Junio 27, 00:46 hrs.
Si lo veía desde su perspectiva, el lugar era mucho más atractivo de lo que su nombre aparentaba, y el terror que cualquier ser humano normal podría sentir se disipaba al desmentir las malas lenguas que soltaban incoherencias sobre residencias de ese estilo sin haber puesto un mísero pie en ellas. Si lo veía desde su perspectiva, sí, era mucho más atractivo, considerando que su panorama en ese instante no era más que oscuridad por tener los ojos cerrados. Así al menos podría evitar los escalofríos andando sobre su columna vertebral con calzado de púas cada vez que le dedicaba una dócil mirada al iluminado pasillo sin fin.
–Eh, veintidós. No te duermas.
–Estoy despierto.
–Te tocan rodas, hijo.
–Hice rondas ayer.–Contestó, inalterable. Después de tantos meses trabajando allí había aprendido a controlarse, aunque solo con sus superiores.
–Y pediste doble turno, yo ya me voy. Los expedientes de hoy están en la gaveta y mañana se entregan los informes de la semana.
–Sí, señor.
–Buena suerte.
–Que descanse, señor.
Buena suerte, sí.
Despegó la espalda de la pared, sintiendo un molesto dolor en los omóplatos a causa de haber permanecido completamente quieto durante, ¿qué? ¿Una o dos horas? Posiblemente. Los brazos cruzados sobre su propio pecho cayeron a los lados como los de un cadáver, y la luz potente de los reflectores led en cada esquina le dieron el placer de una ceguera blanca instantánea, la cual desapareció igual de rápido una vez pudo acostumbrarse a ella. ¿Qué demonios había estado pensando cuando pidió el doble turno semanal por el pago extra? ¿Que le darían, sin más, el horario de las mañanas? Idiota.
Tomó la caja sobre el gabinete que tenía escrito 230-280 a un lado de esta, y rebuscó dentro los expedientes desde la habitación 215 hasta la 200. Esta vez le tocaría el pabellón de los recién ingresados, qué emoción. Si los más antiguos ayer le habían hecho la noche por poco e insoportable, no podría ni imaginarse lo que le tocaría ahora. Tampoco esperaba hacerlo.
Se arregló el cuello del abrigo, aseguró que el lápiz de carboncillo estuviese en su bolsillo antes de empezar el recorrido, y le dedicó una ojeada rápida a la primera hoja médica sobre las demás.
Hospital psiquiátrico de Colorado,
"South Park"
Nombre: Craig Tucker [215]
Edad: Dieciséis años.
Enfermedad: Síndrome de Capgras.
Notas:
Apreciaciones: No agresivo; no se deja tocar.
Última medicación: Fluoxetina (espera de efectos secundarios) el 27-06 a las 23:00 hrs.
Suspiró resignado, rindiéndose ante sus propios pensamientos perniciosos. La experiencia hablaba por sí misma, y era que, sin lugar a dudas, cuando las notas del expediente estaban vacías se trataba de un rechazado. Para los doctores del edificio era una cruel forma de identificar a los que son registrados en el hospital tras ser diagnosticados, pero sin padecer verdaderos motivos para ser encerrados allí, por lo que, si ese chico no era agresivo, sus padres simplemente no lo querían en casa creyendo que es sinónimo de inutilidad y hasta vergüenza. Chistó la lengua contra los dientes en un acto de incordio, esperando que hayan tenido una buena razón que justifique su decisión.
Se inclinó sobre el pequeño ventanal que permitía la vista dentro de la reducida habitación, buscando la anatomía del menor en alguna esquina. Los segundos siguientes le dejaron sin aliento, como si hubiese caído desde una distancia considerable y el impacto le robase hasta el aire de reserva de los pulmones con violencia. No estaba.
–Me debes estar jodiendo.
Con la punta del lápiz golpeó el vidrio, rogando desde sus adentros llamar la atención de cualquier ser vivo dentro antes de que acaben despidiéndolo por dejar que ocurriese tal estupidez. Entonces, sus hombros tensos y el pecho inflado de aguantar el oxígeno se dejaron llevar, sintiendo el alma regresarle al cuerpo. El pelinegro se colocó de pie frente a la puerta con los ojos entrecerrados, juzgando al médico de guardia como si hubiese cometido algún delito atroz sin espacio a remordimientos.
–Me diste un susto.–Le sonrió, mostrándole la palma en forma de saludo.-¿Qué tal estás, chico?
Su intento de simpatizar fue en vano. Craig volvió a sentarse al pie de la entrada con el gorro azulino balanceándose entre sus pálidos dedos, sin parpadear. Posiblemente lo había alterado por un ataque de pánico ridículo.
.
.
.
La 208 a su espalda fue silencio total después de sacar de sus pesadillas a McCormick, cierto niño con trastorno por estrés postraumático, que lo dejó exhausto. Jamás hubiera creído que existiera alguien con el sueño tan malditamente profundo. Escribió el suceso en la sección de "apreciaciones", y ya en el umbral de la 207 se humedeció los labios resecos con la punta de su lengua antes de leer el documento respectivo.
Nombre: Tweek Tweak [207]
Edad: Dieciséis años.
Enfermedad: Dismorfofobia severa.
Notas: No puede ser controlado.
Apreciaciones: Agresivo consigo mismo; se le cosieron seis puntos en el rostro. Se le quitó el yeso el 03-04 a las 14:00 hrs.
Última medicación:
Hidromorfona el 27-06 a las 20:37 hrs.Alprazolam el 27-06 a las 16:57 hrs.
Temazepam el 27-06 a las 10:48 hrs.
Lo único que se le permitió pensar en ese instante fue: "pobre niño". Lo drogaban ferozmente, como si significase un peligro abismal para todo aquel que rodeara su habitación reforzada en llaves. Por un momento se dio el placer de dudar si le dejaban ir al comedor común para las comidas o colocaban una bandeja a la espera de que reaccione por el hambre.
Apenado se apoyó en la puerta, y con los informes bajo el brazo, observó el interior de la habitación de reojo. La cama estaba hecha un desastre; las sábanas rozaban el suelo y el par de almohadas que se les proporcionaba a cada uno estaban acomodadas una sobre otra en la esquina, como un bonito adorno abstracto. Otra vez, no lo encontraba a él.
Falsa alarma. Allí estaba.
Golpeando su cabeza contra la bendita pared, pero allí estaba.
El tempo que ejecutaba entre golpe y golpe recreaban una dolorosa pieza musical, donde podías contar hasta cinco pacientemente antes de oír el siguiente boom retumbando las paredes. Su espalda cruelmente encorvada era lo que le mostraba, y con uno de los hombros apoyados en el frío cemento blanquecino donde continuaba martirizando sus neuronas, dio un respingo. Tal vez sintió su presencia, sí, pero no fue suficiente. Había logrado que sus golpes se detuvieran, que la sangre pintando su cuero cabelludo se dejara ver y se irguiera, pero en un lapso de dos segundos ya estaba de vuelta en su propio mundo. Debía detenerlo antes de que su consciencia empezara a divagar en el limbo.
No sabía si amar u odiar ese trabajo.

ESTÁS LEYENDO
»Cortos Creek
FanfictionConjuntos de drabbles, one-shots, chats y más. Todo sobre, claramente, Tweek y Craig ♡.