3. Sasha

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Sasha descansaba en su casa. Una casa realmente pequeña, pero acogedora. Un lugar al que llamar suyo. Un lugar al que llamar hogar. Casi siempre se quedaba ahí desde que la edad le había quitado gran parte de sus energías, durmiendo o pasando el rato. Cuando no estaba ahí le gustaba caminar y tomar el sol en el bonito y amplio jardín detrás de su casa. También tenía una rutina fuera de eso, claro. Todas las mañanas despedía al hombre llamado Luis, solo que ella jamás supo cómo se llamaba, y nunca le importó. Él la proveía de comida, y eso era todo lo necesario para que le quiera bien.

Luego de eso solía comer lo que le dejaban y volvía a descansar. Entre su desayuno y almuerzo, y siempre después del descanso, iba al pueblo a encontrarse con sus amigos. Eran amigos de lo más agradables, con los que podía andar por el parque y perseguir los pájaros.

Siempre volvía a casa temprano para recibir al señor Luis. De una forma rara, reconocía su nombre cuando la señora Sandra lo llamaba, aunque al no tener un completo entendimiento de qué significaba tener un nombre no podemos decir que lo sabía. Solamente reconocía el sonido que formaban el nombre "Luis" y "Sandra" cuando se pronunciaban. También reconocía su propio nombre, aunque no se podía decir que lo sabía... No voy a dar muchas explicaciones sobre esto.

Después de andar, descansar, comer, descansar y andar sus energías se agotaban e iba a dormir hasta el día siguiente, aunque algunos ruidos provenientes desde el interior siempre hacían que fuera un poco difícil. Una vez despierta, su rutina volvía a repetirse... Solo que cuando despertó algo había cambiado. El señor Luis no salió. Ese día, la señora Sandra se encargó de darle la comida. Era un plato especialmente grande ese día,como si intentase compensarle por algo, solo que Sasha no pensaba en ese tipo de cosas. Comida era comida, la razón por la cual un día era más y un día era menos eran cosas triviales para ella. Lamió la inscripción del anillo de plata en la mano de la señora Sandra en señal de agradecimiento. La comida tenía un sabor y aroma que le recordaba días mejores. Al acabar siguió con su rutina como siempre... Solo que el señor Luis tampoco llegó. Es conocido que si una persona no sale, entonces no puede "volver", pero a ella no le importaban esas trivialidades, el señor Luis solía llegar a esa hora (no creo que haga falta decir que tampoco tenía noción de la medición del tiempo), y se suponía que siempre debía ser así.

Después de eso, el señor Luis no volvió a presentarse. Sasha seguía con su rutina de igual manera, todos los días, pero siempre faltaba él. Pasados unos días la señora Sandra vino en la noche a dejarle su comida para siempre. Había empezado a quererle bien, pero seguía sin ser Luis. La señora Sandra empezó a acariciarle y a hablarle mientras, comía.

"¿Sabes? Yo también lo extraño. Sé que lograremos salir adelante sin él. Aunque sea difícil, sé que lo conseguiremos. Confía en mí."

Sasha lamió su mano y la señora se alejó con una sonrisa en el rostro. Siguió comiendo tranquilamente hasta que empezó a sentir que tenía algo en el cuello. Tosió y, con esfuerzo, logró expulsar lo que tenía atorado y siguió comiendo. No le importaba una trivialidad como un anillo de plata en su comida. Solo siguió comiendo el gran plato de carne delante suyo.

Al poco tiempo unas personas se llevaron a la señora Sandra. También se la llevaron a ella, a un "nuevo hogar". Sasha no tenía ni idea de qué significaba ese sonido, ni le importaba. Cuando llegaron habían un montón de amigos nuevos, con diferentes colores y tamaños. Sasha no había estado tan emocionada desde la última vez que recibió al señor Luis.

Sasha estaba feliz.


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