Velas

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Viktor encendió una vela.

Frente a él estaba Yuuri, sonriéndole. No pudo evitar una sonrisa en sus labios ante la bella tonalidad que su piel tomaba bajo el anaranjado y amarillo de la luz en la habitación. Su sombra se desplegaba imponente sobre la pared tras su espalda, el entorno armonizado con inciensos y pétalos de rosa. Una situación romántica si estuviéramos hablando de una cita.

No era tal cosa, pero si era un momento especial, del cual se debía gozar cada uno de los minutos regalados.

Eran las 12 de la noche, la vela empezaba a consumirse.

Viktor detuvo sus ojos en el rostro de Yuuri, que se mantenía sereno, relajado. Inhaló parsimoniosamente el aroma entremezclado solo para recordarse que el tiempo apremia.

—Buenas noches, Yuuri—susurró, a sabiendas que Yuuri igual lo escucharía.
Como respuesta Yuuri elevó una mano, interrumpiendo ligeramente la estática de la flama, asustando a Viktor una micra de segundo.

—Lo siento, estoy feliz.

—Yo también. Ha pasado ¿Cuánto tiempo?

Yuuri jugueteó con sus manos mientras pretendía recordar el tiempo que no había visto al apuesto hombre que se encontraba frente suyo. El tiempo era irrelevante para él, y sin embargo, lo sentía pasar cada que estaba con Viktor.

—Tres semanas—dijo al fin. Sin quitar la mirada del rostro de Viktor, y sintiendo a Viktor imitarlo—. Te extrañé.

—Te extrañé mucho. Sentí que hoy no iba a ser posible verte, pero quise arriesgarme a intentarlo.
—Y aquí estamos. Es un alivio que aquella señora me haya cedido mi oportunidad.
—La fila es larga, imagino.
—Todos quieren lo mismo que yo, Viktor. Y no podemos ser egoístas tratando de vernos todos los días.
—Lo siento. Ya veo mi egoísmo.
Yuuri volvió a sonreír, dándole poca importancia a tal detalle, conocía el egoísmo sano del que Viktor sufría, era muy consciente de ello. Por eso no le importaba mucho.

Se levantó con cuidado, notando el leve baile de la flama en la vela. Pudo acercarse a donde Viktor se encontraba, y con un movimiento de mano le invitó a levantarse.

Viktor tembló, tenía miedo de cometer un error y que le quitaran su oportunidad de estar con Yuuri. Pero aun así aceptó su invitación, y se levantó.

Yuuri se recargó sobre su pecho, sintiendo (más por recuerdo que por realismo) el calor que emanaba el cuerpo de su pareja. Viktor, por su parte, si pudo sentir a Yuuri, como una brisa fría aferrándose a su piel con crueldad.

Quien sea el encargado de mantener el orden de aquella reunión furtiva, tal vez se estaba haciendo el desentendido, porque los beneficios hace mucho que habían sido excedidos.

La posición se mantuvo por largo tiempo, mientras Yuuri le contaba a Viktor muy cerca del oído todo aquello que le hacía recordarlo dentro de ese lugar, y lo poco que le hacía sonreír.

La flama seguía bailando, y la vela consumiéndose.

Ninguno de los dos quería desaprovechar cada lágrima que de la vela salía, indicando un minuto menos a su compañía.

Conversaron de todo, Viktor le comentó los avances de Yuri en el patinaje, la recuperación de su madre tras su partida, y lo bien que le iba a él en su nueva residencia.

Yuuri lo felicitó con verdadera emoción, saber que todo empezaba a avanzar en el entorno de Viktor le hacía sentir complacido.

—Hoy vine con algo en mente—dijo Yuuri, después de ver hacia la vela y la preocupación de Viktor—. Cariño, me he dado cuenta que intentas ser mejor, pero necesitas de más fuerza de voluntad para superarte completamente.

—No me lo pidas, por favor.

—Necesito hacerlo, mi vida. Necesito que entiendas que en tu entorno todo se empieza a mover nuevamente, y que tú también debes hacerlo

—Mi mundo se detuvo cuando te marchaste.

—Y trato de ponerlo en marcha nuevamente.

—Solo regresando podrá volver a andar.

—No puedo hacer eso, Viktor. Los muertos no regresan.

—Pero los vivos si pueden irse.

—Sí, pueden hacerlo. Pero deben esperar su tiempo y no pretender adelantarlo. Si haces eso...estaremos separados por siempre.

—No quiero eso.

—No lo quieres, cariño—Yuuri suspiró, la vela poco a poco se terminaba—. Ya es tiempo de empezar a despedirnos.

—Si me prometes volver cuando te llame.

—No puedo quitarles la oportunidad a otras personas.

—Por favor.

—Nos veremos pronto, cariño. Por ahora...dame un beso.

Viktor, sin cerrar sus ojos, besó a Yuuri. Para mantener la conexión existían dos condiciones: Ambiente y contacto visual.

Yuuri regresó a su puesto, sin tomar asiento. Vio a Viktor acomodarse sobre su silla y sonreír. La flama cada vez más pequeña, más efímera.

—Te amo, Viktor.

—También te amo. Yuuri.

Yuuri cerró los ojos, Viktor lo imitó. La vela se consumió y la flama desapareció.

Las luces de la habitación se encendieron, dejando ver a Viktor Nikiforov sentado en medio de la habitación. Sólo.

—Apaguen las luces, aún no hablo con él.

—Se ha terminado la vela. Hablaste lo suficiente.

—¡Apaguen las luces!

El hombre junto a la puerta chasqueó la lengua, molesto. Quien lo acompañaba solo le indicó obedecer, era lo mejor.

—Maldito loco.

Las luces se apagaron, y ambos enfermeros salieron de la habitación, dejando a Viktor en la soledad.

—Es increíble ver una mente deteriorarse poco a poco.

—El ser humano es el misterio más interesante. Aunque por el momento solo dé lástima.

—Nadie imaginó que la Gran Leyenda Viviente terminaría en ese estado tan deplorable.

—Pero debimos imaginarlo. Después de todo, presenciar un asesinato siempre deja secuelas desastrosas—. El enfermero, con un gesto de total tristeza, dirigió su mirada hacia la ventana por donde vigilaban al gran Nikiforov, notándolo concentrado en volver a encender la vela—. Más cuando a quien asesinan frente tus ojos es a quién más amas.

Viktor encendió una vela.

Frente suyo estaba Yuuri, sonriéndole.

—Buenas noches, Yuuri. Ha pasado ¿Cuánto tiempo?

—Tres semanas, Viktor. Te extrañé.

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Todo queda en preguntarse:

¿En verdad Viktor habló con Yuuri? ¿O fue una alucinación suya?

Gracias por su lectura ^.^

Alguna duda que tengan con respecto al One-shot no duden en decirla, la responderé adecuadamente :D

Danger [ONE-SHOT HORROR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora