[01]

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Después de una larga charla con su mejor amigo, los hermanos tuvieron que partir a su nuevo hogar, debido al horario y el frío que empezaba a hacerse cada vez más pesado, había empezado incluso a nevar. Esto hacía a la (c/c) realmente feliz, en su antigua ciudad nevaba una vez a las miles, por lo tanto le hacía ilusión el saber que en aquel pueblo vería constantemente nieve.

Volvieron a casa a salvo, demasiado tarde, pero de todas formas estaban bien. Sus padres los regañaron un poco para después permitirles ir a sus respectivas habitaciones, estaban aliviados de que el encuentro con aquél chico hubiera salido bien. Su hija menor se veía feliz.

Todas las luces del hogar se apagaron y así mismo cada uno se encargó de dormir.

[...]

Era un nuevo día, específicamente; domingo. La chica nada más despertar se dirigió a su gran ventana y saludó a su cactus, quizás quien la viera pensaría que está loca por hablar con una planta, pero a ella no le importaba. Había leído alguna vez que hablarle a tus plantas provocaba que estas crecieran, y ella quería creen en ello.

Eventualmente, miró su reflejo en el espejo y suspiró al ver su cabello hecho un desastre; despeinado y levantado. Su cara un tanto hinchada y abajo de sus ojos unas lindas ojeras.

Se dirigió al baño y tomó una ducha con agua tibia. Después de unos minutos de terminar de asearse bajó las escaleras con destino a la cocina, moría de hambre.

Ya en esta vio a su hermano quien estaba en la pequeña mesa que se encontraba en la cocina con un tazón de leche y cereales, observando algún vídeo en YouTube.

—A pesar de que nos hemos cambiado de casa, verte aquí; con el mismo tazón de leche y cereal, y tú celular viendo vídeos, hace que ni siquiera piense en que nos hemos mudado— habló en forma de saludo, por así decirlo.

—Yo solo escuché "Buenos días, Max" —dijo este con diversión.

Max Dumont, su hermano. Mayor que ella por dos años, castaño y de ojos celestes, alto y de muy buena figura debía decir. Antes de ser adoptados por sus padres, él era quien la cuidaba en el orfanato, y ella lo consideraba su mejor amigo. El era relativamente normal, se le puede considerar una persona amable y carismática, con cierta habilidad para hacer amigos. Ella le admiraba y envidiaba de alguna forma, pero nada más que una envidia sana.

Al lado de su hermano se sentía inútil.

Sacudió su cabeza eliminando esa clase de pensamientos y se dirigió a la nevera para por fin desayunar. Optó por leche y galletas con chispas de chocolate, podría tomar de su preciado café más tarde.

Se sentó junto a su hermano y este apagó el dispositivo con intenciones de hablar con su hermana.

—¿Piensas hacer algo hoy? —pregunta este con una linda sonrisa dibujada en su rostro.

—Bueno, quedé con Clyde de que me daría un recorrido por el pueblo —se encogió de hombros y quitó la mirada de su comida para mirarlo a él —¿Quieres venir con nosotros? —

—Me gustaría, sí —acarició la cabeza de la (c/c) con dulzura. —Pero no quiero molestarlos, además, ya quedé con alguien—

La de orbes (c/o) abrió sus ojos por la sorpresa, ¿solo habían pasado algunas horas de haber llegado a ese lugar y su hermano ya tenía amistades? ¿Era posible eso siquiera? El chico rió al ver el rostro confundido y sorprendido de su hermana menor.

—Es una chica que conocí mientras iba a comprar —aclaró. —Fue realmente amable y, así como Clyde, me invitó a dar un recorrido por el pueblo—

S i n  t í t u l o  [South Park y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora