Mi vida, Mis decisiones

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Me desperté sobre las 10:30 am, Nina aun seguía dormida así que con mucho cuidado, me levanté y bajé a la cocina para desayunar.

Mi madre y mi hermano Daniel, ya estaban comiendo. Daniel es mi hermano menor, tiene cuatro años menos y mientras estudia, está viviendo en una residencia ya que la escuela queda muy lejos, así que me sorprendió verlo esta mañana en casa.

-¿Qué haces tu aquí engendro? -pregunté.

Amo a mi hermano, pero llamarlo engendro ya se había vuelto una costumbre cuando estaba en casa.

-Tengo vacaciones -dijo.

Mi madre lo miró mal y le dio una colleja.

-No está te vacaciones -dijo un poco enfadada-, lo que pasa es que lo han expulsado durante una semana.

Yo solté una carcajada.

-¿Te parece gracioso? -preguntó mi madre.

-No -dije-, solo que no puedo creer que te hayan pillado, ¿cómo fue?

-Entramos en la oficina del director y pintamos las paredes con spray, pero algún estúpido dejó que la puerta se cerrase y no pudimos salir hasta que apareció el director.

Me eché a reír, pero al ver la cara de mi madre, paré inmediatamente y no volvimos a tocar el tema. Cogí un bol y me senté a desayunar.

-Ayer volvisteis tarde -dijo mi madre.

-Si -dije-, teníamos mucho que celebrar.

Una sonrisa de boba se formó en mi cara, la cual mi hermano no dejó pasar y preguntó:

-¿A que viene esa sonrisa payasa? 

-Payaso tú -respondí-, que no sabes liarla sin que te pillen.

Empezamos a hacer muecas, pero mi madre nos hizo callar.

-Tengo una noticia que daros -dije.

Ambos me miraron esperando a que la diese. Quería decirles lo de nuestra boda porque no sabía como iban a reaccionar y no quería que Nina presenciase una discusión sobre ese tema ya que últimamente, estaba teniendo ciertos problemas para gestionar las crisis que le daban y no quería tener que ir corriendo al hospital por esto.

-Me voy a casar con Nina -solté de repente.

Mi madre abrió la cosa de par en par y mi hermano dejó caer su cuchara armando un estruendo. Luego de un momento en el que ambos estuvieron en shock, mi hermano se levantó, me abrazó y dijo:

-Enhorabuena hermana.

Se volvió a sentar y yo le sonreí, pero la fiesta acabó en el preciso instante en el que mi madre abrió la boca.

-Creo que estás cometiendo un grabe error -dijo seria.

-¿Por qué dices eso?

-Se está muriendo -dijo de sopetón- ¿es qué no lo ves?

-Claro que lo veo -respondí enfadada-, desde luego que lo veo, estoy con ella todo el tiempo que puedo y veo como cada día que pasa, incuso cada minuto, ella empeora un poco más. Claro que veo que se está muriendo porque me preocupo por ella. La amo mamá y por eso quiero pasar el resto del poco tiempo que le queda a su lado.

Ella soltó una leve carcajada.

-Puedes estar a su lado sin cometer semejante locura Ariadna, no veo la necesidad de que te cases con ella cuando no vais a durar ni un año casadas.

Golpeé la mesa con las palmas de las manos.

-Me da igual estar con ella un día, una mes o un segundo -dije-, de verdad ahora mismo es en lo que menos quiero pensar, Nina no necesita a alguien que le recuerde cada minuto que se está muriendo. Ella necesita a alguien que quiere estar a su lado hasta el final sin importar cuando vaya a llegar. Y yo no necesito que alguien me recuerde cada poco que la persona a la que amo se está muriendo.

Nada es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora