(15) OS #8: Un mal para otro mal [4/4]

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No sé si logré expresar bien lo que quería con esto, ojalá les agrade aunque sea un poquito(?). Quiero recalcar que no estoy romantizando nada con esta secuencia de cortos, solo fue una idea extraña que se me ocurrió y quise seguirle la corriente a mi imaginación, bue. Ya les daré bastante fluff y cositas bonitas luego--.

Espero que algo por ahí no les haga sentir incómodos.

Craig: Síndrome de Capgras.
Tweek: Dismorfofobia severa.

Un mal para otro mal: final.

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Cuando se dedicó esa fugaz mirada sin intención, el desprecio hacia lo que las ventanas reflejaban con tanta claridad no tardó en hacerse notar. Fruncía el ceño como si odiase el simple color del cielo y respiraba con la misma rapidez de un hombre huyendo de la peor de sus pesadillas directamente a un camino sin salida. El pecho del rubio subía y bajaba todavía más veloz que una inestable montaña rusa, y las yemas de sus temblorosos dedos se deslizaban suavemente por sobre sus mejillas, rozando las heridas con miedo a abrirlas, aún si la sensación de su propio toque asemejase la delicadeza con la que planea una hoja muerta tras caer de algún árbol en otoño. Se miraba con rencor, se tocaba con fineza, lloraba con pena. Era la monstruosa descripción visual de un ser que se detestaba a sí mismo por la cáscara, pero al que le inquietaba también dañar la perfección de fruta dentro de ella.

Craig, siendo ahora un espectador del más grotesco de los espectáculos, retrocedió la silla lo suficiente como para desaparecer de ese lugar en un instante.

–C-Craig...–El sollozo ahogado le agudizó aún más el tono de voz, y lo miró. Se estaba clavando las uñas de ambos pulgares en los dedos, uno a uno, dejando pequeñas hendiduras en el camino.

«Eres hermoso, Craig», quiso decirle. «Eres el ser más hermoso que he conocido.»

El mencionado solo se mantuvo allí, inmóvil, con la bandeja sin acabar en las manos y las piernas equilibrando el peso total de su anatomía tras colocarse de pie.

–¿P-por qué tuve que nacer feo, Craig?

¿Era una pregunta para él o solo intentaba desquitarse?

–¡Dime!

Sus puños golpearon la mesa, sirviendo además como un impulso para levantarse también. Creía imposible que con la cantidad de lágrimas acumuladas pudiese ver algo nítido, lo que le daría una chance de escapar. No quería estar frente a él así, no cuando sus dientes parecían querer destruirse entre ellos con el paso de los segundos; no cuando su rostro manifestaba tal nivel de raba y sus palabras le metían aflicción hasta en las zonas más recónditas del cerebro. No quería estar, y ya.

No quería estar frente a él así, ni nunca.

Dio dos pasos hacia la derecha, en dirección a la salida, pero sin quitarle la atención de encima. ¿Nadie iba a ir a llevárselo? ¿Qué tan incompetentes eran?

–No eres feo, tranquilízate.

Giró el rostro de un lado a otro, buscando hacer contacto visual con alguien. Quien sea.

¿Nadie le estaba prestando atención? ¿Estaba él gritando lo suficientemente fuerte, o solo era el eco de una voz ahogada astillando sus propios tímpanos?

–¡C-claro que lo soy! ¡Mírame! ¡M-mírate!

Tweek extendió una mano hacia él, dejando un camino de sangre por poco e imperceptible sobre la mesa blanca. Al parecer logró encajarse la uña hasta el fondo de los infiernos.

»Cortos CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora