Lo que pasa. -Dije. -Lo que pasa es....

-Pasa que su hijo es un maricón -Me interrumpió Alfonso. -Es un maricón que me sedujo.

Yo miré a Alfonso con una cara de asombro, odio, decepción e ira. Jamás me había sentido tan humillado, si ya me había sentido así hace 2 minutos; ahora me sentía peor, la persona que amaba me traicionaba y me escupía la cara.

-Mira cabro chico -Le dijo mi Mamá a Alfonso apuntando a la puerta de salida. -Quiero que te vayas de mi casa en éste instante. Andáte y no quiero volver a verte -Dijo amenazando a Alfonso  

-Sí señora. -Asintió Alfonso con la cabeza.

El mino del colegio avanzó con su camisa en la mano hacía la puerta con la cabeza gacha, mirando sus pies y sólo a ellos.

Yo en cambio lo miré alejarse hacía la puerta con una ira incontrolable, tenía unas ganas inmensas de tomar la botella de vino y rompérsela en la cabeza. Las sensaciones se mezclaban, mi corazón latía fuertemente y sentía un calor apoderarse de mi cuerpo desde los pies a la cabeza. Empuñé las manos y me puse a llorar mirando ésta vez al suelo; no sé si estaba llorando porque Alfonso me había traicionado, o por creer que había decepcionado a mi Madre.

Alfonso cerró lentamente la puerta de mi casa y yo pensé que esa sería la última vez que lo vería.

-Ahora, ¿Me quieres explicar que es lo que pasó? -Dijo mi madre acercándose a mi.

No contesté, mis palabras no salían de mi boca; tenía un nudo en la garganta que no me permitía gesticular ni una silaba.

-¡Enrique! ¿Eres maricón? -Gritó mi Mamá.

Yo seguía mirando el suelo, recordando lo que pasó en la mañana, recordé cuando vi al mino del colegio sentarse a mi lado y cuando me acompañó a buscar a mi Mamá. Me preguntaba porque él me había humillado de esa manera.

-¡Enrique, te estoy hablando! -Me zarandeo. -Contesta, ¿eres gay?

-Sí. -Dije en voz baja volteándome hacía ella.

-¡Repítelo! -Chilló. -¡Repítelo en voz alta! -Dijo tomándome de los hombros fuertemente, casi enterrándome sus uñas.

-¡Soy gay Mamá! -Le grité prácticamente en la cara.

Ella se puso a llorar desconsoladamente sacudiendo la cabeza de izquierda a derecha.

-Por favor Mamá, no llores. -Le dije.

-¡Cállate! -Me golpeo dándome una cachetada. -¡Cállate, maricón de mierda!

-P...Pero... -Y no dije ni una palabra más.

-Eres una aberración, desde el día de hoy ¡dejas de ser mi hijo! -Me grito con odio.

Jamás olvidaré su cara cuando me dijo esas palabras, su rostro era de odio, de asco, de decepción. Mi Mamá camino hasta su dormitorio y cerró la puerta de golpe.

Yo me quedé paralizado en el mismo lugar, no podía mover ni un músculo.

-¡Te odio Alfonso! -Grité con todas mis fuerzas. -Me las pagarás, te arrepentirás de haberme hecho esto. -Prometí.

Caminé hasta una de las sillas que estaba en la cocina y me senté. Pasé toda la noche pensando en lo sucedido, pensé tanto que no me había dado cuenta que ya estaba claro, miré el reloj de gallo que estaba arriba del refrigerador y marcaba las 07:30 Am.

Como mi entrada al colegio era a las 8:00 Am, me dispuse a ir, quizás podía encontrar a Alfonso allá.

Busqué un cuchillo en la cocina y lo guardé en mi mochila.

El camino al colegio se me hizo eterno, llegué a la entrada y no me atrevía a entrar, quería dar el primer paso pero mis pies no reaccionaban, era como si pesaran una tonelada.

Sonó el timbre del colegio avisando que ya eran las 8.00 Am para entrar.

Inhalé profundamente, di el primer paso y me di cuenta que ya no me era difícil avanzar; caminé hacía la sala de clases y ¡Bingo! El infeliz estaba sentado en el pupitre casi al centro de la sala.

Estaba hablando con un compañero y Alfonso me vio que estaba en el umbral de la puerta.

Entré a la sala y caminé en dirección a él mientras abría mi mochila para sacar el cuchillo.

-¡Así te quería ver, hijo de puta! -Le grité empuñando el arma aún en mi mochila.

El mino del colegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora