Capítulo 18. El mejor camino

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Ideáfix tenía la garganta dolorida de tanto ladrar, desde que se había despertado, había advertido que su situación no podría ser peor. Lo último que recordó fue a un romano golpeándolo en la cabeza... mientras intentaba proteger a Astérix. Astérix... cuando Ideáfix despertó, estaba en el campamento de los romanos eso era cierto, pero todavía podía oler a Astérix, y también a Panorámix, ambos estaban también allí, con los romanos, y aunque sabía que eso no podía ser bueno, al menos se alegraba de saber que los dos estaban bien, por el momento al menos, pero quién sabía cuánto tiempo iba a durar eso.

En fin, no era que al pequeño perrito le gustara eso, pero tuvo que conformarse con aceptar su situación, pues los romanos decidieron atarle a un poste y mantenerlo allí todo el tiempo. Naturalmente como animal de compañía de un galo, Ideáfix mostró su disconformidad ante esta acción ladrando y ladrando sin cesar y tirando con fuerza de la cuerda que le mantenía atado a ese palo de madera.

Él siguió ladrando, gruñendo, mordisqueando la cuerda y tirando de ella, hasta el momento en el que percibió que tanto el olor de Astérix, como el de Panorámix comenzaba a sentiré cada vez más y más débil, como si se estuvieran alejando, algo que en realidad era lo que estaban haciendo, pues alcanzó a ver el carro en el que estaban siendo llevados. Los siguió con la mirada hasta que desaparecieron entre tras las puertas de la fortificación romana. Fue en ese momento cuando el pequeño perrito redobló sus esfuerzos por escapar, ladrando y gruñendo con más intensidad, sin atreverse a dar el lujo de detenerse. No, no podía detenerse.

Tal vez no había podido impedir que los romanos capturaran a Astérix, pero desde luego, no iba a quedarse quieto sabiendo que lo más probable era que en esos momentos se lo estuvieran llevando a Roma. No, él iba hacer cuanto estuviese en sus patas para salir de allí y rescatar a Astérix y a Panorámix también, ya que ahora sabía dónde estaba el druida.

Aun así, a pesar de lo mucho que luchó, de lo mucho que ladró, a pesar de todo el empeño que puso en la única tarea que se había decidido a realizar, no fue capaz de liberarse. Sus ladridos ahora sonaban roncos y apagados, prácticamente inexistentes. Su garganta le dolía terriblemente en este punto, por lo mucho que la había utilizado, aunque inútilmente al parecer.

Además, el pequeño perrito se dio cuenta de que el cielo había adquirido un tono azul violeta, lo que indicaba que el sol ya se estaba ocultando por el fin del mundo, donde sus ojos no alcanzaban a ver nada más que agua, eso indicaba que la noche pronto llegaría. Si no fuera por su situación actual y todo el problema con el que se habían encontrado desde que Astérix bebió esa poción, Ideáfix probablemente habría salido de la aldea y se habría encaminado hacia la playa para ver el sol ocultarse bajo el agua. Al perrito blanco le gustaba ver como el gran astro luminoso iba cambiando de color y parecía pintar las aguas del mar del mismo color que él tenía.

Pero dada su situación, que el sol se estuviera ocultando, no podía ser bueno. Hacía mucho rato que el pequeño perrito había dejado de percibir el olor de sus amigos. Si no hacía algo rápido los iba a perder, perdería su rastro, tal vez para siempre, y si eso ocurría... quizás jamás los encontraría de nuevo, ¿y entonces qué? Panorámix no estaría allí para hacer poción mágica, la gente del pueblo no podría defenderse de los romanos, y como resultado, la aldea entera quedaría bajo el poder del imperio.

Ideáfix se detuvo en sus intentos, no podía, era inútil, a pesar de que en la cuerda había un montón de marcas de sus dientes y probablemente ya estaba muy debilitada, no había logrado cortarla, era mucho más resistente de lo que parecía. Se quedó allí sentado, con la cabeza agachada, no le gustaba estar en esa situación, pero ¿qué más podía hacer? Todo cuanto había intentado había sido completamente inútil y ya no sabía qué más probar. Ninguna idea le venía a la mente, todo e parecía inútil, estaba atrapado y sin posibilidad de ayudar a sus amigos.

La equivocación de PanorámixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora