Una voz silenciosa-Koe no Katachi [Adaptación] Completa

Un recuerdo suicida

Un punto de luz es...

Un joven pelinegro caminaba casi sin rumbo muy tranquilamente.

En su casa el mismo pelinegro rompe la mitad de un calendario, dejando así sólo quince días, ya llevaba ocho marcados con una "X". Tachó el número 9 que decía "Renunciar a mi trabajo". Recuerda el día en que le dio las gracias a su jefe, entregándole su delantal reglamentario de su trabajo en un supermercado.

El día once ya era tachado con la "X" en este decía "Vender mis cosas". El pelinegro estaba en su habitación con un hombre que tenía en sus manos una calculadora.

-Te daré unos 30 mil verdes por todas las cosas-dijo el hombre alzando un poco la mirada. El hombre se llevó todo en su camioneta y él sólo veía como se marchaba.

Día número catorce, ya marcado con la "X" en este decía "Ir al banco". El pelinegro le entregó su tarjeta de débito a la chica de una de las taquillas del banco; vestía su uniforme de la preparatoria, y apenas si miraba a la joven de cabello corto a los ojos.

-Quiero retirar todo mi dinero, por favor-la joven le entregó varios billetes de 10000.

Él en su habitación ordenaba los billetes para meterlos en un sobre. Se lo dejó en la cama de su tía muy cerca de su cara, mientras ella dormía.

-Aquí está el dinero que te debo-susurró.

Salió de la habitación y se fue a la calle, caminó un largo rato hasta llegar al puente más alto. Caminaba tranquilo mientras los autos iban de un lado a otro. Se detuvo en un punto, colocó su mano en la baranda y miró hacia el agua un poco iluminada por el sol. Su cara no mostraba expresión, sólo sus ojos que reflejaban tristeza y dolor. Parecía estar decidido a lanzarse, se montó en la baranda con los brazos extendidos para dormir con los peces, el sonido de un fuego artificial lo sacó de aquella ilusión que sus pensamientos estaban creando, abrió los ojos sorprendido, con la boca un poco entreabierta, miró hacia un lado del puente donde había tierra, habían unos chicos jugando con luces de bengalas y algunos cohetes de fuego.

Marcó con su marcador el número quince, en este decía "Este será mi último día". Caminaba por unos de los puentes de la ciudad con una libreta en su mano.

¿Quién sabe a dónde iría?