Tranquilo.

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Yuri sabía. Él lo sabía.

No tenía necesidad de pruebas ni confesiones, conocía a la perfección lo que estaba pasando en su entorno.

Podía sentir la mirada de lástima de la gente cuando caminaba por el mercado en busca de unos cuantos víveres para la cena. Esas miradas cargadas de fingido sentimentalismo que a él tanto le enfermaban lo seguían hasta el final de su recorrido, atormentándolo. No, no era necesario comprobarlo, ellos lo estaban viendo.

Él lo sabía, hace tiempo que lo sabía, pero había decidido guardar silencio por amor, y temor.

Yuri amaba y siempre amaría al joven Kazajo con el que unió su vida una tarde como cualquier otra. Escapó de casa bajo los reclamos de sus padres y se enfrentó a las miradas desaprobatorias de muchos por amor a él, el dueño de su corazón.

Años tras años compartiendo juntos una vida que se formó rápida y presurosa, pero no escasa de amor y entendimiento, Yuri era muy feliz.

Hasta hace unos meses.

Cuando él lo supo, cuando no hubo necesidad de pruebas para aceptarlo. Que su querido amor estaba desapareciendo.

Otabek, quien meses atrás y en todo el tiempo que habían vivido juntos jamás se había perdido de una cena con él, empezaba a llegar tarde a casa y pedirle que no lo esperara despierto.

"Problemas en la empresa" "Horas extras" siempre eran las excusas que Yuri escuchaba tras la bocina del celular.

Claro, él ya lo sabía. No sospechó, lo aseguró.

Constantemente, en los momentos que pasaban juntos, Otabek se volvía cariñoso como antaño, aunque sus besos desde entonces para Yuri solo sabían a mentira.

No era necesario comprobarlo. Otabek ya no lo quería, había alguien más en su vida.

***

Por las noches, al llegar la hora de dormir, Yuri se tapaba con el cobertor tanto como le fuera posible, y esperaba a Otabek despierto todo el tiempo necesario. Al llegar, escuchaba el chasquido de la puerta y sus pasos sobre la alfombra de su habitación, lo sentía acercarse a él y sentarse en el filo de la cama. Mantenerse quieto ya no era un reto, había aprendido también a mentir.

Lo quedaba contemplando largos minutos antes de dejar un beso en su mejilla y susurrar muy cerca fe su oído:

—"Tranquilo, amor. Soy yo, descansa mi vida"— aunque no se moviera ni un poco.

Aquella acción sólo clavaba profundo la estaca en el corazón de Yuri, y nublaba por completo su razón.

Otabek era, para Yuri, el infiel más dulce y descarado de todos.

Mientras compartía las noches a su lado, por las mañanas alguien más lo retenía del brazo y muy seguramente se aferraba a su cuerpo por completo.

Yuri no lo soportaría mucho tiempo más. La cordura empezaba a perderse en los confines de su demencia, y él lo sentía claramente.

***

Aquella noche era calma, con una gran luna alumbrando la habitación. Otabek llegó a su residencia con una sonrisa en los labios y un sobre amarillo especialmente aferrado en sus manos.

Miro el bulto que era Yuri en la cama, cubierto por el cobertor color crema cuyo aroma dominaba la habitación. Era olor al suavizante manzana y canela que a Yuri tanto le encantaba.

Se acercó al escritorio, dejando su maletín y el sobre con total cuidado, no quería despertar a Yuri de su tan relajado sueño. Caminó hasta la cama, sentándose como todas las noches junto al rubio para apreciarlo dormir por unos minutos. Acarició una de sus mejillas con suavidad, creyéndolo dormido profundamente, se acercó como siempre a depositar un beso en su mejilla y dejar en su oído su fiel frase:

Danger [ONE-SHOT HORROR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora