hominum

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—¿Cómo está Ara?- preguntó Renjun a su amigo.

—Ella está bien, solo quisiera que Mark regresará- dijo el arcángel Donghyuck con pesadez en sus palabras.

—¿Mark? Pero si Mark está en la Tierra.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Dios lo regresó, supongo que lo ha perdonado pero no volvió a ser un ángel, él es un muchacho en Vancouver, va a la escuela y tiene muchos amigos, me alegra verlo feliz- dijo el pequeño ángel sin conocer la situación de su amigo.

—¿No recuerda nada?

—Creo que no, según me contó Lucas, él solo recuerda ser hijo de los señores Lee en Canadá.

Los ojos de Donghyuck se aguaron y deseo ser un humano, deseo estar con su alma gemela por lo que acudiría a Dios, sin importar que, tenía que estar con Mark.

Los ojos de Donghyuck se aguaron y deseo ser un humano, deseo estar con su alma gemela por lo que acudiría a Dios, sin importar que, tenía que estar con Mark

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—¡Para, Jeno! ¡Para!- gritaba el arcángel Na entre risas.

—Pero si no te estoy haciendo nada, mírate, tú cabello es un desastre- dijo el de cabello blanco dejando de hacerle cosquillas al chico.

—¿Quien lo diría? Dios es suaveee, tiene una debilidad y se llama Na Jaemin- soltó el castaño con orgullo.

—Así es, te creé para mi, pero mantenlo en secreto- las manos grandes de Jeno tomaron la delicada cintura acercándolo a besar las rosadas mejillas de su primera y gran creación.

Querido Dios, necesito hablar con usted, es importante.

Escuchó Jeno en su mente.

—Nana, el arcángel Lee necesita hablar conmigo, está afuera, necesitas irte.

—Ahí viene de nuevo a llorarte por Mark Lee, que odioso.

—Oye, calmado, prometiste cambiar- susurró Jeno dandole un rápido beso a Jaemin.

—Cambiar será más difícil de lo que lo pensé, querido Dios- dijo el castaño imitando y riendo para después desaparecer de ahí.

En cuanto el castaño desapareció de la blanca habitación, Jeno dejo entrar a Donghyuck, la cabellera rojiza se hizo presente y sus lindos ojos se encontraban empapados en lágrimas.

—Yo...perdón por presentarme así ante usted- se disculpó el bajito- Solo...creí que usted devolvería a Mark aquí, conmigo.

—No puedo confiar en él como si nada, ademas, míralo Hyuck, él es feliz allá abajo, no seas egoísta.

Dios proyectó la imagen en tiempo real del pelinegro.

El chico se encontraba riendo en una fiesta rodeado de muchos amigos y mucha bebida, bailaba sin parar y besaba a chicas por doquier.

Los llantos de Donghyuck aumentaron tristemente.

—No soy feliz.

Esas palabras retumbaron en la mente de Jeno, ningún ángel debía estar triste, todo debía estar perfecto en el Paraíso.

—Necesitas una nueva alma gemela, ya te lo he dicho, Arcángel Lee- dijo Jeno con ojos intrigados.

—¡No! ¡Yo no quiero a alguien más! ¡Quiero a Mark, lo necesito!

Era la primera vez que Donghyuck le levantaba la voz a Dios y por alguna extraña razón lo sintió necesario.

—¿Qué es lo que propone?- preguntó el de mando superior calmado ante los recientes gritos.

—Le ruego...- el pelirrojo se puso de rodillas casi pegando su frente al piso- que me vuelva humano, haga que el destino nos junte en donde usted decida darme la vida, y si eso no le parece, yo lo buscaré, solo por favor, no me borre los recuerdos. Los necesito para encontrarlo y para cuidar a...la bebé, es mi última petición o córrame del cielo, no puedo con el ardor en mi pecho.

—La Tierra es el infierno, tú lo sabes Donghyuck, ahí habrá dolor y sufrirás, no será tan fácil encontrar a Mark.

—No me importa, si necesito morir buscándolo, lo haré.

El más joven se encontraba incado aún, causando que el corazón de Jeno se volviera un poco débil, tomando una decisión apresurada pero nunca incorrecta.

Dios no se equivocaba.

Apóstata; NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora