Apóstata; Nomin

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—Yo...no me quiero ir...por favor- lloraba el tierno joven de cabellos rubios.

—Órdenes de Dios, perdóname Jisung-ah.

—No puedes expulsarlo, no tienes el poder, solo yo puedo hacerlo- dijo Na Jaemin con tono de superioridad.

—Esto...yo no lo decidí...intentaré dejar de fijarme en los hombres- sollozaba el menor de los tres ángeles en la habitación.

—Son órdenes, perdón, quizás allá puedas encontrar a Zhong.

—¿Chen...Chenle?- Jisung levantó su mirada baja con algo de esperanza.

El nombre de su alma gemela hizo que los ojos del más joven brillaran y se alegraran, el solo hecho de pensar en ver de nuevo a su amado lo tranquilizaba, no puso más oposición.

Dicho y hecho, Lee Donghyuck echó a Park Jisung del paraíso, el pequeño ángel cayó en un lugar llamado "Corea", quizás su vida sería mejor en la Tierra, quizás encontraría a su amor en el mundo de los mortales.

—¿Co...Cómo?- tartamudeó el arcángel Na sorprendido.

—Dios necesita que te presentes a él.

Na Jaemin sintió el verdadero terror, Jeno debía estar enfurecido como para otorgarle el poder a Lee Donghyuck de desterrar a alguien y mandarlo a él, a Jaemin, el más amado por Dios de vuelta.

El chasquido de dedos lo llevo en menos de un segundo a las puertas del jardín del máximo poder en ese lugar.

Por primera vez Jaemin estaba nervioso, definitivamente había llegado a los límites del señor como para desterrar a Jisung solo por estar con él.

—Se que estás afuera, entra ya-ordenó la conocida voz de Jeno en su mente.

Las piernas del arcángel temblaban cuando entró al paraíso de su amo. Este se encontraba sentado en una preciosa silla que contrastaba con los ojos miel de su Dios.

—Jeno...perdón- comenzó Na Jaemin a fingir haciendo enfurecer más a Jeno por dentro, ¿creía que era un tonto?- Fue un pequeñito error, ni si quiera me gusta Jisung.

—Ahhh... ¿en serio? Yo te vi a punto de follarlo- soltó.

—Está bien, está bien. Iba a follarlo pero estaba jugando, él ni si quiera sirve para nada, él es un experimento- Las frías palabras y la forma de justificarse encendió todos los sentidos de Jeno.

Él mayor de los dos se puso de pie con los ojos rojos de coraje, Jisung no había sido una equivocación, si no fuera por culpa de Jaemin aquel pequeño nunca habría caído a Tierra, él de verdad estaba intentando no fijarse en ningún ángel masculino después de Chenle.

—Mírale el lado bueno, tú error ya no está aquí arriba.

—¡Yo no tengo errores, Na Jaemin! Soy Dios, Dios no se equivoca, que te quede claro- exclamó Jeno tomando al arcángel de su bonito camisón blanco.

—¡Estoy harto de fingir!- gritó el castaño- ¡Eres un bueno para nada! ¡Ni si quiera deberías autonombrarte Dios! Todos de lamen las malditas bolas cuando realmente eres un inútil, tienes un mundo entero adorándote y por eso crees que eres superior a los demás, te odio Lee Jeno.

—Guarda silencio Na Jaemin- ordenó Dios apretando el camisón del contrario entre sus manos- Es la última vez que te lo dire.

—¿O que? ¿Me echaras a Tierra como a todos los otros ángeles que no puedes controlar? Eso es lo único que sabes hacer bien- soltó el que ahora se encontraba recargado en una pared inexistente, una habitación en la que no estaban antes con un Dios enfurecido a más no poder.

—Eres un malagradecido.

Jeno tomó las cálidas muñecas del fino arcángel pegándolas a cada lado de su cabeza.

—Ugh, tienes tan poco control en ti mismo, ¿Quién rayos pensó que serías un buen Dios? ¡Ja! Patético.

Na Jaemin tenía una estrategia, ¡oh si! Ese día haría pecar al buen Lee Jeno.

—Mira esos ojos rojos, ¿no puedes controlar a tus ángeles? Quizás yo haría un mejor trabajo.

La respiración de Dios comenzaba a agitarse ante las provocaciones del arcángel.

—¡Cosita! ¿Estás enojado? Perdóneme mi Dios si le he faltado al respeto- dijo sarcásticamente el menor acercando su hermoso rostro al contrario.

—Me vas a volver loco- gruñó Jeno.

—Solo piénsalo, Dios tendrá a su puta, uy ¡me ofrezco para serlo!- Jaemin soltó una estruendosa carcajada.

—Te vas a arrepentir.

Oh, por supuesto que Na Jaemin no se arrepentiría nunca, querido Dios.