10

11.3K 1.1K 74
                                    

Acababa de llamar a su mamá para toparse con la noticia de que volvería el viernes por la tarde, le alegraba tener la fecha de su regreso, el problema era lo que eso conllevaba. Regresar a casa. No deseaba marcharse, no cuando tenía al alfa que adoraba a su lado a cada segundo del día consintiendolo como un niño mimado. Subió de regreso a la habitación de YoonGi para acostarse encima de él al verlo bocabajo en el centro de la cama, acomodó su cabeza entre sus omóplatos y sus piernas caían a los lados de sus caderas. Tenía de cerca su olor a vino, le gustaba, combinaba con el alfa por alguna razón que no sabía explicar.

— ¿Todo bien con tú mamá, cachorrito? —la voz medio sofocada del mayor lo hizo quitarse de encima preocupado por no dejarlo respirar correctamente—. No, no te bajes —se quejó, tenerlo así de cerca era reconfortante.

— El vuelo de mi mamá llega pasado mañana en la tarde —comentó sin esconder la desilusión en su voz.

— ¿Y por qué suenas triste? Varias veces dijiste que la extrañabas —preguntó confundido por el menor.

— No me malentiendas, sí la extraño y mucho, además de que me preocupo por ella al estar lejos —se excusó aún con el mismo tono de voz—, pero voy a extrañar demasiado estar contigo todo el tiempo —confesó con los ojos cerrados, ya que sabía lo genial que era pasar día tras día al lado de YoonGi, no quería desprenderse de él.

— Cachorro —exhaló con una sonrisa conmovida por las palabras ajenas—. Vamos a seguir juntos todo el tiempo, igual que antes.

— El problema es que no quiero que vuelva a ser igual que antes, me gusta como son las cosas ahora —murmuró una vez cayó en cuenta de que se estaba comportando como un niño caprichoso. Tal vez YoonGi tenía razón y era igual a un cachorro.

YoonGi invitó al menor a levantarse un poco de su espalda para poder girar y verlo a la cara. TaeHyung se quedó sentado sobre su vientre, sosteniendo su peso sobre sus rodillas apoyadas en el colchón. Entrelazaron sus dedos al momento en que decidieron tomar sus manos, el mayor acercó las dos manos ajenas para depositar un besito en cada una.

— A mí también me gusta que estés aquí conmigo —recalcó mirándolo con amor—. Y me encantaría que te quedaras —agregó sonriéndole—, pero no es posible por obvias razones.

Eran demasiado jóvenes como para vivir la vida de un matrimonio, no sólo los gastos en casa de los primos se triplicarían por el aumento en el consumo de los servicios, sino también en alimentos. La pensión alimenticia que el padre de SeokJin estaba obligado a darle hasta su mayoría de edad y su sueldo de la tienda les permitía vivir cómodamente midiendose en lo que gastaban. Además de que TaeHyung no era completamente autosuficiente, hacía lo que un adolescente de su edad debía hacer, pero en comparación a las responsabilidades del joven alfa, no era nada. El omega estaba creciendo en el tiempo correcto, cumpliendo con responsabilidades promedio de alguien de su edad; al contrario, YoonGi creció de golpe y tomó las responsabilidades de un adulto. Esa era una de las cosas que el alfa amaba de estar con TaeHyung, lo hacía sentirse como si fuera alguien de su edad, preocupaciones como tener que ir a pagar la tenencia del auto sonaban desconocidas, porque a su lado volvía a ser un simple adolescente.

— En un año, cuando terminemos la preparatoria —propuso YoonGi, ganándose una sonrisa del menor—. Intentaremos convencer a tu mamá de que no estamos dementes y que es una buena idea —ambos sabían que probablemente la mujer sea más razonable y no le deje mudarse, pero soñar no costaba nada y aferrarse a esa idea ayudaría al menor a consolarse.

Después de finalizar esa especie de trato se perdieron en los ojos ajenos, aprovechando la posición, el alfa llevó sus grandes manos a los muslos del menor para acariciarlos y apretarlos ante la tentación. Pudo sentir a TaeHyung estremecerse, con eso los dos se congelaron y se analizaron por largos segundos hasta que el primero en reaccionar fue YoonGi, levantándose para quedar cara a cara y poder apropiarse de esos bonitos labios. Los brazos del omega no demoraron en enrollarse alrededor del cuello ajeno para acercarlo hasta que sus pechos se toquen, el mayor deslizó su mano derecha hasta su cintura. Ocupados besándose y sus lenguas acariciándose cada tanto como los adolescentes hormonales que eran, sus cuerpos no demoraron en reaccionar al continúo roce de pieles aún con la ropa puesta. Se separaron con los labios húmedos y las respiraciones agitadas, gracias a la posición podían sentir claramente al contrario.

Celo fuera de casa (YoonTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora