Apóstata; Nomin

convenit pugnat

-¿Tú que vas a saber Jaemin? Que seas mi favorito no significa que tú decides por aquí.

-No es justo, ¿por qué permites que todos sean felices con sus almas gemelas pero tú y yo no podemos tener nada fuera de esta habitación?

Nuevamente el arcángel Na comenzaba una discusión que sacaba de sus casillas a Jeno.

¿Por qué a diario era lo mismo?

-El acuerdo fue mantenerlo en secreto desde un inicio, Jaemin, si no puedes hacer esto, es mejor que dejemos esto de una vez por todas.

Los ojos color miel de Lucifer brillaron en el rojo más oscuro que haya existido. Jeno no tenía miedo, lo amaba, no importa cuán temperamental fuera ese ángel, pero no permitiría que ese ser inferior lo dominara más.

-El arcángel Lee era un maldito homosexual pero a él si lo premiaste mandándolo a la Tierra, dime por qué mierda yo no puedo tener lo mismo que él- soltó enfurecido Jaemin.

-Puedes tenerlo, pero conmigo no va a ser, nunca dejaría el paraíso por ti.

Dios juraría que nunca vió a un arcángel tan enojado como ese día.

La sangre de Jaemin hirvió de coraje y sintió cómo su corazón latía frenético ante lo que su creador había pronunciado; nunca nada lo lastimaba pero por alguna razón eso había dolido más de lo que le hubiera gustado aceptar.

-Puedes quedarte tu maldito paraíso para ti mismo, eres un fracasado.

-¿Soy un fracasado por no querer dejar esto por un ángel prepotente?- Jeno por primera vez sentía que podría decirle lo que sea a Lucifer.

-Eres un fracasado porque prefieres sufrir con tal de ver a todos los demás felices, admítelo, si pudieras te desharías de ese asqueroso título de Dios, créate agallas así como creaste el resto de cosas, eso es lo que te falta.

Jeno iba a responder cuando Na Jaemin desapareció sin permiso de la gran habitación, dejándolo con la palabra en la boca.

No quedaba más que guardar la calma, Lucifer lo necesitaba más a él, volvería pronto, no perdería la cordura por ese arcángel de nuevo y mucho menos dejaría que el cielo caiga por su necedad.